Jóvenes y cultura política en El Salvador. Héctor Samour
Enviado por Helena • 2 de Febrero de 2018 • 2.943 Palabras (12 Páginas) • 421 Visitas
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- Alto grado de asociatividad. El 70 por ciento de los jóvenes entrevistados pertenece a algún tipo de asociación u organización no política para resolver los problemas del país.
- Aceptan el principio básico de convivencia democrática: esto es, la igualdad de derechos de los miembros de una organización y la de todos los miembros de la sociedad. Sobre esta base aceptan construir la ciudadanía.
- En relación a la tolerancia a la diversidad étnica y de género, los jóvenes muestran intolerancia hacia:
- La diversidad de pensamiento: la investigación nos dice que los jóvenes creen que para que una organización o la democracia del país funcione “todos deben pensar igual”.
- La homosexualidad, el lesbianismo o similares.
- La protesta masiva que daña los derechos propios o de terceros. Hay formas de pronunciamiento aceptadas por ellos, como el pronunciamiento en medios de comunicación y en las concentraciones en plaza pública, pero no aceptan la organización de paros, huelgas o marchas por calles principales que impliquen manchar, dañar o tomar edificios.
Los autores de la investigación concluyen lo siguiente, sin profundizar más extensamente: “no se dibujan con claridad los espacios para la acción política de los jóvenes”.[4] ¿Cómo entender esta conducta, esta forma de considerar y actuar en la realidad de los jóvenes, tan distinta a la de hace más de dos décadas? ¿Cómo una desviación de lo que debe ser la participación política en la construcción de la democracia? ¿Cómo una vía errada o equivocada para superar los problemas nacionales forjada en tiempos posteriores a los Acuerdos de Paz? ¿Cómo una nueva forma de ser, de saber, de lograr una convivencia social construida desde una nueva mirada del mundo, desde un nuevo momento de desarrollo del país? ¿La participación política de los jóvenes debe ser igual o similar a la de preguerra? ¿O hay que discutir más sobre si ésta es una nueva forma de fortalecer la democracia y la vida política del país?
- El individualismo de los jóvenes en la actualidad
Planteadas estas ideas, ahora abordaré el tema del individualismo al que aludí en la introducción.
La sociedad actual está marcada por una separación de la esfera pública, y a la vez una pérdida del sentido de las grandes instituciones colectivas (sociales, políticas y culturales). A través de los grandes medios de comunicación y las nuevas tecnologías de comunicación se difunde una cultura abierta con base en una regulación cool de las relaciones humanas. Las fuentes tradicionales que dotaban de sentido a la vida humana –naturaleza, religión y costumbres- están hoy en crisis. Se trata de una sociedad liberal, caracterizada por el movimiento, la fluidez, la flexibilidad, más desligada que nunca de los grandes principios estructuradores de la modernidad.
La llamada postmodernidad que desde mediados del siglo pasado, denunció el agotamiento de las ideologías políticas de la modernidad y afirmó el culto al presente y la exaltación del hedonismo individual, ahora ya no sirve para definir con exactitud el momento actual de las sociedades liberales occidentales. Estamos en un momento histórico donde no se vislumbran a corto plazo sistemas alternativos al presente y donde el mercado ha impuesto su ley. Es el momento de lo que algunos llaman hipermodernidad sin oposición alguna, sin normativa o regulación y que tiene el estatus de global. Un mundo caracterizado por la invasión de las nuevas tecnologías, el hiperconsumo y la modificación del concepto de cultura y de cultura política.[5]
La disgregación del mundo tradicional, dominado bajo los parámetros de la modernidad, ya no se vive ahora bajo “el lema de la emancipación, sino bajo el lema de la crispación”[6]. Es el miedo lo que arrastra y domina ante la incertidumbre del porvenir, ante la lógica de la globalización que se ejerce independientemente de los individuos, la competencia liberal exacerbada, el desarrollo desenfrenado de las tecnologías de la información, la precarización del empleo y el aumento de la pobreza y la exclusión.
¿Qué cambios han ocurrido en El Salvador cuándo en el mundo entero la imagen – y ya no el concepto, lo narrativo– se ha convertido en la forma comunicativa más generalizada? Es un contexto en el que la “pantalla” se ha globalizado, es decir que vivimos orientados hacia y por la pantalla de las tablets, de los teléfonos inteligentes, de los televisores, tanto en la vida cotidiana, como en la laboral, en la del mercado, en la vida académica. La heterogeneidad es lo más frecuente y lo homogéneo cada vez más rechazado.
La cultura ha cambiado en la medida que el capitalismo, no obstante sus crisis y caos productivos y financieros, se extiende cada vez más y a velocidades insospechadas. La forma de cómo nos representamos el mundo y de cómo nos explicamos los distintos hechos, tanto naturales como humanos, es otra muy diferente a la de hace unas décadas. La cultura del siglo XXI se constituye accediendo a redes informáticas y sociales, por un lado; por otro, a través del hiperconsumo, en el que ya no se busca consumir para la satisfacción de necesidades básicas ni para competir ni ser reconocido por los otros, sino simplemente por el mero placer que produce. Además, la mayoría de la gente puede acceder “a la carta” a distintos medios de comunicación en este tecno-capitalismo globalizado para conocer de negocios, avances científicos, cierre de bolsas, inversiones, etc.
El clásico concepto de cultura, que diferenciaba entre lo popular y lo ilustrado, se ha desvanecido entre las redes y las nuevas tecnologías, y los campos de conocimiento se entremezclan a discreción. Ahora, la cultura es inseparable de la industria comercial y abarca todos los rincones del planeta, tiene aspiraciones concretas planetarias, independientemente del nivel económico.
En este contexto, el individuo se forma de manera distinta. La individuación se desarrolla de manera diferente respecto a los ámbitos y contextos conocidos en las décadas anteriores. Lo paradójico del nuevo individualismo, nutrido por la tecnociencia y el consumo exacerbado, es que hay un acceso “democrático” a ese tipo de consumo, al lujo de consumir lo que no se necesita y que provoca desequilibrios y/o equilibrios nuevos del individuo consigo mismo y con los otros. La cultura-mundo toma carta de ciudadanía global. Lo anteriormente dicho no debe pensarse como si ya no existiese la pobreza, la exclusión y la carencia en grandes segmentos de nuestras poblaciones,
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