Hace más de 4000 años, los asirios creían que la enfermedad era una impureza moral que los dioses imponían a los seres humanos que transgredían las leyes divinas. .
Enviado por Ledesma • 8 de Julio de 2018 • 2.279 Palabras (10 Páginas) • 435 Visitas
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A finales del siglo XIX existían dos teorías opuestas sobre los fundamentos biológicos de las respuestas inmunes. Por un lado, el zoólogo ruso Ilya Ilich Mechnikov que había realizado observaciones sobre la fagocitosis en estrellas de mar y pulgas de agua, estableció, su "Teoría de los fagocitos”. Informó que existían fenómenos de eliminación de agentes patógenos por medio de "células devoradoras". Pasteur, propugnó la idea de que los fagocitos segregan enzimas específicos, análogos a los "fermentos" digestivos. Esta teoría de los fagocitos constituyó el núcleo de la teoría de la inmunidad celular, de modo que la fagocitosis se consideraba como la base principal del sistema de defensa inmune del organismo. “La fagocitosis es una categoría de endocitosis, por la cual las células (fagocitos) tienden a captar y comer agentes patógenos, fragmentos celulares y otros, mediante un mecanismo de adhesión y atrapándolo en una vesícula formando así el fagosoma para su destrucción y finalmente la expulsión del microorganismo”6
Por otro lado, la escuela alemana de Koch hacía hincapié en la importancia de los mecanismos humorales (teoría de la inmunidad humoral). 1882 representa una fecha crucial; mediante estudios sobre la etiología de la tuberculosis, había sepultado la teoría espontánea de la vida o abiogénesis, según la cual los seres vivientes aparecían de repente en la materia orgánica. En cambio, había demostrado experimentalmente que la tuberculosis era una enfermedad infecciosa y bacteriana al igual que el ántrax –tema de sus estudios precedentes–. Después de perfeccionar la técnica bacteriológica en cuanto a los medios de cultivo e inoculación, proclamó, el 24 de marzo de 1882, ante la Sociedad de Fisiología de Berlín, que pudo llegar a esta conclusión gracias a un protocolo experimental que de ahora en adelante se iba a denominar “los postulados de Koch”
“Los postulados de Koch descansan sobre la premisa “una causa - una enfermedad”, corresponden al modelo unitario de etiología microbiana, se resumen con las expresiones sí y solamente sí (Barnes, 2000) o causa vera sine qua non que indican que existe una causa real o verdadera de un evento sin la cual dicho evento no ocurre (Barnes, 2000; Carter, 1985) o mediante la ecuación A + B = C, donde A es el organismo que manifestará la enfermedad, B el agente causal o patógeno y C la enfermedad resultante de la interacción”7
En los años siguientes Pasteur abordó la inmunización artificial para otras enfermedades después, abordaría la inmunización contra la rabia, enfermedad de la que se desconocía el agente causal. Pasteur observó que éste perdía virulencia cuando se mantenían al aire durante cierto tiempo extractos medulares de animales infectados, por lo que dichos extractos se podían emplear eficazmente como vacunas. Realizó la primera vacunación antirrábica en humanos el 6 de julio de 1885, sobre el niño Joseph Meister, que había sido mordido gravemente por un perro rabioso
Emil von Behring y Kitasato, observaron que el cuerpo produce anticuerpos que tendían a neutralizar las toxinas de forma específica, y dieron a conocer que el suero que contiene antitoxinas es capaz de proteger a animales expuestos a una dosis letal de la toxina correspondiente. La demostración de la existencia de células que responden a los invasores extraños, la observación de Almroth Wrigth que factores presentes en el suero inmune favorecían la fagocitosis de “las bacterias al recubrirlas (opsonización) apoyo la creencia de que los anticuerpos preparaban la ingestión de los microorganismos por parte de los fagocitos”8.
En 1898 Jules Bordet descubre otro componente sérico relacionado con la respuesta inmunitaria, al que bautiza como "alexina", caracterizado, frente al anticuerpo.
En 1900 da a luz su teoría de las cadenas laterales “donde se especulaba que las células tenían cadenas laterales las cuales se podían unir a toxinas por un modelo de llave-cerradura”9. Además se formula una explicación de la formación y especificidad de los anticuerpos, estableciendo una base química para la interacción de éstos con los antígenos. Se visualiza por primera vez, una reacción antígeno-anticuerpo, al observar el enturbiamiento de un filtrado bacteriano al mezclarlo con un suero inmune específico (antisuero). Durante algún tiempo se creyó que el suero poseía distintas actividades inmunes humorales, cada una denominada de forma diferente: antitoxina (neutralización de toxinas), precipitina (precipitación de toxinas), aglutinina (aglutinación de bacterias) y bacteriolisina (lisis de bacterias). Hubo que esperara a los años 30 para caer en la cuenta que todas estas actividades se debían a un único tipo de entidad, que fue bautizado como anticuerpo.
Bordet desarrolló, en 1901, el primer sistema diagnóstico para la detección de anticuerpos, basado en la fijación del complemento, y que inició una larga andadura, que llega a nuestros días.
A mediados del siglo XX uno de los hechos más significativos es el descubrimiento de la recirculación de los linfocitos por James Mearmoth Gowans, gracias a él se puede explicar el concepto de memorial inmunológica el cual se halla unido al principio de vacunación.
Los avances en Inmunología durante los últimos años han sido espectaculares, consolidando a ésta como ciencia independiente, con su conjunto propio de paradigmas, ya relativamente escindida de su tronco originario microbiológico.
El profundo impacto que han tenido las técnicas de genética y biología molecular en el campo de la inmunología, ha permitido dilucidar varias interrogantes sobre el funcionamiento del sistema inmune y, además, ha aumentado enormemente nuestra habilidad para entender, diagnosticar y tratar una gran variedad de enfermedades inmunológicas. La identificación, clonamiento y secuenciación de un gran número de genes relacionados con las enfermedades inmunológicas, se ha constituido en una herramienta extraordinaria para precisar los eventos genéticos y moleculares subyacentes a estas patologías. “Inicialmente, la aplicación de estas técnicas en el ámbito de la inmunología básica permitieron caracterizar estructural y funcionalmente, una serie de complejos moleculares como las inmunoglobulinas (Ig), el receptor del linfocito T (TCR), las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), las citoquinas, los co receptores celulares y las proteínas del complemento”10. Este conocimiento más preciso y acabado del sistema inmune y sus trastornos, en conjunto con el desarrollo de modernas técnicas diagnósticas, permitió la apertura de un nuevo panorama terapéutico
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