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Historia de Vida Julio Hernández

Enviado por   •  11 de Enero de 2019  •  4.775 Palabras (20 Páginas)  •  314 Visitas

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Estuve desde los 15 a los 17 años trabajando así, pero después solo me quise dedicar a los acabados y a pintar casas; para eso me subía a lugares altísimos, en verdad teníamos nuestra técnica y todo, los que somos de allá hacemos trabajos muy buenos, no que aquí en Xalapa he visto trabajos muy malos, pero en fin.

Era bonito el edificio en donde ahora estamos trabajando, era de un color rojo ladrillo el cuál era adecuado para lo que es un club, no que mira ahora lo pintaron de un verde turquesa, pero esas fueron ideas de la patrona y en nuestro puesto no tomamos ese tipo de decisiones, pero en fin esa es mi opinión.

Yo en aquel entonces vivía al día no había momento de pensar en el futuro, de prepararse y planificar, no sé si exactamente era el termino vivir o sobrevivir por la pobreza en la que vivía; es decir que tampoco era importante para mi idealizarme un futuro, era un ignorante, ahora hasta risa me da acordarme de aquel entonces, sé que él hubiera no existe y de haber sabido de los problemas por los que pasaría más tarde yo hubiera ahorrado, y hubiera también dejado los vicios que en vez de quitarme los problemas, me los aumentaba.

No me quejo de nada, a veces así se aprende en esta vida, a punta de trancazos. Yo recuerdo que cuando quería a una joven para salir algún lado me daba mucha pena, me ponía colorado, sentía muchos nervios, no tenía idea de cómo hablarlo, recuerdo en una ocasión cuando iba en el metro en la línea de Villa de Cortés hacía Bellas Artes en la estación de San Antonio se subió una chica, intercambiamos miradas supongo que por estar muy vacío el vagón en donde íbamos y además de hacer mucho frío ella decidió sentarse junto de mí, ella no llevaba nada para cubrirse así que le dije si podíamos compartir mi chamarra a lo que ella accedió, te juro que ese momento me sentí realizado, fue un momento agradable para mí el compartir calor humano con una persona tan bella como ella, tanto fue así mi sentir que no me quise bajar en Bellas Artes si no que espere a que ella se bajara en Hidalgo para que no me apartará de verdad me gustaba el momento, ella bajo y me dio las gracias y nos despedimos, en aquel entonces no había teléfonos celulares como ahora así que no tenía sentido pedirle su número, o preguntarle donde vivía a lo mejor y ni siquiera era de la ciudad, al final de tanto estar atontado en eso me baje hasta la estación de Popotla y ya ni hablar de lo que me paso después en el trabajo al llegar tarde, ya no me dejaron trabajar más ahí, la verdad es que ya tenía demasiadas faltas, pero considero que valió la pena.

Por el lado de las amistades tuve lo que ahora yo hubiera considerado malas, era puro vicio, salir y emborracharnos, andar de aquí y allá, juntarme con ellos me trajo el despertar emocional que necesitaba por que cambie mis actitudes, no te diré que para bien del todo, si no que era mi desahogo de la rutina que llevaba de puro trabajo.

Ellos eran muy barbaros, a decir verdad ellos me metieron la idea de que mi primera experiencia sexual fuera con una prostituta que incluso ellos me pagaron, yo accedí sabiendo que ya la mayoría de ellos ya contaban con esa experiencia y lo hablaban a cada rato, yo quería que no supieran que no había pasado por eso, así que accedí normalmente, haciendo caso omiso sobre lo que decían, fuimos a una casa de masajes que se llamaba Casa Azul.

A los 18 años decía mucho la gente que al cumplir la edad debía de realizar mi servicio militar, ya que era obligatorio hacerlo en aquel entonces, la verdad es que no quería realizarlo al principio, pero me di a la tarea de iniciar con la documentación y a partir de ahí realizarlo, para mi sorpresa había que pasar primero en forma de sorteo, llegué en noviembre al auditorio donde correspondía mi sorteo, desde muy temprano, en domingo y fue un calvario para todos los que íbamos a escuchar los resultados así proseguí a formarme para entrar al recinto y posteriormente tomar mi lugar, sentarme y empezar a sufrir el nerviosismo como el que se vive en una final de fútbol, escuchando los nombres de los participantes y las bolas que les salían, ya que si te tocaba bola azul tenías que participar en el servicio y si salía blanca no lo hacías y recogías tú cartilla militar sin problemas, había chiflidos y burlas cuando les salía bola azul, mientras que cuando salía blanca se mostraba el silencio envidioso, al setenta y cinco por ciento de los asistentes debía de tocarle marchar, pues cuando se terminan las bolas blancas los que quedan tienen azul por default.

Bueno, el militar a cargo del sorteo hizo callar tales burlas, afortunadamente antes de conocer mi destino, el cuál supe cuando escuche mi nombre, sentí el cuerpo completamente frío, y después de mi nombre dos palabras que de momento me devastaron como no tienes idea: "bola azul".

Me resigné de momento, pensé dentro de mí que aún tenía 3 meses de disfrutar de mis viernes y sábados como cualquier chavo de mi edad, lo feo comenzó cuando llegó el 1977, sabía que sólo me quedaban semanas hasta el siete de febrero, día que comenzó mi instrucción militar, bueno, seguí con mi sufrimiento y berrinches silenciosos hasta que llegó en 6 de febrero, un viernes, me levanté en la mañana con la alegría de saberme en viernes cuando de repente me llegó el golpe de recordar que al día siguiente iniciaba mi servicio militar, y así, al día siguiente me fui, muy temprano, desde antes del amanecer a cumplir con mis deberes militares, enojado, ardido y sabiendo a mis amigos echados en sus camas como cangrejos y babeando sus almohadas.

Bueno, así el primer mes fue duro para mí, después me fui acostumbrando a ir cada sábado a la Zona Militar siendo esta la No.1 en Tacubaya

Empecé el primer día en la zona, sufriendo por estar en una especie de escuelilla militar sabatina, algo enojado y deseando que llegara el primer sábado de diciembre lo más pronto posible con todas mis fuerzas, en ese instante un minuto me parecía un mes, bueno, ese día formamos las compañías y conocí a los que serían mis compañeros de servicio militar por diez meses, empezamos aprendiendo movimientos básicos como el saludo, el saludar, flancos, como alzar el pie para marchar y esas cosas, y de entrada nos dijeron que cada sábado haríamos honores a la bandera al iniciar la sesión sabatina.

Bueno, siguiendo con el rito militar sabatino, después de rendir honores patrios procedíamos a desayunar, podíamos llevar nuestro almuerzo preferido o pasar a desayunar al comedor de los marinos por una módica cooperación, yo elegí la primera opción en la totalidad de los sábados.

Y ahí recibí instrucciones,

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