Jardin de las delicias.

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En el último panel se encuentra el infierno, en él representado el castigo eterno donde todos los pecadores reciben su condena de parte de todo tipo de creaturas demoniacas que castigan a mortales llenándolos de dolor, se ve reflejado el sufrimiento humano, éstos condenados eternamente por llevar a cabo el pecado de la lujuria. Se ve en la parte alta un escenario lleno de fuego azufre y miles de almas en pena, objetos de tortura en forma de instrumentos musicales, esta escena presidida por un figura antropomórfica llamada “El hombre árbol” quien lleva en su destrozado cuerpo diversas ventas y burdeles, al lado se encuentra “La guadaña fálica” con un claro significado sexual, a la derecha, unos perros devoran a un hombre con armadura, que sostiene un cáliz en la mano. Es el castigo de los sacrílegos. Se observa una criatura que devora humanos en la parte inferior, es el castigo claro de los que cometen gula, se ve también una crítica y castigo hacia los juegos de azar y la prostitución, de igual manera hacia los franciscanos en donde El Bosco pinta un cerdo con el tocado de una monja clarisa quien trata de convencer a un hombre que firme unos documentos que tiene en sus piernas, una crítica directa a quienes hacen mal uso de sellos, firmas y demás como jueces y notarios corruptos, se aclara que hay una crítica a los franciscanos, no a los dominicos.

Estos son pocos detalles sobre todos los misterios y representaciones que se pueden encontrar en esta pintura, y aunque aún faltan, “El jardín de las delicias” de El Bosco es una personificación sobre el origen de la humanidad, los pecados que ésta ha cometido, específicamente el pecado de la lujuria, que para él es uno de los peores, y su respectivo castigo en el infierno, donde los mortales son condenados al sufrimiento eterno en donde la salvación de sus almas únicamente es concebida a través del mismo.