“La Salida” es una propuesta de acción política

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Asimismo, señala Bobbio respecto de los métodos revolucionario y reformista, en los términos planteados dentro de la doctrina política socialista: “Dicho de otra manera: tomando como punto de partida la idea de que tanto las reformas como la revolución deben enumerarse entre las causas del cambio social, es necesario tener en cuenta que su antítesis se refiere a la forma de cambiar, pero no al resultado. (…) Con una cierta aproximación a la realidad, se puede decir que quien es favorable a un cambio gradual por lo general también está firmemente convencido de que para conseguir tal objetivo no sólo es necesario, sino también suficiente, el método democrático.”

Inscribe el autor la visión “reformista” dentro del paradigma de Bernstein, según el cual “el fin es nada, el movimiento es todo”, contraponiéndolo a la visión revolucionaria según la cual “lo que cuenta es el objetivo, que jamás debe ser perdido de vista y con base únicamente en el cual se debe calibrar la validez de la estrategia”.

Según Montenegro, el uso preferible –no excluyente- de la técnica gandhiana de resistencia y el uso del precitado método de cambio social de Bernstein, encarnan la visión demócrata cristiana sobre cómo se debe afrontar la lucha política[6].

El tema del derecho a la rebelión es una constante en la filosofía política cristiana desde sus raíces tomistas. Efectivamente, Santo Tomás de Aquino, partiendo de que no existe obligación de obedecer una ley humana que no se adecue a la ley natural, esto es, a la ley que Dios en su sabiduría estableció para los hombres, en tanto aquella “no es ley sino corrupción de ley[7]”, justificaba incluso la deposición de los tiranos (la bestia) en nombre de la realización de la ley de Dios sobre los hombres. Más recientemente, en el mismo sentido, Maritain ha afirmado respecto del deber de obediencia política: “se puede ser cristiano y preparar la salvación militando en cualquier régimen político, a condición, empero, de no ofender la ley natural y la ley de Dios (…)[8]”. En definitiva, como se habrá notado, la democracia cristiana justificaría cualquier acción política en caso de encuadrarse en el paradigma de la Ley de Dios, dentro de las concepciones de libre albedrío y el amor que propugnara Jesús, según las interpretaciones católicas.

Dicho autor francés, quien escribió el libro citado durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de su profundo sentido de la necesidad de refundación social basada en los principios del iusnaturalismo católico, en todo momento desplegó su análisis presuponiendo que se debía derrotar bélicamente a los enemigos inmediatos del ideal demócrata cristiano, es decir, al Eje Berlín-Roma-Tokio. Ello indica, inequívocamente, que la visión demócrata cristiana afín a las ideas de Maritain no está de plano cerrada al uso de métodos y esquemas “violentos”. No obstante, es claro que solo la admite en forma subsidiaria, como último recurso, cuando se ha demostrado la imposibilidad de generar el cambio político deseado de forma evolutiva, gradual, “reformista[9].

En conclusión, para poder determinar si “La Salida” es aceptable según los principios demócratas cristianos, habrá que determinar varias cosas respecto del chavismo: (i) en lo práctico, si se le concibe como un adversario político al que se pueda derrotar por medios democráticos o por medio del uso de la técnica gandhiana y del método de Bernstein o como un enemigo bélico al que se le deba plantear la lucha en términos “revolucionarios”, buscando su aniquilación; (ii) en lo conceptual, si su estilo de gobierno amenaza lo esencial del ideario demócrata cristiano. He aquí la fórmula básica para determinar si “La Salida” es o no aceptable según los parámetros demócrata-cristianos. La respuesta real corresponde a la dirigencia opositora afiliada a esa doctrina.

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