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La desobediencia civil es un acto contrario al poder y es un bien social.

Enviado por   •  6 de Septiembre de 2018  •  1.921 Palabras (8 Páginas)  •  456 Visitas

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La desobediencia civil, tanto como criminal a la ley convertido en los últimos tiempos en un fenómeno masivo no solo en américa sino en muchas otras partes del mundo. La desobediencia y el desprecio a la autoridad se han convertido en distintos generales de nuestro tiempo, es natural la tentación de considerar la desobediencia civil meramente como un caso especial. Desde el punto de vista de los juristas la ley no queda menos vulnerable por un acto de desobediencia civil que por delito criminal. De ahí que sea comprensible que algunos, sobre todo abogados, consideren que la desobediencia civil practicada a plena luces la raíz de toda la gama de delitos y los argumentos y pruebas en contra no sirven para nada.

La prueba de que hay actos de desobediencias civil que favorecen la inclinación al crimen no solo es insuficiente, sino que ni siquiera existe. Si bien puede verse la desobediencia civil como señal de una importante pérdida de autoridad de la ley, la desolación criminal no es más que la consecuencia obligada de la catastrófica merma de competencias y de poder de la policía.

La desobediencia civil surge cuando una cantidad significativa de ciudadanos se convence o bien de que los canales utilizados tradicionalmente para conseguir cambios ya no están abiertos o a través de ellos no se escuchan ni se atienden sus quejas o bien de que, al contrario, es el gobierno quien unilateralmente impulsa los cambios y persiste en una línea cuya legalidad y constitucionalidad despierta graves dudas.

En otras palabras, la desobediencia civil puede orientarse o bien a un cambio necesario y deseable o bien al mantenimiento o restablecimiento necesarios y deseables del status quo (al mantenimiento de derechos constitucionales o al restablecimiento del justo equilibrio de poder dentro del sistema de gobierno, equilibrio amenazado tanto por el ejecutivo como por el crecimiento enorme del poder federal a costa de los derechos de los estados). En ninguno de los dos casos se puede equiparar desobediencia civil y desobediencia criminal. Hay una diferencia inmensa entre el criminal que teme la luz pública y el desobediente civil que se toma la ley por su mano con actitud abiertamente desafiadora.

El desobediente civil actúa en nombre y en beneficio de un grupo, aunque generalmente se oponga a una mayoría, se enfrenta a la ley y a las autoridades establecidas por principio y no por que intente que no lo atrapen si hace algo malo a título particular. Cuando el grupo al que pertenece es lo suficiente mente relevante por número y por prestigio, se intenta calificarle por miembro de una mayoría coincidente. De todos los medios de que podrían servirse los artificies de desobediencia civil para convencer a los demás y difundir su causa solo uno justificaría que se les denomina “rebeldes”: la violencia. Por lo tanto, la no-violencia se considera generalmente la segunda característica esencial de la desobediencia civil, de lo que se deriva que la desobediencia civil no significa revolución. El desobediente comparte con el revolucionario el deseo de cambiar el mundo y los cambios a que aspira también pueden ser realmente radicales, como es el caso de Gandhi, que siempre se nombre en este contexto como ejemplo máximo de no –violencia. Los actos de desobediencia civil son parte de un Estado de derecho democrático y se desarrollan en sociedades maduras que logran procesar sus conflictos aceptando que las leyes e instituciones legalmente establecidas pueden fallar admitiendo un espacio para la construcción de interpretaciones distintas a la predominantes que, sin embargo, pretenden ser consideradas justas.

Sociedades en donde los ciudadanos tiene el derecho a cuestionar las decisiones tomadas de acuerdo a los procedimientos consagrados en la constitución y las leyes por los poderes legítimamente constituidos partir del ejercicio soberano de la ciudadanía por medio de los mecanismos democráticos tradicionales.

Cabe señalar que el hecho de que se afirme que la desobediencia civil es, entre otras cosas, no violenta, no implica que se considere que solo esta forma de disenso se encuentra justificada en un Estado democrático. La violencia es en ciertos casos extremos de injusticia puede ser un medio legítimo y necesario.

Conclusión

Como conclusión podemos tomar como ejemplo las diferentes manifestaciones sociales que se manifiestan en varios países como Francia, Alemania, el reino unido donde a pesar de tener grandes avances en su constitución y un largo trayecto como protectora de los derechos civiles las manifestaciones para demostrar sus incomodidades tanto en materia de empleo, servicios, educación, llega a institucionalizarse en un plano de derecho donde el Estado por no perder su estado de derecho llega al punto de la insubordinación y a un estado de emergencia pasando encima de los derechos civiles sin importar la gravedad de sus actos, provocando agresiones de parte de las personas negativas y violentas que dejan en su paso daños monetarios y personales.

Desde el punto de vista jurídico, la desobediencia civil se corresponde con una expresión de confrontación con un aspecto del orden legal, pero no implica el enfrentamiento absoluto con el sistema político imperante. Una conducta como esta última hace presente al derecho de resistencia.

Desde el punto de vista del derecho positivo, las desobediencias civiles constituyen un derecho humano irrenunciable e indeterminado, garantizando en su vigencia y efectividad por la norma supraconstitucional de respeto a los derechos del hombre y del ciudadano que no requieren enunciación expresa.

Bibliografía

Thorea, Henry David. Desobediencia civil, , Tumbona Ediciones S.C de R.L de C.V 2012

Arendt, hanna. Crisis de la republica. Trad. Guillermo Solana. Taurus. Madrid. 1999

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