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La innovación y la diferencia como fundamentos de valor.

Enviado por   •  20 de Mayo de 2018  •  2.390 Palabras (10 Páginas)  •  375 Visitas

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Cada área de explotación cultural tiene sus canales estandarizados de consumo. Es por ello que esta cultura innovadora no abre nuevas formas de economización. Lo único que hace es facilitar su consumo en mercados ya definidos. No supone un cambio sustancial en la economía de la cultura puesto que sólo puede apelar a los ámbitos de explotación que ya le han sido asignados. Como mucho puede atraer compradores que, acostumbrados a la etiqueta nuevo, verán en ella un valor positivo que induzca a su consumo

Juan Insua comenta, en este sentido, que «la pulsión por innovar también tiene que ver con la creación de necesidades artificiales, por lo que podría caerse en el círculo vicioso del peor capitalismo, que es el capitalismo salvaje. Queda así manifiesta la estrecha relación que se establece entre la cultura innovadora y un sistema de producción capitalista que necesita de nuevos mercados y nuevos clientes de forma constante para poder permanecer en funcionamiento.

Esta noción de innovación se pone al servicio del mercado garantizando el suministro de productos culturales, como si de un just-in-time en cultura se tratara.

La continuidad cultural y la innovación

La cultura innovadora se enfrenta con otras ideas de cultura como un continuo del que los productos culturales son solo una manifestación que nace de una trama mucho más antigua. En esta obra numerosos autores suscriben esta visión de cultura como un acto colectivo, como una acumulación de saberes que no hacen más que re-actualizarse de forma constante. Todo objeto cultural influye sobre otros, y toda manifestación cultural contiene restos de otras. En ese sentido, la creación siempre es un hecho colectivo.

Para Tarde las formas de innovación más exitosas son aquéllas que son más fáciles de imitar, es decir las que se construyen sobre algo preexistente y por eso se difunden más fácilmente. La relevancia de las ideas innovadoras desde el punto de vista sociológico está relacionada con si son o no asumidas por la sociedad. Sin embargo, Tarde sostiene que en el momento en que son asumidas y ampliamente imitadas dejan de ser nuevas. En este sentido, lo nuevo está muy ligado a la imitación, y también a la forma de su difusión social. Tarde está muy próxima a la sociología psicológica cuando plantea este proceso de difusión.

La cultura innovadora pretende prescindir de este pasado propio para poder así legitimar su supuesta innovación. Se trata así de una idea de innovación que carece de verdadera innovación y que tan sólo traduce novedades. Este fenómeno es muy sintomático de toda una serie de prácticas que se dan en la cultura contemporánea y que ayudan muy poco a que pueda pensarse como un proceso de investigación.

12. Conclusiones: reflexiones, dinero y acciones

Se presenta en primer lugar las transformaciones que afectan a las formas y estructuras económicas que tradicionalmente sustentaban la cultura. La palabra innovación sirve para denominar alguno de estos cambios, pero ésta se utiliza normalmente de forma bastante arbitraria y en muchas ocasiones se obvian las implicaciones político-económicas que subyacen al término.

De modo que, la innovación constituye la clave para romper el estancamiento de los ciclos económicos, abriendo nuevos nichos de mercado y espacios de expansión económica. Según Schumpeter, la innovación, descrita primero como un proceso errático, caprichoso y en ocasiones fortuito, puede «domesticarse» y transformarse así en un elemento de crecimiento empresarial. No obstante, para que esto suceda hace falta comprender los estrechos vínculos que se establecen entre la innovación y la producción de conocimiento. La relación estrecha de la innovación con la producción de conocimiento ha llegado a constituir la clave para entender estos cambios también en la esfera cultural

En la segunda parte de esta investigación se centro en analizar cómo se ha introducido el concepto innovación en la esfera de la cultura. El objetivo era tratar de responder a la disyuntiva entre si iba a suponer un cambio en las formas de economización de ciertas prácticas culturales o si, por el contrario, no es más que una moda pasajera que poco va a alterar la estructura económica sobre la que se sostiene la cultura. Una de las conclusiones a las que se llega en este texto es que no se puede hablar de innovación en cultura como si de un concepto homogéneo se tratara.

Por otra parte, se ha comprobado que los cambios de época, las mutaciones de estilo o de poder dentro del arte se producen de acuerdo a medios precisos de legitimación. De forma paralela se ha notado que las nociones de novedad, transgresión o innovación se usan de forma aleatoria con el fin de referirse a dinámicas muy similares, lo que dificulta la tarea de formular una teoría de la innovación en el arte contemporáneo.

Esta visión de la innovación hace de la cultura un mero recurso al servicio de terceros. Esto nos posiciona de forma crítica ante usos en los que la mercantilización e instrumentalización de la cultura son prácticas frecuentes. Si bien es verdad que se abre una forma nueva de economización del sector, se considera que es tan grande la distancia entre los beneficios que se puedan generar en el campo cultural y los resultados obtenidos en los ámbitos en los que la cultura se aplica, que resulta difícil defender este modelo como una solución económica deseable.

La segunda categoría que propuesta es la de innovación emergente. Desde la perspectiva de que el ámbito cultural constituye un contexto propicio para la producción de conocimiento, ciertos agentes sostienen que es necesario promover estructuras metodológicas específicas, que faciliten la comunicación entre los diferentes agentes del campo, acercando el sector a otros productores cognitivos (como pueda ser la universidad) o pensando en marcos temporales menos estrechos con el fin de que estos procesos de producción cultural/investigación puedan completarse con dignidad y rigor. Se presenta en este texto una idea de cultura más reflexiva y crítica, que afecta no sólo a la formulación de las políticas culturales sino también al funcionamiento de las instituciones y de los espacios expositivos.

Esta cultura innovadora está en el centro de un prolífico número de eventos culturales como festivales, ferias o espacios similares que promueven un consumo rápido de cultura y que necesitan de novedades para atraer a públicos ávidos de «lo último y más espectacular». Esta orientación es diametralmente opuesta a la de la innovación emergente y en parte dificulta su desarrollo.

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