Neoplasias. Nomenclatura
Enviado por Kate • 30 de Mayo de 2018 • 2.641 Palabras (11 Páginas) • 474 Visitas
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Características de las neoplasias benignas y malignas.
La diferenciación entre los tumores benignos y malignos constituye uno de los aspectos esenciales que debe aclarar el anatomopatólogo. Aunque un semblante inocente pueda enmascarar una naturaleza temible, en general, los tumores benignos y malignos se diferencian por una serie de rasgos histológicos y anatómicos.
Diferenciación y anaplasia.
La diferenciación es la magnitud en que las células parenquimatosas neoplásicas se asemejan en su función y forma a las células correspondientes del parénquima sano. La falta de diferenciación se conoce como anaplasia. Las neoplasias malignas manifiestan una gama variada de diferenciación celular parenquimatosa, la mayoría muestra alteraciones morfológicas que delatan su naturaleza maligna. Las neoplasias malignas compuestas por células poco diferenciadas se definen como anaplásicas. La falta de diferenciación, o anaplasia, se considera un rasgo distintivo de malignidad. El término anaplasia significa «formar hacia atrás» e implica una inversión de la diferenciación hacia un plano más primitivo.
La falta de diferenciación, o anaplasia, suele asociarse a muchas otras alteraciones morfológicas.
- Pleomorfismo. Las células cancerosas exhiben, a menudo, pleomorfismo, es decir, una variación en su tamaño y forma. Las células de un mismo tumor no son uniformes, sino que varían desde células de pequeño tamaño con un aspecto indiferenciado hasta células gigantes tumorales con un tamaño varias veces superior al de las vecinas.
- Morfología nuclear anómala. Es característico que los núcleos de las células sean desproporcionadamente grandes, y que la relación entre núcleo y citoplasma se aproxime a 1:1 en lugar del índice normal de 1:4 o 1:6. La forma nuclear varía y, a menudo, es irregular; la cromatina adquiere un aspecto tosco y se distribuye a lo largo de la membrana nuclear o presenta una tinción más oscura de la habitual (núcleo hipercromático).
- Mitosis. A diferencia de lo que sucede en los tumores benignos y en algunas neoplasias malignas bien diferenciadas, se observa mitosis de muchas células de tumores indiferenciados, como reflejo de la gran actividad proliferativa de las células parenquimatosas. La presencia de mitosis no indica necesariamente que un tumor sea maligno o que el tejido sea neoplásico. Las mitosis señalan el crecimiento celular rápido.
- Pérdida de la polaridad. Además de las alteraciones cito- lógicas, se altera mucho la orientación de las células anaplásicas. Las láminas o grandes masas de células tumo- rales crecen de forma anárquica y desorganizada.
- Otros cambios. Las células tumorales que crecen necesitan, como es lógico, un aporte sanguíneo y, a menudo, no basta con el estroma vascular; por eso, se observan grandes zonas centrales de necrosis isquémica en muchos tumores malignos de crecimiento rápido.
Cuanto mayor es la diferenciación de la célula transformada, mejor conservará las capacidades funcionales de su equivalente normal. Las neoplasias benignas y los carcinomas bien diferenciados de las glándulas endocrinas suelen secretar hormonas características de su origen. Las células de los tumores benignos casi siempre están bien diferenciadas y se parecen a las células normales de las que proceden; las células cancerosas están más o menos diferenciadas, pero siempre presentan cierta alteración en su diferenciación.
Metaplasia y displasia. La metaplasia se describe como la sustitución de un tipo de célula por otro. La metaplasia se asocia casi siempre a daño, reparación y regeneración del tejido. A menudo, la célula sustituía se adapta mejor a las alteraciones del entorno local. Displasia es un término que significa literalmente «crecimiento desordenado». Se da principalmente en los epitelios y se caracteriza por una constelación de alteraciones, como pérdida de la uniformidad de cada célula y desorientación arquitectónica. Las células displásicas presentan mucho pleomorfismo y, con frecuencia, contienen grandes núcleos hipercromáticos con un elevado índice nucleocitoplásmico.
Si la alteración displásica es intensa y afecta a todo el espesor del epitelio, pero la lesión no penetra la membrana basal, se habla de neoplasia preinvasiva o de carcinoma in situ. Una vez que las células tumorales rompen la membrana basal, se habla de tumor invasivo o infiltrante. Aunque la displasia se considera una lesión precursora de la transformación maligna, no siempre evoluciona hacia el cáncer. Si desaparece la causa desencadenante, una displasia leve o moderada, que no afecte a la totalidad del espesor del epitelio, puede revertir completamente.
Invasión local.
El crecimiento del cáncer se acompaña de una infiltración, invasión y destrucción progresivas del tejido circundante, mientras que casi todos los tumores benignos crecen en forma de masas expansivas y cohesionadas que se mantienen en su lugar de origen y carecen de la capacidad para infiltrar, invadir o metastatizar. Los tumores benignos crecen y se expanden con lentitud, por lo que suelen crear un ribete de tejido fibroso comprimido, llamado cápsula, que los separa del tejido anfitrión. Los tumores malignos, por el contrario, suelen delimitarse mal del tejido sano circundante y carecen de un plano de resección bien definido. Sin embargo, los tumores malignos con una expansión lenta elaboran, a veces, una cápsula fibrosa, que aparentemente los encierra, y pueden empujar las estructuras sanas adyacentes a lo largo de un frente amplio.
Además de las metástasis, la capacidad de invasión es el rasgo más fiable para distinguir el cáncer de los tumores benignos. La mayoría de los tumores malignos no respetan los límites anatómicos normales y penetran en la pared.
Metástasis.
La metástasis se define como la propagación del tumor a sitios físicamente alejados del tumor primario y marca, de un modo inequívoco, dicho tumor como maligno, ya que, por definición, una neoplasia benigna no metastatiza. La capacidad de invasión del cáncer lo faculta para penetrar a través de los vasos sanguíneos, linfáticos y cavidades corporales, propagándose por todo el organismo. La probabilidad de que un tumor primario metastatice se correlaciona con la falta de diferenciación, una invasión local agresiva, un crecimiento rápido y un tamaño voluminoso. La diseminación metastásica reduce mucho las posibilidades de curación; por eso, si se exceptúa la prevención del cáncer, el logro que más beneficiaría
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