Oportunidades quiero en justicia y verdad. Experiencias de un hijo de migrante

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“Buenos días madre, padre. Perdón que venga a interrumpir tu viaje. Te pido que pongas una mano en el corazón y la otra en el bolsillo. Soy un joven provinciano que quedó desempleado.” La búsqueda de oportunidades no siempre es fructífera. “La chamba está difícil”, “Los trabajos no son estables”, “tres meses y te botan”, “no reciben mujeres casadas o con pareja porque si se embarazan significan un sobrecosto para la empresa”, “aunque sea de cobrador de combi, profe”. Llegan a Lima buscando oportunidades para desarrollarse y encuentran todo lo contrario. Y la brecha se acrecienta y en consecuencia la gran masa de subempleados o desempleados se incrementa. Y la masa de lumpen aumenta brutalmente, y con ellos la delincuencia. Quedan pocas opciones. Las soluciones que se proponen no pasan de pedir a los gobiernos y las autoridades que los reubiquen. Quienes lo piden son quienes se apropiaron del derecho de piso y se sienten dueños de Lima y por ende del Perú. Ciudadanos de primera que piden excluir a los “ciudadanos de segunda”.

Un escritor peruano afirma que: “Uno de los vicios de nuestra organización política es, ciertamente, su centralismo.” Y complementa esta afirmación diciendo: “El regionalismo no es en el Perú un movimiento, una corriente, un programa. No es sino la expresión vaga de un malestar y de un descontento.” No está lejos de la verdad. El problema de la migración, y por ello, del centralismo solo será resuelto si en conjunto, el pueblo de todas las sangres que describió Arguedas, reconquista su derecho de autodeterminarse sobre bases de justicia y honestidad, donde no haya más distinciones entre ciudadanos de primera, segunda o tercera.

Luis E. Rivasplata L. M.

Profesor del Luz Casanova de Breña - Perú