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PRÁCTICA EVALUATIVA PARCIAL RESOLUCIÓN POR PAREJAS

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  3.928 Palabras (16 Páginas)  •  423 Visitas

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Además, me parece que hablar de valor cívico del modo indicado supone sostener que cualquiera que sea educado críticamente se dará siempre cuenta de que todo acto de lucha por la democracia supone un riesgo. No podemos pensar simplemente en quedarnos a salvo, tranquilos, seguros y cómodos. La educación crítica requiere que ambos, maestros y estudiantes, estén siempre en la brecha, y que caigan en la cuenta de que, en cierto sentido fundamental, se producen consecuencias que exigen pagar un precio muy alto. Después de todo, la lucha por la justicia y los principios democráticos siempre implica arriesgarse. El fundamento de la libertad y el aprendizaje crítico es importante, pero si los educadores no dan por sentada la libertad, tendrán que aprender a optar, es decir, tendrán que aprender a practicar lo que podemos denominar pedagogía del riesgo. Pero ese riesgo no se refiere al desarrollo de la propia carrera, sino a la expansión de la esfera de poder y control popular sobre las condiciones de trabajo, aprendizaje y el sostenimiento de la vida pública. Por último, cuando me refiero a la esfera pública no lo hago en el peculiar sentido habermasiano: una esfera pública unificada. Hablo de lo que significa educar a estudiantes para que amplíen las posibilidades de desarrollar diversas culturas públicas críticas. Hay dos clases de culturas públicas: fuertes y débiles. Una cultura pública débil ofrece la posibilidad de una deliberación y diálogo masivos. La gente puede hacer alianzas para ocuparse de cuestiones fundamentales para la vida en una sociedad democrática. En estas esferas públicas, la gente habla, hace ruido, se enzarza en diálogos a voces y se abre a distintas lenguas y puntos de vista. En una esfera pública fuerte, el diálogo se combina con la posibilidad de cambiar las normas. No se limita a un intercambio de ideas, si bien tal proceso es crucial. En este sentido, la idea de una esfera pública diversificada sugiere formas de práctica pedagógica en las que los alumnos aprendan a tomar postura, debatir y esforzarse colectivamente para convertirse en sujetos de la historia.

Kiki.: Tus escritos constituyen una aportación teórica básica sobre la que desarrollar y promover una teoría crítica de la educación que permita una práctica de transformación social.

¿Podrías definirnos claramente las bases que la sustentan y el objetivo principal de la pedagogía crítica?

Giroux: Creo que hay que ampliar la idea de pedagogía para llevarla a una serie de espacios educativos comprometidos con la producción de identidades, conocimiento, relaciones sociales y valores. Al ampliar el significado de la pedagogía se hace posible reconstruir el concepto de profesor como trabajador cultural, es decir, persona que trabaja en los distintos lugares en los que confluyen el conocimiento, el poder y la autoridad. Tal reconocimiento ayuda a reformular el carácter y el objetivo de la práctica pedagógica. En este sentido, la pedagogía se convierte en una actividad cívica que surge de la necesidad de ampliar las condiciones de la actuación democrática humana y para extender las formas sociales que amplían las capacidades humanas críticas para eliminar la violencia material y simbólica de la sociedad, en vez de cerrarlas.

Esa visión de la pedagogía la realza como discurso de transformación y proyecto de posibilidades. Por ejemplo, he aquí una cuestión importante que emerge de tal definición: ¿de quién son los valores, identidades, conocimientos y relaciones sociales que se están produciendo en esos lugares? En otras palabras, ¿quién habla, para quién y en qué condiciones? Para que la pedagogía pueda indicar las condiciones específicas en las que entran en juego el conocimiento, el poder y las identidades como parte de una concepción más amplia de vida social, es fundamental que no la consideremos como una disciplina, metodología o un proceso que ha de transmitirse. Si se reduce la pedagogía a un conjunto de verdades absolutas, metodologías o normas, los referentes éticos y políticos que le dan sentido quedan apartados de la historia, la lucha y la intervención humanas. Precisamente ésta es urca prescripción necesaria para justificar el conocimiento autoritario; una pedagogía sin autocrítica respecto a la política que la representa. La pedagogía debe considerarse siempre como un lugar de conflicto y diálogo. Debería tratarse con respeto, no con reverencia. Con ello quiero decir que las cuestiones relativas a la enseñanza, el aprendizaje, los deseos y el poder deben tomarse siempre como aspectos del conjunto de descripciones relacionadas con la clase de futuro que queremos construir para las generaciones venideras; o sea, crear un mundo sin injusticia y cosas así. Si toda la práctica pedagógica participa en la producción de narraciones, cobra gran importancia plantear la siguiente cuestión: ¿de quién proceden y en qué circunstancias se producen estas historias? ¿Qué relaciones sociales justifican? ¿Qué incluyen o excluyen? ¿Hasta qué punto se hacen cómplices de la herencia patriarcal, colonialista, racista y de otras formas de opresión? Tales narraciones nunca son ingenuas. Si se elimina el escudo de la objetividad de la enseñanza, aparece más claro cómo el ámbito de la pedagogía en su interrelación con la política, el poder y la moralidad, ha de tenerse siempre como un lugar de oposición y lucha. La pedagogía no es algo que se transmita meramente; es algo por lo que habrá que luchar siempre. Como condición para la actuación democrática, la pedagogía debe provocar y desafiar pero, al mismo tiempo, ha de fundarse en una visión ética y política abierta, parcial y dispuesta, como dice Roger Simon: “para llevar a los alumnos más allá del mundo que ya conocen pero sin insistir en un conjunto prefijado de significados alterados.”

Kiki.: En la mayoría de los sistemas educativos occidentales el docente cumple un papel de técnico que ejecuta las consignas marcadas por la administración o sugeridas por las editoriales sobre el qué, cómo, cuándo,... enseñar y evaluar.

2-Pedagogía de María Montessori

“El camino de la educación debe seguir el camino de la evolución: caminar y mirar siempre más lejos de modo que la vida del niño se enriquezca cada vez más”. María Montessori

María Montessori fue una mujer especial en su época, que contribuyó a pensar las pedagogías educativas del momento desde otra dimensión, hizo lo que llamamos una revolución educativa, cambió conceptos e introdujo otras formas de concebir la educación, su método unió la pedagogía, la psicología, la sociología, filosofía y la teología y logró un nuevo avance en la educación.

El

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