Políticas de Ciencia y Tecnología en México

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Al analizar la Ley de CyT podemos deducir que en México hay una política pública de promoción, que ve a la ciencia y la tecnología como motores del progreso, desde una visión positiva y necesaria para el país que correspondería, en principio, con el Modelo lineal de I+D, propuesto por Bush. Sin embargo, desde la promulgación de la LCyT en 2002, se han realizado nueve reformas[6]; que muestran una transición hacia el Trinomio I+D+i, bajo el enfoque de la Triple Hélice en el que la innovación es generada por las interacciones de tres actores principales: academia, industria y gobierno.[7]

La reforma a la LCyT de 2009 establece una clara política pública I+D+i privilegiando la inversión privada con mecanismos de apoyo como estímulos fiscales y financieros, entre otros (Art. 6, Fracc. VI); la integración del Sistema CyT en el sector económico al incorporar el desarrollo tecnológico y la innovación que requiere el aparato productivo nacional para mejorar la competitividad (Art. 2, Fracc. III); así como la optimización del Sistema CyT y del sistema económico al integrar a un mayor número de agentes (gobiernos estatales, comunidad científica y académica, sectores educativo, productivo y de servicios) “para la generación y formulación de políticas de promoción, difusión, desarrollo y aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación”. (Art. 1 Fracc. IV y V).

Respecto a la gobernanza del Sistema Nacional de CTI se reconoce la participación del entramado institucional y actores no-institucionales como interlocutores en los procesos de decisión; sin embargo, la participación ciudadana no es directa, pues no se trata de un público lego, sino que está mediada por grupos o agentes sociales directamente implicados en las decisiones y aplicaciones respecto a la CTI. Siguiendo a Fiorino la participación responde a un argumento instrumental, para evitar la desconfianza en las instituciones y la resistencia social.[8]

En la LCyT las únicas referencias a la Apropiación social del Conocimiento aparecen en los Artículos 2 y 12, como uno de los principios que el Gobierno Federal “está obligado a otorgar para fomentar, desarrollar y fortalecer investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación”. (Fracc. 2 del Art. 2 y Fracc. 12 del Art. 12)[9]

El PECITI ve necesario fortalecer dos mecanismos: la divulgación y comunicación, y el acceso abierto al conocimiento, en el que impera un Modelo Lineal de Difusión del Conocimiento.[10] Estas estrategias revelan que en el pilar Cultura Científica, 7.7% del total de las personas se sitúan como bien informados, 31.0% como moderadamente informados, y 61.4% como escasamente informados, por lo que aún tenemos mucho que avanzar en la comunicación de la CTI. [11]

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