Protocolo de intervención para población desplazada por la violencia
Enviado por Rimma • 31 de Enero de 2018 • 5.496 Palabras (22 Páginas) • 391 Visitas
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Para esta población tal vez una de las situaciones de igual valor emocional al dejar su hogar y por ende su territorio, es tal vez el arribar a un sector donde convivir de manera provisional, un territorio totalmente nuevo, con costumbres diferentes y en muchos casos con la indiferencia latente de su etiqueta (Avendaño). Esta transición es de gran importancia ser orientada y manejada de tal forma que se pueda brindar la seguridad necesaria en cada persona para su renacer y continuar.
El desplazamiento forzado en toda la población, causa diferentes pérdidas físicas, materiales e incluso desvinculación afectiva de seres queridos. El duelo es entendido como la respuesta ante la pérdida de lo amado o lo valorado, lo que implica un trabajo psíquico del afectado, quien se debate entre la negación y la aceptación de la pérdida y avanza, poco a poco, en el camino de renunciar a lo perdido y a reconstruir la vida sin ello (Freud, 1981). Por otra parte, Casado y Leung (2001) proponen la existencia de pérdidas físicas y simbólicas, las primeras son tangibles, como los seres queridos o las posesiones, las segundas son intangibles, como el estatus, los roles sociales o la identidad.
Teniendo en cuenta la importancia de intervenir con la comunidad y elaborar juntos el proceso de duelo, se deben realizar sesiones con el objetivo de minimizar los daños psicológicos en las mujeres desplazadas, en donde se realizará psicoeducación, entrenar en el manejo de las emociones, facilitar la expresión de sus emociones, promover la descripción de las vivencias en torno a las pérdidas no solo humanas, también de su identidad y sentido de pertenecía.
Elisabeth kubler-Ross, fue una de las primeras profesionales-psiquiatra, en describir las fases que atravesamos todos ante cualquier perdida, iniciando la fase de negación y aislamiento, ira, pacto/negociación, depresión, aceptación. Por último hace énfasis en la esperanza. 1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”. 2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente. 3) Pacto/Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la gente y con cualquier dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática vivencia 4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean. 5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo. Tras la aceptación llegará la 6) Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.
En las personas desplazadas, el sentimiento de culpa es inherente, ya que el sentimiento y pensamientos, en cuanto a la situación vivida, y el sentimiento de haberlo evitado o ayudado a las personas que perdieron, o estar en esta situación de desarraigo y solos en un espacio desconocido. Por lo anterior es muy importante, brindar espacio y sesiones que ayuden a las mujeres desplazadas al manejo de la culpa, educando frente a asumir responsabilidades y promover la participación activa frente a propuestas de solución de problemas.
Según, Julio Vicente Pérez, “la culpa produce que busquemos auto-castigarnos para “expiar” nuestros sentimientos de culpa a veces, incluso, llegamos a enfermarnos físicamente, nuestro sistema inmune se debilita, desarrollamos trastornos de ansiedad, etc. En estas ocasiones se habla de culpa no sana o neurótica”. Pero no solo los pensamientos del individuo desarrolla culpabilidad, también en ocasiones son reforzadas por otras personas. Para ello este autor, describe las fases del manejo de la culpa y así minimizar efectos negativos, evitando daños psicológicos o desarrollar trastornos psicológicos.
- Exprésate ante un interlocutor adecuado: Durante el duelo es importante encontrar a una persona que con empatía pueda escuchar nuestros temores, dudas y sentimientos, alguien que esté libre de evaluaciones y juicios rígidos. Solo el hecho de poder verbalizar y ser escuchados en relación a nuestros pensamientos culposos puede aliviarnos emocionalmente. Este interlocutor puede ser un familiar o un amigo que pueda comprenderte, pero también puedes encontrarlo en un grupo de apoyo al duelo o en un terapeuta de duelo.
2. Reconoce tus limitaciones como ser humano: Muchas veces nos sentimos
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