Reflexión sobre el estado actual de la disciplina Pedagogía

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Para quienes contamos con la vocación de enfocarnos en ello, ya sea quienes nos estamos preparando, los que están iniciando la carrera y los que ya ha están disfrutando de las mieses que ofrece como profesionales exitosos (exitosos porque han sabido compartir sus conocimientos), la tarea es plenamente satisfactoria; entregándonos de lleno al quehacer de esta retadora actividad, bien conscientes de ello. Sin embargo, muchos otros no han valorado realmente el trabajo del pedagogo; no son capaces de reconocer lo fundamental que pudiera ser nuestra actividad en la amplia gama de áreas en las cuales somos capaces de incursionar para bien de los seres humanos. Comúnmente restringen nuestra actividad al área de la educación y, peor aún, a un campo en específico: la educación escolarizada, desde sus niveles básicos como lo es el preescolar, hasta las maestrías. Sí, acoto hasta las maestrías, ya que seguro estoy que no se ponen realmente a reflexionar del cómo se obtienen doctorados en esta área, como si fuera algo “divino”. Por lo anterior es que percute en mí pensar lo nacientemente controvertido como estado actual de la Pedagogía.

Por poner un ejemplo: la gente encargada de proporcionar decisiones estratégicas con el afán de mejorar la productividad de la empresa en la que colabora, incontables son las veces que se topa con pared al sugerir que los trabajadores sean capacitados para lograr el objetivo de mejoría, sintiendo ese tope con pared ya que quienes toman finalmente las decisiones bien lo pueden percibir como un gasto extra, rechazando la propuesta de capacitación. Me imagino, sin alucinar, argumentos tales como “¿Para qué? Si lo que quiero es que sean buenos en lo que hacen”. Entonces contra-preguntaría: Buenos en lo que hacen, pero ¿para qué? (a diferencia del quehacer matemático, el orden de los factores, sí altera el producto). Es que acaso ¿ese “tomador de decisiones” lo que quiere es que tan sólo le sirvan bien? Tal y como bien sirve un equipo, una máquina,... ¿una herramienta? Pues no, insistiendo en la controversia, un contra-argumento sería: “No para que tan sólo sean buenos, sino también competentes en lo que hacen tanto aquí como allá y acullá”.

Quizá esté fuera de foco en mi reflexión… tal vez aún no esté consciente que un artefacto [(un objeto, un ser inanimado)], además de ser bueno, también sea competente.

[Conclusión]

Lo nacientemente controvertido es que afortunadamente (aparte de los pedagogos), cada vez hay más personas que están siendo capaces de valorar el fundamental quehacer de la Pedagogía en la amplia gama de áreas que existen, siendo amplias ya que ahí se encuentran contribuyendo seres humanos que requieren de recibir enseñanzas (llámese formación, desempolvo, actualización ante innovaciones, etcétera), retroalimentando con sus ideas y ratificando así que tanto ellos como quienes enseñan, aprenden. La controversia que está naciendo se debe a esas personas que están enfrentando a personas muy encuadradas, cuyo encuadre no les permite abrirse como para visualizar la importante colaboración que la Pedagogía en práctica pueda aportar… dejemos que el mundo continúe, re-estableciéndonos como actores y no más como espectadores… sigamos yendo paso a pasito.

[Nota final]

Como corolario y acotando la definición y significado primarios de la pedagogía (conforme a raíces griegas): esclavo que llevaba los niños a la escuela; ratifico la reflexión intrínsecamente expresada, es decir, el estado actual de la Pedagogía es: esclavos de una pacífica rebelión, rebelión sustentada por aquellos que están comenzando a comprender [lo siguiente: Para que la humanidad continúe evolucionando adecuadamente, no es tan sólo a los niños a quienes hay que llevar].

Autor:

Luis Moreno García

Estudiante de la licenciatura en Pedagogía en UTEL University, México

Inicio de estudios: 9 de septiembre de 2013.