Reseña de la película “Los colores de la montaña”

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Esto es una guerra que ha afectado a más de 2.000 personas, ha desplazado a más de 200 familias y que al parecer nunca acabara, es increíble como estas personas que participan siendo reclutadas o ingresando voluntariamente a estos movimientos revolucionarios son capaces de torturar y matar sin compasión a aquellos seres humanos que no cumplan con sus mandatos y es más increíble como notan el sufrimiento de estas y no paran de hacerles daño, estas organizaciones insurgentes solo se justifican con que son necesidades de defensa.

Al campesino se le exige lealtad y colaboración, y se penaliza con la mínima sospecha de haber favorecido al enemigo, La mayoría de los campesinos que habitan en áreas de circulación guerrilleras reciben un trato semejante de la fuerza pública, ya que estos piensan que ellos colaboran con las guerrillas.

Esto es una problemática que afecta a todos los colombianos no solo a las personas que se encuentran en los pueblos cercanos a los lugares donde se refugia la guerrilla, sino también para aquellas familias que tiene que mandar a sus hijos a prestar servicio militar, son estas personas quienes se enfrentan directamente con las fuerzas revolucionarias, son estas familias quienes en algunos casos desafortunadamente pierden a una hojita de su árbol genealógico.

Estas guerras no son de ahora vienen de aproximadamente más de 50 años, guerras que han destruido a familias, seres humanos y de verdad que gran satisfacción se sintió cuando nuestro Presidente de la Republica Juan Manuel Santos fue capaz de llegar a una conciliación con las FARC EP para poner fin al fuego en cada una de las zonas más afectadas en Colombia por estas organizaciones y más satisfactorio era que estas personas que durante tanto tiempo estuvieron en la selva haciendo tanto daño iban a reencontrarse con su familia y dar un nuevo paso en su vida.

Pienso que la instauración de un orden justo nos debe conducir a una sociedad en paz pero la paz como dice el papa “no es ausencia de guerra, si no comportarnos y tener una justicia más perfecta entre los hombres, debemos ser testigos de esperanza y apóstoles de reconciliación en especial en las situaciones de conflicto en que vivimos, esta reconciliación nos lleva a la conversión egoísta del corazón, por un corazón tolerante para aceptar aquel que actúa diferente y piensa diferente.”

Estas palabras no es más que aceptar a nuestro prójimo con sus ideologías diferentes y que si va a ver guerra que sea “Guerra de ideas, guerras de palabras, guerras de puntos de vistas diferente” que lleven a un acuerdo sin necesidad de utilizar armas y fulizar a cuantas personas crucen o se le interpongan en su camino.