TEMA DE ESTUDIO: La ciudad y la revolución industrial
Enviado por Rimma • 28 de Julio de 2018 • 1.574 Palabras (7 Páginas) • 444 Visitas
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La revolución industrial consistió en una fuerte aceleración del proceso de innovación que se había iniciado en Europa desde la edad media. Para que se produjera la revolución industrial eran necesarias máquinas que no solo sustituyeran el trabajo manual, sino que impusieran la concentración de la producción en las fábricas. Por otro lado, era necesaria una gran industria que produjese una mercancía sujeta una demanda amplia y elástica, en la cual la mecanización de cualquiera de sus procesos de manufactura creara tensiones entre los otros y en la que el efecto de las mejoras repercutiese en toda la economía.
Las características de la revolución industrial son el abandono del medio rural por amplias capas de población en busca de trabajo a las ciudades; expansión y crecimiento de las urbes en torno a las cuales se instalan las grandes empresas industriales; emergencia de la burguesía como clase social detentadora de los medios de producción y que defenderá el liberalismo en la creación de empresas y el comercio; aparición de la cultura del proletariado y, con ella, del movimiento obrero que encuentra su expresión sociológica y filosófica en el marxismo; progresiva desaparición de los modelos ilustrados y de la nobleza como detentadores de la titularidad de los recursos económicos y del poder político.
La revolución industrial producía una aceleración sin igual en la expansión de sus mercados, dado a que ya se habían puesto los principales cimientos sociales de una sociedad industrial, se requerían dos cosas, primero, una industria que ya ofrecía retribuciones para el fabricante que pudiera aumentar rápidamente su producción total, si era menester, con innovaciones baratas y sencillas; segundo, un mercado mundial ampliamente monopolizado por la producción de una sola nación.
Con la revolución se logró la disminución del tiempo de trabajo necesario el impacto social de la relación entre industria y ciudad desde el punto de vista empresarial, la localización de las industrias en las ciudades conlleva una serie de ventajas que han sido definidas como externalidades y economías de aglomeración, que posibilitan el empleo de infraestructuras comunes, equipamientos colectivos, servicios generales y, de manera especial, una mano de obra abundante y cualificada. Tal relación conlleva también de manera implícita la aparición de des economías, que se concretan en conflictos, fricciones sociales, deterioro del entorno e impactos medioambientales, cuya resolución ha quedado invariablemente en manos de los organismos públicos. En origen, todo proceso de desarrollo industrial se sustenta en la utilización de una mano de obra abundante y barata, junto con los demás factores productivos. Con la incorporación de cada país al proceso de industrialización, la primera acumulación de capital fue posible por el empleo masivo de la fuerza laboral a bajo precio.
Actualmente, los avances en la comunicación y el transporte, así como las nuevas posibilidades en la organización empresarial, hacen innecesaria la acumulación cuantitativa de la fuerza laboral en las ciudades de las regiones desarrolladas, por cuanto esta se halla disponible y se emplea ahora en su lugar de origen. Por el contrario, muchas ciudades se hallan afectadas por procesos de descentralización de la actividad productiva y ya no es la mano de obra la que acude al lugar donde se halla la actividad industrial, sino que es ésta la que se desplaza territorialmente en busca de ventajas comparativas, entre las que el coste de la mano de obra siguiendo harto significativo.
Mientras más grande es la ciudad, mayores son las ventajas de la aglomeración. Se construyen vías férreas, canales y carreteras; la selección entre obreros experimentados resulta cada vez mayor, debido a la competencia que se hacen entre sí, los constructores de edificios y también los fabricantes de máquinas, la tendencia centralizadora sigue siendo sumamente fuerte y cada nueva industria creada en el campo lleva en sí el germen de una ciudad industrial.
Durante todo el siglo XIX, el proceso de desarrollo industrial se consolida en determinados países, si bien el progreso económico se establece sobre una base dual, fundamentada en una sociedad con dos estamentos bien definidos y, a la vez, antagónicos. Por una parte, los propietarios de los medios de producción, que fueron configurando un estilo propio de vida, reflejado en la sociedad y, por ende, en el paisaje urbano; y por otro lado la fuerza del trabajo, el proletariado, la clase dominada y explotada, que constituye el ejército industrial de reserva.
En la lógica de producción capitalista, la relación entre los empresarios industriales y la ciudad se establece sobre la base de las ventajas comparativas que éstos han encontrado en las aglomeraciones urbanas que, a su vez, han crecido y se han desarrollado merced al progreso industrial, estableciéndose una simbiosis de intereses desequilibrada, especialmente beneficiosa para la industria y notablemente onerosa para la ciudad en términos de calidad de vida y deterioro medioambiental.
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