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Tarea académica 3 Trabajo que como parte del curso de Investigación Académica presenta el alumno

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  3.687 Palabras (15 Páginas)  •  431 Visitas

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La relación entre el adulto y su hijo deber ser afectiva a inicios de su etapa como familia. Hoy en día existen estudios de Colombia, que evalúan las relaciones paternales para promover una vida de calidad a los infantes.

«Mientras en la infancia las relaciones son asimétricas entre el sistemas de apego (en el niño) y el sistema de cuidados (en el adulto), y sin contenido sexual, en la vida adulta las relaciones son asimétricas entre los dos miembros de la pareja que pueden llegar a ser, a la vez, el uno para el otro, figuras de apego, cuidadores y amantes. De esta forma los sistemas relacionales de apego, cuidados y sexualidad se darían, en este caso, a la vez, estableciendo interacciones complejas.(…) Hazan y Shaver (1987) iniciaron la línea de investigación que estudia el apego adulto centrándose en la evaluación de calidad del apego desde una perspectiva actual (…) Aunque esixten diferencias entre el apego infantil y adulto, como señalábamos al comienzo de este capítulo, estos autores plantean la existencia de un único proceso básico en las relaciones interpesonales a lo largo del ciclo de vida. Los estilos amorosos, entendidos como paegos adultos, están vinculados a la historia de apego infantil y pueden verse como una continuidad de ésta.» (Sánchez 2011: 40 - 41)

Como se menciona en la cita anterior, el padre o madre del niño necesariamente deber ser una figura de apego, cuidador y amante, de esta forma se establece interacciones buenas y de calidad.

De esta manera, no solo se establece una relación, sino también el desarrollo en el niño, por ello la Mag. Miriam Sánchez nos dá a conocer brevemente en el Desarrollo de apego entre el niño y sus padres con mayor sustento en la siguiente cita:

«La constatación de la existencia de distintos tipos de apego en la infancia está desde el principio asociada a la existencia de distintos estilos de relación con niños y niñas por parte de sus padres y madres. Así, los aspectos del comportamiento de los padres predicen el desarrollo de uno u otro estilo de apego en sus hijos. (…) el estilo de apego que los hijos desarrollan se considera dependiente de dos rasgos fundamentales de la conducta de los padres: la disponibilidad y la sensibilidad. » (Sánchez 2011: 16)

Ahora, gracias a la mención anterior, se conoce que las de este desarrollo son la disponibilidad y sensibilidad, conducta y rasgo que debe ejercer el padre, porque si este no aplica su tiempo y no es lo suficientemente sensible con el niño, no existiría o no produciría el apego en la relación de ambos.

Por otra parte, también es indispensable conocer las características del apego, para así reconocer su aplicación. De esta manera, el apego se caracteríza por el esfuerzo en mantener la proximidad con las personas vinculadas. Por el mantenmiento de contacto sensorial, corporal que se produce entre dos personas. También consiste en la seguridad que promueve la explotación del entorno. La ansiedad es otra característica del sistema,es la referencia que genera seguridad.[4]

En resumen, el contacto sensorial, corporal, la seguridad y ansiedad son las características fundamentales en el vínculo de apego. Si se aplica estas actividades mencionadas, se está empezando muy bien el desarrollo hacia el infante.

Desde que nace el niño, ya tiene una experiencia relacional con sus figuras y entorno. Entre los 6 a 8 meses aparecen nuevas capacidades como la percepción y el recuerdo, que permiten reconstruir representaciones mentales con sus figuras de apego. Este aprendizaje acumulado hace que el infante adquiera un estilo de apego expresándose en conductas.[5]

Esto nos indica que un bebé también es capaz de percibir y acumular de manera autónoma su aprendizaje, aunque no se exprese de manera verbal, lo hace con movimientos o acciones naturales como el llorar.

Por eso, el vínculo paterno no solo se debe aplicar cuando el niño ya piensa o es racional, sino también en diferentes etapas de su vida. Empezando desde la primerísima infancia, por esta razón, las licenciadas Becerril y Álvares nos explican sobre este vínculo desde el nacimiento de un bebé:

«La interacción del niño con la madre suele fluctuar en un equilibrio dinámico que se divide en cuatro conductas: el bebé desarrolla la conducta exploratoria (o de juego) en presencia de la figura de apego para obtener información del entorno, pero cuando no se encuentra la madre, la conducta que prima es la de apego. Por su parte, la madre manifiesta una conducta de atención a su hijo cuando el bebé se excede en el juego (…)» (Becerril y Álvarez 2012: 8)

Es importante recalcar el conocimiento de lo mencionado porque en Colombia, así como el resto del mundo, existen casos en donde el bebé es abandonado a días de su nacimiento, por lo que son huérfanos y no tienen a alguien para desarrollar el vínculo.

Después de haber hablado sobre la aplicación del vínculo paterno en el nacimiento, ahora se explicará en la etapa de la primera infancia y dar mención a lo que se debe considerar:

«La teoría del Apego considera que la relación que se establece entre el bebé y su cuidador es esencial en el desarrollo personal y en la estructuración de la personalidad. Muchos de los conflictos psicológicos que se producen a lo largo de las edades, incluso los que entrarían en el ámbito de la psicología, pueden ser explicadas a través del conocimiento de la historia afectiva de los primeros años donde se constituye la seguridad básica y los modelos internos.» (Becerril y Álvarez 2012: 13)

De esta manera, se estaría dando un vínculo efectivo, porque ser modelo o figura y promover seguridad, el niño se beneficiará tanto física como psicológicamente.

En la etapa de la infancia, es necesario instruir a los papás en como educar a sus hijos con pautas de conductas y acciones, para que el niño forje un futuro sano y estable, además sea capaz de tomar sus propias decisiones, responsable de sus consecuencias, autónomo y capaz de aceptar las reglas y normas para su convivencia con la sociedad, todo ello evitando el maltrato físico o psicológico hacia el niño para que desarrolle un buen autoestima en su infancia y cuando sea adulto.[6]

Esta es una necesidad que se debe promulgar en la actualidad, la instrucción para educar a los hijos será factible en las familias que comunmente tiene problemas de diversos tipos, la rigidez dentro de ella fomentará la buena convivencia y un futuro próspero en el individuo.

Además, es conveniente enseñar y hablar a los adolescentes de la etapa que experimentan y su sentimiento acerca de los cambios que pasa, ya que

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