Tema : Comentarios a la duda humeana sobre el proceso de inferencia
Enviado por Eric • 8 de Octubre de 2018 • 1.310 Palabras (6 Páginas) • 339 Visitas
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b) La no identidad de los objetos semejantes. Hume señala que "todos los argumentos que se fundan en la experiencia están basados en la semejanza que descubrimos entre objetos naturales, lo cual nos induce a esperar efectos semejantes a los que hemos visto seguir a tales objetos". Rechaza, en este sentido, la existencia de vínculos de identidad entre dos objetos distintos de la naturaleza, independientemente de su semejanza o parecido.
Es cierto, nuestro conocimiento sobre cuestiones de hecho está basado en apreciaciones sobre las cualidades perceptibles y medibles de las cosas. Si a dos objetos distintos de la naturaleza les llamamos "pepita de oro", es porque observamos en ellos cualidades semejantes de peso, dureza relativa, color, densidad, morfología, etc., que nos permiten establecer un criterio de identidad. Estas mismas propiedades nos permiten establecer suponer grados de identidad con respecto conjuntos mayores de objetos (minerales nativos, minerales metálicos, minerales, materia inorgánica, etc.), deduciendo cualidades comunes. Pero lo hacemos con base en criterios fijos, medibles y contextualizables, y no en experiencias aisladas o en supuestas causalidades. Criterios que, en un contexto dado, nos permiten distinguir al “oro” de otros objetos de la naturaleza. Considérese además que dichos criterios derivan no a las propiedades visibles de los objetos en sí y por sí, sino de aquellas cualidades que resultan de utilidad para satisfacer una necesidad humana cualquiera.
Sobre el particular, basta decir que las relaciones de identidad que establecemos entre dos objetos distintos si bien responden a percepciones, funcionan. Por una parte, permiten la comunicación entre los hombres y el conocimiento como un proceso colectivo, pues llevan implícitos criterios para nominalizar y acceder a la realidad. Considérese que si tenemos dos objetos a los que llamamos "oro", es porque suponemos que comparten un mínimo de características comunes; si asumimos la tesis de Hume en sentido estricto, cada cosa debería llamarse de manera diferente, haciéndose imposible el lenguaje y el conocimiento colectivo. Si bien son convencionales, responden a la necesidad que el hombre, en su calidad de ser social, tiene de apropiarse y de trasmitirse el conocimiento.
Casi al final del apartado, Hume se cuestiona…
Pero porqué esta experiencia debe extenderse a momentos futuros y a otros objetos que, por lo que sabemos, puede ser que sólo en apariencia sean semejantes […]
Lo hace por una cuestión práctica. El conocimiento particularizante no sirve en una comunidad que, para satisfacer sus necesidades, requiere de proposiciones que, especificando criterios y contextos, permita la aplicación de ciertos conocimientos en el mayor número de circunstancias posible. Es cierto, las predicciones y las inferencias sobre cuestiones de hecho no son perfectas y en muchos casos se prestan a equívocos. Pero en el limitado número de posibilidades naturales y sociales del mundo en el que se desenvuelven los "objetos de la razón humana", es posible elaborar proposiciones con un grado razonable de certitud. Ni las potencialidades ni las determinantes de un objeto son infinitas en el universo humano.
Quizá nuestras inferencias no nos brindan un conocimiento total del universo social y natural, pero sí un conocimiento suficiente. Su racionalidad no debe buscarse, pues, en su estructura lógica interna, sino en la manera que nos permiten ligar las propiedades perceptibles de los objetos con determinado contexto, con base en criterios universales y apelando al mayor número de determinaciones posibles. En este contexto, no hay mejor criterio de verdad que el demarcado por la utilidad del conocimiento.
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