¿qué hace que algunas personas sean exitosas?.

...

junto a padres muy trabajadores y luchadores, se forjará la idea de superación en la vida, que todo lo que se quiere tiene un esfuerzo, un sacrificio.

La base del éxito son unos valores adecuados. Los triunfos son vacíos sin un sistema de valores que sirva de marco de referencia. Obtener logros económicos o laborales a expensas de avasallar a los demás o de abandonar otras facetas de nuestra vida no es suficiente.

Se hace necesario un análisis interno en que identifiquemos y ordenemos nuestras prioridades. Nuestras acciones y esfuerzos deben ser siempre fieles a dicho análisis. Como bien decía Goethe: “Lo que importa más nunca debe de estar a merced de lo que importa menos”. En ese mismo examen interno, es conveniente aplicar la máxima de que nuestras debilidades sólo se pueden paliar y nuestras fortalezas se pueden acentuar.

El siguiente paso más importante es fijarse unas metas. Objetivos que deben ser dinámicos, que pueden ser revisados una y otra vez, pero enmarcados dentro de un sueño último, ambicioso, una meta que sirva de horizonte. Como Randy Paush insistía en su última conferencia, perseguir los sueños es el fin más noble al que aspirar, y cada paso que avancemos hacia su consecución será un pequeño éxito.

Relacionado con lo anterior está el ciclo de esfuerzo, sacrificio  recompensa. Para percibir el éxito necesitamos la dinámica de los contrarios. Cuanto mayor el esfuerzo y el sacrificio, mayor será la recompensa. “El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”, explicaba el zorro al Principito. Se genera un equilibrio entre el empeño que se pone en conseguir algo y la satisfacción obtenida al lograrlo.

Conseguir el éxito significa superar infinidad de adversidades, y ser capaces de asumir responsabilidad es un requisito fundamental. Los logros siempre irán precedidos por pequeños o grandes fracasos, intentos fallidos, y si no podemos responsabilizarnos de éstos, no estaremos legitimados moralmente para asumir los éxitos.

Es menester tener siempre en consideración nuestra naturaleza social. Las relaciones que mantenemos con los demás marcan profundamente nuestras vidas. No sólo las relaciones familiares, que por su profundo arraigo genético siempre ocuparán posiciones privilegiadas en nuestras prioridades, sino también las laborales y sociales. El viejo consejo de madre de rodearse de buena gente debe aplicarse en todos los ámbitos y etapas de la vida. Debemos estar siempre dispuestos a escuchar y entender las ideas, los consejos y las motivaciones de los demás; todo el mundo tiene algo que enseñarnos. Y estar dispuesto a aprender, constantemente y durante toda la vida es fundamental para conseguir el éxito.

Como síntesis final, se puede considerar el éxito como el proceso de satisfacción sustentable y congruente de las necesidades simbólicas: social, autoestima y autorrealización.