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Análisis del cuento “Tu bella boca rojo carmesí”

Enviado por   •  20 de Junio de 2018  •  4.591 Palabras (19 Páginas)  •  1.195 Visitas

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El narrador de “Tu bella boca rojo carmesí” es equiscente puesto que conoce casi la misma información que el personaje del que está contando la historia; sólo cuenta lo que atestigua. Utiliza la tercera persona gramatical en singular y no está marcado, es decir, no es parte de la narración y por lo tanto el narratario no podría saber quién le cuenta la historia: “Pudo al fin contemplar con detenimiento una modelo que posaba su figura esbelta en un vestido vaporoso y multicolor” (p. 5). La focalización es doble puesto que el narrador equiscente describe los sucesos desde fuera (focalización externa) y en ocasiones presta la voz al personaje para cambiar a la focalización interna: “Vaya, se dijo, siquiera en estos casos sirven de algo los afanes de mamá” (p. 6). El narratario no está marcado, ya que la historia no está dirigida a un personaje en particular sino a cualquiera que estuviera dispuesto a ver escenas de la vida de otro: “Tardó varias horas en vestirse. Bueno, es que estaban la crema para el cuerpo; los rollitos de las medias que había que desenredar poco a poco…” (p. 8).

La crisis de la dupla sexo/género es el tema principal que se desarrolla en este cuento y para ello se vale de la figura del travesti, quien sexualmente es varón, pero ha decidido adoptar poses y comportamientos ligados al género femenino. La ambigüedad del género gramatical se aprovecha de los deícticos, especialmente los determinantes posesivos como “su” y “sus” y de pronombres reflexivos como “se” y “le”. El narrador favorece que los condicionamientos culturales del narratario sean quienes determinen el sexo del protagonista, al no determinar el género gramatical del personaje. De aquí la sorpresa cuando es llamado por su madre “¡Carlos, Carlos, ya estamos aquí!” (p.9). Si bien es cierto que se procura ocultar el sexo del personaje mediante la neutralización del género gramatical; sí se le adjudican deseos que culturalmente corresponden a las mujeres como el vestirse como una modelo de una conocida tienda departamental (Liverpool).

El nivel semántico funciona de manera interrelacionada con el gramatical y el efecto se torna más contundente en su propósito de plantear la intriga del relato y su resolución. La ausencia de la familia es un factor de gran relevancia para que el personaje manifieste una serie de identificaciones estrechamente relacionadas con los estereotipos de lo femenino. Su deseo es vestirse como modelo y lo llevará a cabo, lo cual se describe a través de la reiteración de ciertos comportamientos que funcionan como embragues narrativos.

Los principales recursos para configurar una identidad femenina son una selección verbal modelizada, una focalización tanto en las características corporales como objetos y dispositivos destinados para su embellecimiento. Los verbos y su modelización (mediante el empleo de objetos directos o circunstanciales, principalmente) subrayan los rasgos que vinculan a las mujeres con la delicadeza, la curiosidad, la carencia de control, la sensualidad como se observa en frases como: “Se mordió el labio inferior”, “rasgó un pedazo de periódico”, “hurgó en el clóset”, “restregó la suavidad de la tela”, “tomó el jabón y comenzó, lenta y suavemente a untárselo en la piel”, “tardó varias horas”, “aplicarse otra capa de bilé”). El personaje regresa a casa porque tiene los pies hinchados y debido a la “hebilla del cinturón que le ajustaba hasta recordar estrecheces de insecto” (p. 5). Además se propone la acción de bañarse como un acto erótico: “tomó el jabón y comenzó, lenta y suavemente, a untárselo en la piel” (p.7), la espuma es imaginada como “las manos amantes que al desnudar acarician” (p. 7), la búsqueda de la ropa lo lleva a recorrer espacios íntimos como la recámara, el guardarropa- clóset, las maletas.

Las siguientes reiteraciones se relacionan con la descripción corporal que remarca, de nueva cuenta la fragilidad y languidez: “sus labios delgados”, “su cintura avispada, “su estómago quedó suspendido”, “su rostro”, “El agua descendía a su cuerpo y resbalaba por él”, “las manos levantadas a la altura de la cabeza”, “la cabeza”, “la elasticidad de sus piernas”). Por último, los accesorios femeninos marcan tanto la relevancia de ciertos momentos en la existencia de las mujeres como los rituales encaminados hacia la seducción (el cinturón de culebrilla, las zapatillas, el bilé carmesí, crema para el cuerpo, las medias, la peluca, las uñas postizas, el vestido vaporoso y el vestido de novia de su madre).

Cuando Carlos es descubierto ante el narratario que ha atestiguado su ritual de bañarse y vestirse estamos ante lo que Clavel ha llamado “un arte del disfrazamiento, asumir una apariencia fugaz para conseguir un fin: el deleite carnal” (2008, p.15). Por ello, el narrador describe las últimas acciones desesperadas del personaje ante la llegada de su madre. El interior de la casa es percibido como una prsión, sólo queda el patio como espacio propicio para la fuga. La calle, entonces, es el espacio de mayor libertad, pues sólo ahí el personaje se siente exitoso y deseado desde la identidad que ha elegido. El cuento, entonces, problematiza este tema, pues (como ya había apuntado en la introducción) la familia se propone como un núcleo relacional que impone valores y comportamientos.

Otra estrategia encaminada a relativizar el género es el uso de las figuras retóricas, principalmente metáboles que recaen en los niveles semántico y lógico, en concreto el hipérbaton, las comparaciones, las metáforas y los lítotes que a continuación revisaremos:

El uso del hipérbaton tiene como objetivo alterar el orden sintáctico de un enunciado para “proyectar fuera del marco normal de la frase uno de sus constituyentes”, al leer el siguiente eslogan que se cita en el cuento: “Colorida y aérea es la moda de la nueva primavera en Liverpool” (p.5) nos damos cuenta que lo importante de la frase son los adjetivos que se utilizan para describir la moda que una tienda departamental marca para la primavera, frase que sirve de pie de foto a la imagen de una modelo que luce su “esbelta figura” y que despierta en el personaje el deseo de parecerse a ella, por eso buscará el vestido colorido de su madre.

En términos retóricos la comparación es utilizada en este caso para relacionar dos fenómenos distintos: “Antes de jalar el cierre de una de las maletas recordó las cajitas musicales que abrigan chucherías sólo importantes para quien las guarda.” Al hacer esta analogía, el narrador también nos remite a lo que ya Bachelard había apuntado en La poética del espacio (2000) acerca de los espacios en los

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