Cuento de la creacion

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Con los días, ya no le bastaba esa pequeña creación. Tenía sed y no sabía si su estomago en serio estaba empezando a hablar o era su soledad la que lo imaginaba. Esa noche sentado meditando como humedecer su boca, un zumbido lo hace estremece y al mirar a su alrededor pensado que era una nueva compañía, ve a una pequeña estrella alejada a unos kilómetros de él,aaaa brillando más que nunca, como si fuera a explotar. Al correr hacia ella, comenzó a sentir sus pasos más lentos y que sus pies se hundían en el fango. Cuando al fin llego al lugar, se dio cuenta que una pequeña Celta brotaba de esta. Unió sus manos y bebió de ella, su boca ya no estaba tan seca y poco a poco veía como se formaba un gran riachuelo, que cubría un gran terreno. Gran parte de su cuerpo estaba sumergido en la cristalina Celta y al darse cuenta, observo como algunas escamas desaparecían de su piel para formar pequeñas criaturas de diferentes colores.

Era tanta la alegría de estos nuevos seres, que se sumergían en el agua y con gran fuerza salían de ella, donde sus gotas suaves, salpicaban y comenzaban a caer en el horizonte. Su cuerpo se lleno de felicidad, salió del riachuelo para saltar por todo el lugar, dando vueltas con los brazos abiertos hasta que algo alto y fornido lo detiene de un sordo golpe. Agnus retrocede unos pasos y visualiza con detenimiento otra especie de criatura, diferente a las creadas por sus escamas, ya inexistentes en su cuerpo. Esta no se movía o tenía ojos. Era raro y le encanto. Este era de un color muy oscuro como el fango y después verde como sus cabellos, con este nuevo espécimen, nacieron mas y mas de la nada; sin siquiera pensarlo. Mientras más llovía, mas nacían. Diferentes formas, tamaños, colores; justo como a Angus le encantaría. El mundo que estaba empezando a crear ya no era plano y tan solitario. Ahora hasta donde podía llegar su vista, observaba grandes rocas alzándose hasta las Asterias, con el nuevo espécimen encimas de estas, algunos, eran tan prematuros que solo se podía ver la parte verde, pero no le importo, estaba demasiado contento como para juzgar la belleza que salió de una Asteria y de él.

Agnus siguió el camino que se formaba y cuando dejo de llover, empezaron a llegar nuevos espécimen, con plumas por todo el cuerpo, algunas de estas corrían, flotaban en el riachuelo, saltaban o hasta se guidaban de él ofreciéndoles ejemplares de diferentes texturas y colores. Agnus los imitaba y sin darse cuenta, ya había saciado su hambre con tan deliciosos sabores, y ninguno parecido al de las Asterias. Solo que en lo más profundo, necesitaba a alguien que lo entendiera, con el que pudiera hablar su idioma, enseñarle su cultura. Agnus no entendía si estaba pidiendo mucho o ya estaba todo listo; pero se negaba a creer en este último.

Unas horas después se recostó a las orillas del riachuelo, cansado. Su mente estaba activa, quería seguir con su misión de crear, ahora más que nunca; pero su cuerpo se negaba a escucharlo así que se rindió, se dejo vencer por el sueño y mientras lo hacía, deslumbro una silueta a pocos metros de él, detrás de estas, aparecían mas. Mientras este se sentía liviano, estos tomaban nitidez; se sentía en casa, y en ese instante, lo entendió todo. Había creado su mayor sueño y con eso él desaparecería, pero se sentía en paz consigo mismo por haber también cumplido la condena impuesta. Y de repente una suave brisa esparció los restos que aun quedaban transformándose en un lugar de paz y calma donde unos nuevos seres superiores habitaban el lugar, cuyo fin era continuar la creación y el contacto con otros planetas.