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¿DE DÓNDE SALIÓ ESTE ROMANCE?

Enviado por   •  9 de Noviembre de 2017  •  2.818 Palabras (12 Páginas)  •  401 Visitas

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dura lex sed lex. Y hasta no hace mucho tiempo se leía en las empresas algún memorándumn y se tocaba en las iglesias el armónium. Todos tenemos en nuestra casa un álbum, rezamos amén, y a ratos nos creemos el non plus ultra del barrio. Además, la prensa deportiva anuncia encuentros de fútbol así: “River versus Independiente, en el campus de la Universidad”.

Que somos latinos, lo somos.

EL TURNO ES PARA LA GUERRA

Muerto en el siglo V el último emperador romano y, como ya dijimos, establecido el latín como lengua común de las colonias romanas, incluida Hispania, comenzaron las invasiones bárbaras. A las Galias llegaron los francos y fue tal su dominio que siglos después las Galias pasaron a ser Francia y el latín francés pasó a ser el menos latino de los romances o el más germano de ellos. A Hispania llegaron los Visigodos, pero nunca Hispania llegó a ser Visigodia; siguió siendo Hispania, aunque no permaneció ajena a la influencia de los guerreros germanos, pero eso eran ante todo los nuevos jefes: guerreros. De ahí que la terminología bélica (del latín bellum) se enriqueció con numerosos aportes germanos: guerra, bramar, heraldo, embajada, compañero, guardia, guardián, espía, pendón, alto, robar, yelmo, dardo, espuela.

Nuestros abuelos germanos buscaban albergues para guarecerse y luego fundaron burgos en cuyas casas había ruecas por un lado y salas por otro, donde se interpretaba el arpa para agasajar a los invitados.

Muchos nombres españoles son de origen germano. Mire a ver si aquí esta el suyo Álvaro (de all, todo, y wars, prevenido) Fernando (de frithu, alianza y nanth, atrevido), Rodrigo (de hroths, fama, i ricks, poderoso), Elvira (de gails, alegre, y wers, fiel). Así mismo, son de origen visigótico Gonzalo, Alfonso, Adolfo, Ramiro, Galindo...

El romance que más tarde llamaremos castellano va formándose así: latín salpicado de celta, adobado con griego y enriquecido con germano.

ALÁ MANDA MÁS PALABRAS PARA AMAR

El reinado visigodo terminó en el siglo VIII, cuando llegaron nuestros abuelos árabes a la península. La guerra contra los cristianos la dirigían los adalides, que recibían información de sus atalayas y dirigían ejércitos armados de alfanges y adargas. El romance se hizo más grato gracias a la llegada del algodón, las almohadas, las alfombras, las jofainas, las babuchas, y el alcohol.

Con la llegada de nuestros abuelos árabes, las muchachas comenzaron a acicalarse para ir a los almacenes y, a pesar de las elevadas tarifas, compraban telas de color azul o carmesí, alfileres, tazas, jarras, azucenas, almíbar, y hasta azúcar por arrobas. Sus románticos pretendientes, fueran alcaldes o albañiles, les regalaban azahares y alfajores, y les cantaban acompañados por el laúd.

¡QUÉ ALGARABÍA!

Cuando los árabes necesitaban algo, oraban a Alá: ¡Oh, Alá! Y nuestros antepasados españoles no se sintieron menos cristianos al decir como ellos: ¡ohalá!, ¡ojalá!

Muchos vocablos españoles surgen de unir el artículo árabe al y el sustantivo: algarabía (que no significa otra cosa que la lengua árabe), álgebra (la reducción), alguacil (el ministro), alférez (el jinete). En las palabras de origen árabe hay muchas aes: hazaña, alcázar, naranja, marras. Entre las palabras más hermosas del origen español, según entrevista del diario chileno El Mercurio a Jorge Luis Borges, José Donoso, Arturo Uslar Pietri y otros escritores famosos, figuran con preeminencia vocablos de origen árabe: ámbar, ajonjolí, alquimia, azul, ojalá...

Aunque la zeta se incorpora a nuestro idioma con la cultura visigoda, muchas palabras con zeta son de origen árabe: azulejo, azahar, zábila, zafra, azafrán, zaga, zagal, zoquete.

Ya con todos estos ingredientes _latín, griego, celta, germano, árabe_ hay un romance bastante elaborado y cada vez más alejado del latín clásico. Aquí puede establecerse ya una clara diferencia entre la lengua notarial, oficial, académica (el latín), y la lengua de comercio, de la calle, de los caminos, de las fondas, de la intimidad, del amor, del romance, que hasta por eso se llamará romance.

LOS MONJES DE LA COGOLLA SE INVENTAN EL CASTELLANO

Hacia finales del siglo X o comienzos del XI, los monjes de San Millán de la Cogolla, cerca a a actual ciudad de Madrid, escribieron al margen de unas homilías, la traducción al lenguaje vulgar, al lenguaje de la calle, de los que en ellas se decía en latín. Este es ni más ni menos el primer texto escrito en castellano. Un castellano que no obedecía a reglas académicas, pues ni había reglas ni había Academia, sino al uso de la lengua común.

Entonces, se pierde el miedo a escribir en vulgar, en romance, en castellano, y se siguen asimilando influencias. Durante el siglo XI, las gigantescas peregrinaciones de francos a Santiago de Compostela van creando un corredor de paraderos, más tarde ciudades, con lo que el idioma se ve enriquecido por provenzalismos y galicismos: homenaje, mensaje, fraile, monje, mesón, manjar, vianda, vinagre. En esta época nace la letra che: chalán, chalet, chambelán, champaña, champiñón, chantaje, chaqueta, charada, charcutería, chovinismo... y hasta un vocablo de extensísimo uso, pero aún no aprobado por las Academias: chance.

Como sucede con cualquier organismo vivo, el idioma evoluciona. Por eso, el castellano de hoy no es igual al que se usaba hace diez siglos, como de seguro el del siglo XXI no será igual al que se usa hoy. En el Poema del Mio Cid se escribió traydores, muort, fuort, en ves de traidores, muerte, fuerte. En documentos notariales del siglo XII se lee mulleres y fillos, por mujeres e hijos. Textos del siglo XIII muestran palomba y maura, que evolucionarán a paloma y mora. Los versos de Gonzalo de Berceo dicen plus blanco y plus bermeio, en vez de más blanco y más bermejo, como se escribiría hoy.

EVOLUCIÓN DE SONIDOS

Y si la escritura evoluciona, la fonética también. En los primeros cinco siglos del castellano hubo un sonido igual al de la sh del inglés actual representado por la x, en palabras como dixo, Xavier, baxo, que después del siglo XVI tendrían el sonido gutural de la jota: dijo, Javier, bajo.

Durante varios siglos se distinguieron dos sonidos ese: el sordo de señor y pensar y el sonoro de osso y espesso. También dos ces: la simple de cerca, circo y la ce con cedilla de braco (brazo) y cabeça ( cabeza). Tanto la doble ese como la ce con cedilla fueron eliminadas del español

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