EL DESTIERRO DE LA IGNORANCIA COMO SINONIMO DE PAZ

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“La juventud es la esperanza del futuro”, es la frase más cliché que retumba por el mundo, en realidad, la educación es la verdadera esperanza, mientras haya jóvenes con cuerpos sanos y mentes sin “estrenar”, solo habrá más cuerpos para la guerra, lo esencial para llegar a los senderos de fueron regados por la sangre de las víctimas y lograr “limpiar” cada historia y huella que dejaron es postulando la educación como único medio para llegar a la paz tan anhelada, que algunas veces llega a ser tachada como un espejismo o deseo más que como una realidad posible de alcanzar.

Tal como afirmó el expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, “La educación es el arma más potente para cambiar el mundo”, cabe inferir que aquella educación debe ir en dirección del papel personal que cumple cada individuo como instrumento de paz, como medio para generar un cambio, cuando las injusticias se presencian lo natural es responder con indiferencia, esto sucede a causa de la ignorancia, la educación es entonces la vía que proporciona a cada individuo las pautas y condiciones que permiten reconocer la paz como ambiente indispensable para una sociedad equilibrada.

La paz no es tan solo la ausencia de conflictos y guerras con otros, la paz también es personal, el individuo que no se encuentra en paz consigo mismo, estará en conflicto con el exterior, es decir, con el mundo que lo rodea, por lo tanto, aquella paz debe ser sembrada desde el interior de cada persona para que posteriormente pueda ser parte del cambio, si el hombre siente algún sentimiento o la más mínima emoción al ser espectador de una injusticia, entonces aún hay motivos para seguir construyendo una paz y no desistir en el intento.

El cambio empieza después de que cada hombre despierta después de estar adormecido por aquel “opio” que no es más ni menos que la ignorancia, la situación en que esta el planeta demanda más artistas, pintores que cambien la historia a blanco y negro por una nueva llena de colores, cantantes que alcen su voz por la paz y el cambio, bailarines que se muevan al ritmo de la danza armónica y embellezcan los espacios con suaves movimientos, escritores que empuñen su pluma y reescriban el cuento de la humanidad, actores que representen las situaciones humanas y generen una profunda reflexión, pero sin lugar a dudas lo que más demanda el mundo es humanidad y este término reúne un diverso conjunto de cualidades, como la equidad, el desprendimiento, el respeto de los derechos y la preservación de la paz como misión esencial de la existencia humana.

En conclusión, la paz es el único fin que debería desvelar la mente de cada hombre, puesto que es el medio esencial para subsistir en un lugar en el que a lo largo del tiempo ha gobernado la guerra, la muerte, la violencia, la sangre tiñendo los senderos, el temor, la pobreza, la ignorancia, las armas, el destierro y demás factores que han destrozado y masacrado sin límite a masas inocentes y otros inconscientes.

“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”

-Rigoberta Menchú- (Líder indígena Gualtemalteca, defensora de los derechos humanos, embajadora de la buena voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz).