El ascenso, tristezas y alegrías

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Ahora sí que la incertidumbre nos castigaba, cinco jugadores de cada equipo definirán desde el punto situado a once metros del arco defendido por el portero, es lo más impredecible en el mundo del fútbol, he aquí el por qué necesitábamos el gol, no queríamos penales.

Comenzaban los penales, todo estaba en silencio, los nervios invadían a toda la afición, me imagino cómo se habrán sentido los jugadores. Comenzó pateando el América anotando el primer penal de la noche (1-0), turno de Patriotas que también anotó (1-1), de nuevo el rojo anotó (2-1) y posteriormente Patriotas también (2-2). Los nervios eran cada vez más a sólo 3 penales de cada equipo para dar terminada la serie y definiendo quién se quedaba en la primera categoría.

Se cobró el tercer penal, el arquero de Patriotas alcanza a puntear el balón con el pie lanzándolo fuera del arco en frente de una hinchada que no lo podía creer, el rojo botó el penal y seguía el turno del rival quien no desaprovechó esa oportunidad de ponerse en ventaja y sí anotó (2-3). Las cosas se veían mal a sólo dos penales de cada uno para acabar, las caras de angustia estaban en todas partes y así pues llegaría el cuarto penal de la serie. El rojo cobró y anotó, igualando el resultado pero aún faltaba el de Patriotas que iluminó de esperanza el camino al patear elevando el balón por encima del arco, se celebró como si hubiera sido un gol rojo, seguíamos vivos (3-3).

Con las cosas iguales, todo lo definiría el quinto penal, penal que desafortunadamente estrelló contra el palo “el tigre” Castillo, sí, el mismo que nos había puesto en ventaja con su gol de cabeza al inicio de la segunda mitad, penal errado, las cosas seguían iguales y Patriotas sólo tenía que marcar en su quinto penal para quedarse con el partido y con la estadía en la A, la desilusión ya se veía llegar, cobró el arquero arriba y fuerte convirtiendo el gol que mandó directo al descenso al histórico América de Cali en el propio Pascual Guerrero repleto de hinchas que salieron desilusionados sin poder asimilar lo que pasó y lo que se vendría, al igual que nosotros.

Apagamos la tele y nos paramos de la sala, estábamos mi tío, un amigo y yo cerca de las nueve de la noche y triste por lo acabado de suceder, mi tío llamado Alejandro fiel seguidor del equipo nos comenta algo.

Tío: Esta es la desilusión más grande que me ha traído este equipo, pero también la única, muchos son los grandes y buenos momentos que nos ha brindado, ahora más que nunca hay que apoyarlo.

Yo: Siempre hay que apoyarlo, en las buenas y en las malas, pero no puedo creerlo todavía, ahora quién sabe qué pase ahí, subir de la B no es fácil, ojalá no sea mucho tiempo.

Tío: Hay que tenerle fe al equipo, puede estar ya en la B pero sigue siendo el América y de allá va a salir.

Estiven: Hay es que seguir fieles el tiempo que sea que esté allá metido.

Tío: Sí, a apoyarlo no más.

Fue una conversación tenue, muy fría, se sentía la tristeza en los tres al hablar pero al equipo lo seguiríamos apoyando al igual que toda esa gigantesca hinchada que siempre lo ha acompañado.