El proceso de Kafka Una ley para vivir
Enviado por Helena • 14 de Noviembre de 2018 • 2.416 Palabras (10 Páginas) • 369 Visitas
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Por último, se encuentran las niñas del pintor. Una de ellas, la que tiene también una especie de deformación en la espalda simbolizando de nuevo lo inhumano, cuando K llega a la casa del pintor le pega varias veces sin razón alguna. Esto representa cómo la justicia, desde un principio, sin dejar que mediante un debido proceso el imputado se de a conocer, lo castiga, le genera daños, y establece un trato violento no respetando la integridad de la persona.
Finalmente, algo que todas tienen en común es esa manía de interrumpir cada vez que K intenta conseguir algún beneficio para su situación. La esposa del ujier lo interrumpe mientras Joseph realizaba su discurso defensivo ante los tribunales, Lenin cuando K iba a tratar con el abogado y su tío asuntos del caso y cuando Block estaba brindándole información sobre lo que sucede en un proceso, lo mismo las niñas en la charla que el pintor contaba a K datos sobre los tribunales. Todo esto deja en evidencia como la justicia, mediante la ausencia de herramientas legales y fundamentadas en la ley, no sirve a los ciudadanos como medio para el desarrollo de una legitima defensa en un juicio, sino que impide y obstruye la realización de esta.
Primer citación a los tribunales
Esta primera convocatoria ante los tribunales se fija para un domingo, día que suele considerarse el día de descanso en cualquier trabajo. Esto reafirma la idea de que el proceso de un juicio no admite respiro, pausa, recreación alguna. Luego, otro aspecto importante de destacar es la falta de información sobre el horario y el lugar a donde debe concurrir. Y es más, cuando finalmente K logra encontrar la sala correspondiente, se le reclama haber llegado “una hora y cinco minutos”[12] tarde. Acá se ve claramente la ausencia de normas por parte del estado, lo cual impide al ciudadano tener conocimiento sobre el desarrollo de su juicio y, a su vez, la consecuencia generada sobre la cual el estado debería responsabilizarse pero la transfiere al individuo.
Seguidamente se describe cómo, una vez dentro de la sala, K se encontraba “presionado contra una mesa”[13] mientras el juez “estaba sentado muy cómodo en su silla”[14], fragmentos que ejemplifican los roles de oprimido y opresor que aquel sistema judicial adjudica respectivamente a cada uno.
Por otra parte, en el descargo de Joseph K frente a los tribunales se exponen claramente, sin ningún tipo de metáfora, ni significado simbólico, las características que rigen en aquel sistema judicial: “es una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, quienes, en el mejor de los casos, sólo muestran una modesta capacidad, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes, sí, es posible que incluso emplee a verdugos (…) Se dedica a detener a personas inocentes y a incoar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los casos, como el mío, un resultado”[15].
Asimismo, cuando K termina de realizar esta defensa, si bien él había creído que quienes lo escuchaban y debían interpretaban sus declaraciones pertenecían a dos bandos destinos, nota que todos eran miembros de una misma organización. Acá se pone en manifiesto la falta de divisiones en el poder del estado.
Acceso a la justicia
Cada vez que K debe ir a alguna parte para recibir información sobre su causa, ya sean los tribunales, la casa del abogado o del pintor, el camino hacia él es largo, dificultoso y sucio. Lo mismo el destino, siempre lugares oscuros con poca visibilidad, como la información que allí se maneja y otorga a K. En los tribunales, K se va topando con niños que generan desorden, no tienen ningún respeto hacia él, lo agarran de los pantalones. Una vez más, no hay limites que regulen las relaciones, la única forma de calmarlos es “traer caramelos para ganármelos o el bastón para golpearlos” piensa K. La ausencia de limites también se ve en el hecho de que los tribunales parecen haber penetrado en todos los ámbitos. No hay limite entre lo privado y lo publico: hay personas que viven en los tribunales, los tribunales están a la salida del cuarto del pintor que se suponía se entraba en lado opuesto a estos, Block debe vivir en la casa del abogado.
Así mismo, cuando K quiere ver los libros que el juez tiene en su despacho, para conocer la ley con la que se le esta juzgando, primero recibe algunas trabas por parte de la lavandera que allí se encontraba, y luego, una vez que los tiene en manos, descubre que son simples novelas. Es decir, el juzgamiento del juez no estaba basándose en ningún tipo de norma legal y preacordada.
Todos estos ambientes le generan a K un mal estar físico, a tal punto que en muchos casos le cuesta respirar, es decir, vivir. Hecho que se consuma en el final de la novela, donde este Estado ausente de leyes, limites y respeto por el hombre lo termina matando.
Ante la ley
Esta parábola hace alución al estado totalitario en el que vive K. El guardián, como en cualquier sistema jurídico, es la figura con la que se representa al juez. Su deber es proteger el cumplimiento de La Ley, sin embargo, esto resulta imposible porque, como se ejemplifica en el relato, el guardián no tienen conocimiento alguno sobre lo que la ley indica, vive fuera de esta y su accionar es independiente a lo que en ella se establece. Así mismo, estorban a los ciudadanos en su intento por instruirse y acceder a ella haciéndoles creer que, primero, deben recibir un permiso para poder entrar en esa vida legal (situación encarnada por el campesino de la parábola). A pesar de que el individuo razone que “La Ley debe ser accesible a todos y en todo momento”[16], hacen oídos sordos a este saber, y sede, como los personajes de la novela, ante la voluntad de los vigilantes. Esto implica someterse a una espera infinita, una espera que les consume toda la vida, con interrogatorios sin sentidos y sobornos de todo tipo, una espera que nunca acaba ya que ese supuesto permiso es inexistente. Esta espera hace referencia al abrumador proceso que enfrentan los acusados, con coimas, rituales absurdos, y una sentencia que nunca llega. Sin embargo, al final de la parábola, se le da a conocer al campesino que la entrada a la ley siempre estuvo habilitada. Lo único que tenia que hacer era no dejarse engañar por el falso poder que el guardián ejercía sobre él y así no obedecer sus dichos.
Como un pueblo, para salir de un estado totalitario (donde la norma que rige es la voluntad del funcionario) debe revelarse ante este e ingresar
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