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El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDA-H)

Enviado por   •  1 de Marzo de 2018  •  4.050 Palabras (17 Páginas)  •  384 Visitas

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El Problema en el aula

El TDA-H está referido entre los desórdenes de la niñez como un desorden de conducta que puede exteriorizarse en tres categorías distintas, lo que se conoce como los sub-tipos del TDA-H. A razón de los niveles de dificultades de atención o impulsividad que demuestre el niño, el diagnóstico puede ser:

- TDA-HI (predominantemente inatento), esto indica que el niño presenta problemas de atención.

- TDA-HH (predominantemente hiperactivo), responde a un niño que tiene problemas de impulsividad, pero no de atención.

- Una tercera posibilidad es la modalidad de TDA-HC (combinado), un diagnóstico así indicado señala que el niño presenta dificultades de atención y de impulsividad.

A luz de las recomendaciones de los profesionales clínicos no es casualidad que los docentes y las autoridades educacionales piensen en estrategias de modificación de conducta cuando se enfrentan a estudiantes diagnosticados con TDAH en sus salones de clase. El comportamiento impulsivo o distraído que caracteriza a estos niños es distinto a los estándares tradicionales de comportamiento supuestos para los contextos educaciones en que se desarrollan. Las aulas de clases están estructuradas como espacios donde:

- El docente imparta conocimiento y modele destrezas.

- Los estudiantes atiendan y aprendan los contenidos de forma pasiva

- El estudiante reproduzca lo aprendido.

Las salas de clase están organizadas como escenarios para el consumo y reproducción de información. En el cual se han delimitado de antemano las conductas de los que se presentan a las salas. Las filosofías educativas predominantes privilegian la preparación general de los maestros para el trabajo en la clase enfocados hacia la enseñanza de las materias. No se observa igual inversión con respecto a la preparación para facilitar el aprendizaje a distintos tipos de educandos con diferentes niveles de destrezas, atención y actividad; como es el caso de estudiantes con niveles de actividad-impulsividad distintos a los tradicionalmente contemplados. La visión generalizada es que estos casos los trabajarán los profesionales de educación especial.

La mayoría de los profesores no pueden diferenciar entre un niño con dificultades de atención e impulsividad de un niño con problemas de impulsividad, pero que no tiene dificultades mayores de atención. Se da una tendencia generalizada de confirmar el diagnóstico sin percatarse del sub-tipo. Esta tendencia entre los docentes es producto a su vez de la práctica clínica de profesionales que no indican el sub-tipo del TDA-H. De hecho, aún en la literatura científica se puede constatar esta práctica; en el 90% de las investigaciones realizadas con poblaciones TDA- H no se identifica la población en sub-tipos.

Al traducir esta práctica a las salas de clase lo que se observa es una mayor atención hacia los síntomas de impulsividad/ hiperactividad, los que por lo general alteran la rutina de la sala de clases, a diferencia de las dificultades de atención no generan problemas de comportamiento en el salón. Esta misma tendencia es la que promueve la visión generalizada de que el TDA-H es sinónimo de hiperactividad. Por otro lado, el desconocimiento de las variaciones del TDAH pone en riesgo el éxito del esfuerzo de los profesionales de la educación, puesto que las intervenciones, aunque bien intencionadas podrían no estar adecuadamente dirigidas.

La evaluación psicopedagógica es un elemento fundamental cuando se quiere determinar la forma e intensidad en que el TDA-H afecta el desempeño escolar del niño, en términos de su rendimiento académico. Incluye un amplio espectro de características relacionadas con la madurez de sus funciones, estilos de aprendizaje, dificultades generales y específicas para aprender, rendimiento, hábitos de estudio, etc.

Para lograr identificar de manera conveniente el síndrome es necesario hacer una apropiada evaluación de los comportamientos de los niños, dentro y fuera de la sala de clases. Dado que los maestros son quienes identifican y conocen de forma privilegiada a los estudiantes, resulta de gran importancia valorar lo que ellos describen y la manera en realizan las observaciones de sus alumnos.

Es común que los profesores envíen informes en los cuales expresan que el niño se aburre fácilmente, que todo lo deja empezado, pero no lo termina, que comienza una actividad y la abandona y a los pocos minutos comienza otra. Lo anterior no responde necesariamente a la falta de interés, sino que es el producto de sus dificultades para concentrarse y, por lo tanto, para persistir en la tarea iniciada.

En todos los casos resulta beneficioso hablar personalmente con el profesor jefe del niño, de ser posible con otros profesores, ya que así se puede comparar opiniones y percepciones sobre la conducta del alumno en distintos ambientes y estilos de clase. Pero además de la observación en la sala de clases resulta de especial utilidad el análisis del comportamiento en ambientes menos estructurados, como por ejemplo en la hora de recreo, donde se puede apreciar la forma en que se relaciona con sus compañeros, obteniéndose así una importante información respecto de otras actitudes del menor.

Educación para la familia

La educación y entrenamiento de los padres en el manejo del TDA-H son esenciales para el éxito del tratamiento. Es fundamental suministrar material de lectura abundante, donde se remarque el hecho de que el TDA-H es un trastorno neurológico crónico cuyos síntomas pueden atenuarse mediante el tratamiento correspondiente. Padres y profesores en conjunto deberán implementar el uso de técnicas tendientes a la modificación de patrones conductuales asociados con el TDA-H, como estrategias de reeducación cognitiva conductual, implementación de entrenamientos para desarrollar habilidades de conducta en el plano social, en grupo y en contextos naturales que ayudan a la preservación de la autoestima.

Desde otro punto de vista, los padres poseen una percepción equivocada respecto del tratamiento. Esta clase de niños son muy demandantes por lo que requieren una gran inversión de tiempo por parte de los padres, por lo que puede generar conflicto dentro de la familia, ya que comienzan las acusaciones de mimar demasiado a los niños y surge la idea errónea de que su comportamiento procede de una crianza inadecuada.

Por lo anterior es necesario clarificar con los padres que el trastorno no

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