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¿Es la literatura una especie cultural en vía de extinción?

Enviado por   •  14 de Agosto de 2018  •  4.049 Palabras (17 Páginas)  •  358 Visitas

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Las personas, tan preocupados por la convergencia económica, no se preocupan muy poco por la convergencia comunicativa. Dejan que los acontecimientos tecnológicos los compriman y rasgan las vestiduras humanistas clamando contra el signo de los tiempos. Los países desarrollados se han volcado en las posibilidades que la nueva tecnología ofrece: educación en línea, bases de datos accesibles desde cualquier punto del globo, desarrollo de instrumentos pedagógicos, bibliotecas electrónicas etc. Algunas de estas iniciativas se están poniendo en marcha ya aquí, pero son de menos. Todo está por hacer, porque casi nada está hecho y las posibilidades son incontables. Es el momento de la inversión y de la imaginación.

La cultura está profundamente ligada a los mecanismos de comunicación. La nueva tecnología digital posibilita los intercambios culturales al poner más información en manos de más gente. El ordenador es ahora puerta y ventana; no produce ese ensimismamiento que le cayó como tópico, sino que abre nuevas posibilidades de encuentros. El rechazo de la tecnología comunicativa es ahora el auténtico ensimismamiento y, en unos años, puede llevar al autismo intelectual.

El campo de las humanidades no puede quedar descolgado, amparándose en un mal entendido sentido de la "cultura". Fueron los humanistas del Renacimiento los que se encerraron con los técnicos impresores para producir esas obras que hoy se consideran monumentos culturales. Las "letras" que ellos manejaron son las mismas que componen el teclado y aparecen en la pantalla del ordenador. Una investigadora norteamericana señalaba hace poco que el precedente de Internet era la red medieval de monasterios que difundían y copiaban por toda Europa los manuscritos valiosos. Se puede seguir pensando en los viejos cauces, podemos seguir utilizándolos con un ejemplar rendimiento... pero no podemos ignorar hacia donde se dirige el futuro.

Por otro lado encontramos La Red que se ha convertido en la gran alternativa para la producción cultural. Y era lógico que así sucediera porque es el espacio posible del riesgo, del debate, del encuentro fructífero. La ventaja de la Red es que es un escenario doble, reversible: es un espacio de producción y es un escenario de visualización.

El ordenador es una herramienta versátil capaz de producir una gran diversidad de objetos. Cuando este ordenador se conecta a una Red se convierte en un medio de comunicación que asume las dos polaridades que estaban separadas en los medios tradicionales: tiene la capacidad de convertir a su poseedor en receptor y a la vez en emisor. De hecho, el ordenador posee la cualidad de asimilar todos los medios anteriores. Al principio esto se vio positivamente, porque se contempló desde un solo ángulo: el ordenador era el receptor universal. A aquel que tuviera un ordenador se le podían hacer llegar todos los medios: la prensa, la radio, la televisión, los libros, etc. Pero no se vio -o no se quiso ver- que si era el receptor universal, también podía ser el emisor universal. Esto implicaba que cada usuario conectado a la Red era un potencial medio de comunicación.

Cuando se descubrió esto, se produjo un cierto pánico que se tradujo en dos reacciones. La primera fue criticar la abundancia de material en la red, señalar que era un caos, y denigrar cualquier tipo de fuente que pudiera ser competencia informativa. La segunda fue más peligrosa. Se trató de seccionar las posibilidades de emisión de los ordenadores. Esto se intentó mediante dos estrategias. La primera se puede calificar de lobotomía digital. Consistía en lanzar al mercado un ordenador descerebrado, un ordenador sin disco duro. Fue lo que se denominó el Net-PC, un ordenador que solo servía para navegar por la red, es decir, convertir a los usuarios en espectadores, llevarlos a una situación similar a la de los espectadores de televisión. Un ordenador sin disco duro es un ordenador incapaz de producir porque es un ordenador sin programas, solo los necesarios para la navegación, un ordenador sin inteligencia productora. El segundo intento es más sutil. Consistió en derivar la red hacia el televisor. Se nos ofrecía la posibilidad de navegar desde nuestra pantalla televisiva, sustituir el ratón por el mando a distancia. Este proceso denominado de convergencia concentraba en el televisor todos los dispositivos receptores separados. Como en el primer caso, la facilidad de navegación exigía la renuncia a la posibilidad de producción.

Ya se ha hablado de la red y el internet esto se encierra lo que se le denomina cibercultura. En la era de la cibercultura, el ambiente de la escritura ha cambiado y no corre peligro de extinción. No hay que dejarse engañar por la fascinación de lo audiovisual: la Red, hoy por hoy, es textual en un 90%. No hay que creer, a los que anuncian, como un logro o como una desgracia, la muerte de la letra y el estallido de la imagen. Es cierto que la presión de los grandes grupos busca redes más rápidas para que quepan en ellas los servicios audiovisuales. El cable se plantea como el medio de desarrollo de lo audiovisual. Pero esto no significa que la información deba extinguirse en su formato textual. Las diferencias entre la imagen y la palabra son lo suficientemente claras y amplias como para que cualquiera de ellas deba fagocitar a la otra. Otra cuestión es con cuál se puede hacer más y mejor negocio, es decir, la perspectiva comercial de nuevo. Los grandes grupos de comunicación comenzaron a tener en cuenta el Internet en el momento que se estableció una correlación clara entre el tiempo que dejaba de pasar la gente delante del televisor para ponerse a navegar por la red. Si se ve el caso concreto del medio para escribir, ha cambiado del ‘lenguaje escrito en la hoja con el bolígrafo’ al ‘lenguaje electrónico con el monitor y el teclado’. En términos de la comunicación, el ciberespacio se ofrece como territorio inmaterial totalmente diferente del espacio real. Un espacio virtual que ha extendido su territorio sin límites, y ha llegado hasta el ámbito del arte y de la literatura.

Se ha hecho una referencia inicial al carácter proteico de los espacios en la Red. Aquí es difícil encontrar formas puras y es fácil, en cambio, encontrar formatos de publicación que tienden a combinar diferentes posibilidades. Frente a la estructuración característica de los medios impresos, la Red ofrece un espacio múltiple, cambiante, con un alto grado de adaptación hacia las nuevas formas, en definitiva, innovador, que partiendo inicialmente de los modelos del mundo de la impresión (libros, periódicos, revistas, bibliotecas, etc.) tiende a realizar combinaciones entre ellos para dar lugar a espacios propios.

La clasificación que

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