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FANTASÍAS O REALIDADES

Enviado por   •  24 de Octubre de 2018  •  1.897 Palabras (8 Páginas)  •  294 Visitas

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El chupamisrto nos comentó que a unos trescientos metros nos íbamos a separar, para subir la colina que estaba enfrente, para ver si nos encontrábamos un conejillo, pero no habíamos caminado ni cincuenta metros, cuando nuevamente escuchamos a nuestra espalda el trote de los caballos desbocados pero de una forma como si estuvieran encima de nosotros, lo que ocasionó que nos hiciéramos a un lado pero ya no como en la forma anterior, con movimientos rápidos pero no drásticos, volteando rápidamente para ver a la supuesta caballada que se nos echaba encima, pero exactamente cuándo lo hicimos el ruido cesó, esta vez el ruido y no ver nada me impresionó mucho, mi espíritu estaba tan intranquilo que me puse a rezar y ganas no me faltaron para echarme a correr, mi compañero y yo hicimos patente el miedo que sentíamos y ambos le preguntamos a nuestro compañero guía, el chupamirto, qué estaba pasando?, a lo que nos contestó: que algún nahual nos estaba haciendo una broma, que no tuviéramos miedo que ya habría modo de ajustarle cuentas y que continuáramos nuestro camino, no muy convencidos así lo hicimos.

Al llegar al fondo de esa loma nos separamos un poco para comenzar subir a la siguiente, para ver si podíamos matar algún conejo, quedándonos de ver en un punto de la cima, no habíamos comenzado a subir cuando vimos que de arriba de la colina salía un resplandor como si fuera una hoguera pequeña, pensé que eran los compañero que en otros grupos se nos habían adelantado y nos estaban esperando, por o que confiado seguí subiendo, pero cual no fue mi sorpresa que de repente la llamarada comenzó a bajar dirigiendo hacia mí, venía como si fuera una línea de fuego, mi compañero Javier después comentó que era una bola de fuego, pero yo la vi, como una línea, como si fuera una víbora que serpenteando, se dirigía hacia mí, por lo que me eché a correr cuesta abajo, en el trayecto, el chupamirto me detuvo y me dijo que no tuviera miedo que sacar los cartuchos de mi escopeta y con mi navaja le hiciera una cruz en el casquillo y que cuando lo estuviera haciendo rezara un Padre Nuestro y un Ave María y que con esto podía matar o ahuyentar al nagual, yendo a decirle lo mismo a Javier, una vez que realicé la operación a mis cartuchos y más envalentonadp comencé nuevamente a subir la loma, cuando de repente hay viene la raya de fuego en mi contra, cuando ya estaba a unos diez metros de mí, le apunté y la raya de fuego se paró y se regresó emitiendo un chillido como el que emite un escuincle, cuando le acaban de pegar ay, ay, ay, ay, durante el ascenso me atacó tres veces más y en todas salía huyendo cuando yo le apuntaba, cuando llegué a la cima ya estaban en ella Wenceslao y Javier e hicimos los comentarios de lo que acabábamos de vivir y Wences dijo pinche nagual encontró la horma de sus zapatos, nos peló los dientes.

Después de los comentarios decidimos ya no continuar buscando conejos y que lo mejor era, ir a reunirnos con los demás en el lugar que previamente habíamos determinado, por lo que el chupamirto dijo que conocía un atajo por donde llegaríamos más rápido, pero que estaba un poco difícil y abrupto, sin pensarlo le dijimos que lo seguíamos, que se pusiera en camino por lo que comenzamos abajar rumbo al río por un camino de una ladera, muy empinada que a un costado tenía una pared y al otro precipicio como pudimos bajamos dando gracias a Dios el no habernos desbarrancado.

Una vez en el fondo, junto al río, el chuparnirto nos dijo que ya estábamos cerca del lugar donde nos quedamos de ver con los demás, que nos pusiéramos en camino río arriba, habíamos andando unos cien metros, cuando Javier aluzó un ámate amarrillo que se encontraba a la derecha del río haciéndonos señas, para que guardáramos silencio y aluzamos el árbol, cuando vimos correr un animal que se quedó quieto a la mitad de una horqueta porque se había deslumbrado, momento que aprovecho Javier para dispararle, pegándole en la cara y ahí quedo quietecito, era un tejón, pero un señor tejón de esos que les llamamos solitarios.

No bien acababa de disparar Javier, cuando a nuestra espalda, habló Don Pedro Asensio, QUIUBO VALES, QUE TRAIN, PORQUE TANTA BALACERA, a lo que conteste, un tejón, Javier acaba de matar uno, quedo arriba del árbol, aluzando el lugar donde este había quedado, y cual no fue nuestro estupor, que en vez del animal, estaba un hombre atravesado en la horqueta, todos nos santiguamos y alumbramos el supuesto cadáver, cuando de repente todas las luces de nuestras lámparas se apagaron y todo quedo oscuro, en los instantes que tardaron en volverse a encender escuchamos una voz que se alejaba que nos dijo ¡PENDEJOS! Cuando la luz de nuestras lámparas se volvieron a encender, en la horqueta del árbol no había nada, nada, yo solamente recuerdo la voz de mi amigo Pedro Asensio que dijo: VAMONOS, ESTO YA VALIÓ MADRE y me desvanecí.

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