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Habilidades Verbales actividad

Enviado por   •  14 de Octubre de 2018  •  2.004 Palabras (9 Páginas)  •  464 Visitas

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Parecía ser los grupos fuertes siempre buscaban al grupo o individuo más débil o tarugo de la escuela. Vaya que no me sorprende me encontrarán eventualmente. Suma mi baja estatura, mi actitud introvertida, y mi otro notable rasgo físico, mi cara de pocos amigos como dice mi madre adorada. Mi rostro siempre ha sido serio, penetrante, imponente. Mi rostro es tan obvio en cuanto a mis emociones. Me dilata tan fácilmente y me es imposible disimular mi enojo, alegría, especialmente mi enojo. Con esto dicho, llegó el día en que un grupo de jóvenes pandilleros salvadoreños dieran por enterado mi existencia. Les parecí un blanco fácil y divertido, alguien con quien desembocar su disgusto por estar en la clase de Inglés como segundo idioma. Esta clase se le da a todo alumno extranjero que no habla Inglés, les ayuda a dominarlo, se incorporen a clases normales y se desenvuelvan más en el lenguaje.

En ese tiempo tenía 16 años de edad en segundo grado de preparatoria. Practiqué artes marciales, Lima Lama para ser más exacto, desde la edad de 5 años hasta la edad de 11 cuando me fui al extranjero. Otro de mis rasgos morales que le debo a esta actividad es la responsabilidad y disciplina para llevar acabo y terminar lo que se nos asigna por nuestros padres, o retos impuestos por la escuela, tareas y desempeño escolar, por ejemplo. Aunque mis padres trabajaban la mayor parte del día, durante toda la semana, aun así, encontraban el tiempo para aconsejar y mantenerse al tanto de mi hermana y yo cuando llegaban a casa por la noche. No dejaban el cansancio ni el estrés del día limitara su responsabilidad y gusto por nosotros. Mis padres encontraban la forma de motivarnos y diéramos lo mejor de nosotros en la escuela. También me inculcaron no crear problemas ni involucrarme en altercados físicos con mis compañeros especialmente por mi conocimiento en defensa personal. Reiteraron el principal propósito de esta arte, no crear problemas. Otra razón por la cual me pedían no tuviera confrontaciones físicas es porque estos tipos de incidentes son penados por el gobierno y tienen repercusiones financieras y disciplinarias, como reclusorios para menores.

Por esto mismo, cuando este grupo de vándalos salvadoreños empezaron a molestarme y buscarme, los ignoraba y simplemente caminaba a otro lado. Sin embargo, poco a poco, las cosas empezaron a escalar. Primero, empezaron por llamarme gordo. Luego, a esconder mi mochila. Después, a empujarme y aventarme cosas. Hasta que un día, después de clase, decidieron esperarme para despojarme de mi mochila, y llamarme de nombres. Al sentirme despojado de mis pertenencias, y ser empujado, no pude controlarme y lancé un golpe al ojo izquierdo de mi agresor quien cayó al piso. Todo mundo en el pasillo se dio cuenta, incluyendo sus dos amigos. De inmediato, se lanzaron sobre mí y todo lo que me importaba era la falta a lo que mis padres me pidieron y solo traté de cubrirme lo mejor que podía porque no quería crear más problemas por mi parte y me mandaran un reclusorio por peleonero. Total, me dieron la golpiza de mi vida.

Al concluir el altercado, me levante del piso, pateado, golpeado, desorientado por los golpes en mis ojos, todo daba vuelta. Recogí mis libros que estaban regados por todo el pasillo, los metí a mi mochila, me la colgué, y caminé al baño para reajustarme. Al entrar, fui al lavamanos, prendí la llave del agua, me miré al espejo mientras escuchaba el agua correr, mis oídos rezumbaban por los golpes. El reflejo en el espejo estaba tan golpeado, mejillas hinchadas, ojos rojos con parpados morados e inflamados, un asco. Al llegar a casa, mis padres estaban cocinando. De inmediato, mi papá se dio cuenta al verme entrar a la cocina. Me preguntó que pasó y le narré el acontecimiento. Al terminar, me dijo que olvidará su regla de no involucrarme en altercados físicos si era necesario y que hiciera lo justo para remediar lo sucedido. Sin pensarlo dos veces, al día siguiente, lo primero que hice fue buscar al líder de los chavos que me asaltaron y le di por enterado que fue la primera y última vez me vacilaban.

Después de esa experiencia, todo salió de proporción. Mal interpreté lo que mi padre me aconsejó. Cuando él dijo si era necesario, yo lo tomé como hacerlo necesario. Durante los dos próximos años de preparatoria aprendí a sobreponerme y enfrentar las situaciones a como se me presentaban. Aprendí a no dejar mi estatura me limitara, forjé mi carácter y no dejarme intimidar por nadie. Las peleas eran constantes, visitas seguidas a la oficina del director, suspensiones, etc. Afortunadamente, esto no duró mucho. En el último año de preparatoria, me di cuenta que, si seguía así, no terminaría nada bien. Así que decidí reintegrarme a la práctica de Karate para forjar mi actitud y criterio.

Ha sido un camino largo y lleno de acontecimientos que me han ayudado a superarme física y mentalmente atraves de las artes marciales. Igualmente, mis rasgos físicos me han enseñado a no dejarme limitar por ellos y usarlos a mi favor. Así mismo, mis rasgos morales que han surgido debido a mis experiencias se han ido mejorando y sumando a mi arsenal. Aún quedan más cosas por compartir, pero esto ya se ha convertido en una novela y solo nos pidieron un breve narrativo. Para concluir, siempre hay que estar dispuesto a salir de nuestra zona de confort ya que nada crece en ésta. Las únicas limitaciones que existen son las que nos imponemos y aceptamos. Siempre a seguir adelante con la frente en alto ya que no le debemos nada a nadie y nuestros propios esfuerzos son los que al final del día nos llevarán a la cima o nos hundirán.

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