LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ: NECESIDAD IMPOSTERGABLE

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Una concepción positiva de la paz implica combatir la discriminación y la injusticia, así como las bases sobre las cuales se sustentan, aboga también por la defensa y el cumplimiento de los Derechos Humanos, así como por la preservación del medio ambiente en tanto que aluden a las condiciones de vida de los seres humanos. Es decir, a una revaloración del ser y la manera de ser de los individuos haciendo un llamado de atención en torno a que la guerra armada es una manifestación ultima de la violencia del ser humano contra otros seres humanos.

La educación para la paz incorpora de una manera decisiva el futuro, ya que implica la obligación de crear las condiciones para que los proyectos individuales y colectivos de la humanidad se puedan materializar, para lo cual la especie humana requiere de tener un futuro.

La democracia es otro componente decisivo de la educación para la paz, puesto que quienes deciden las guerras son unas minorías que anteponen sus intereses a los de la mayoría, tanto de los países como a nivel internacional.

La educación para la paz y los valores en la educación.

Es necesario distinguir entre una educación sobre la paz. La primera se centra en los contenidos, en la información, en las llamadas a los valores acordes con la paz y es indudable que tiene una función muy significativa porque permite sensibilizar a las personas sobre los problemas, pero es insuficiente. La segunda conlleva, además de los aspectos citados en la anterior, una nueva forma de aprender-enseñar-aprender, una vivencia de los valores; una relación íntima, la más estrecha posible, entre educación y vida, vida y educación.

La educación para la paz nos obliga a revisar los valores que transmite la escuela a los niños y jóvenes, tanto como parte de su discurso y sus contenidos, como por las prácticas sociales que en ella desarrollan.

Para hacer esto se requiere una revisión del papel de la escuela y los valores que transmite actualmente por medio de su organización y su funcionamiento, superando las visiones cientificistas y tecnológistas que consideran a la escuela como un espacio neutro al servicio del progreso y convertirla en un espacio comprometido con las necesidades de la época actual y el futuro de sus alumnos.

El profesor y la educación para la paz

La educación para la paz requiere de un modelo de profesor intelectualmente abierto y efectivamente receptivo a las circunstancias vitales de sus alumnos, así como de su entorno; un profesor clave de toda renovación en el que no exista disociación entre la forma de educar y la forma de vivir e implica una educación afectiva, una educación sociopolítica y una educación ambiental.