Labios color de sangre
Enviado por Ninoka • 29 de Diciembre de 2018 • 1.719 Palabras (7 Páginas) • 417 Visitas
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Un día cuando la luna llena emprendió su transitar cautivo, el astro rey comenzó con su huida y la noche se extendió en su total plenitud con su manto adornado por estrellas, nació la última hija del sacerdote más anciano de este estrato social, le llamo Esperanza, porque con su avanzada edad jamás creyó en poder aún engendrar un descendiente más, y de entre todos sus hijos ella era la única mujer, para él éste nacimiento se convirtió en un honor porque sabía que ofrendar una joven virgen al Sol se transformaba en una fuerza enigmática que conforta su alma.
La niña creció bajo un cuidado minucioso, cuando contaba con catorce años le asignaron un guardián, él vigilaba todos sus movimientos durante el día y cuando llegaba la noche permanecía en vela fuera de la morada de la joven para evitar que algún intruso persuadiera los sueños de la jovencita que ya pertenecían al Sol.
Pasaron los días y el destino de Esperanza se aproximaba con lentitud, pero la vigilancia permanente se transformó en un amor pleno donde las miradas se entrecruzaban con una voz reflejada en su brillo, las sutiles risas enaltecían sus almas porque sabían el vibrar de sus amores callados, al jugar el viento con sus rizos de ambos parecía que el tiempo lanzaba una descarada invitación para tocar con caricias la suavidad despertada, más las palabras nunca corrieron porque no eran necesarias.
Llegó el fatídico día para la jovencita; arreglada como la más bella de las princesas de todos los tiempos, vestida completamente de blanco, salió lentamente de su morada prendida de la mano de su padre suspendida a la altura de sus hombros como si quisieran que el sol vigilara su transitar cautivo hasta la piedra de sacrificios, detrás de ellos caminaba el joven con su vista perdida entre el suelo y sus ojos humedecidos entrenublaban su visibilidad. Así llegaron a la plaza de la ciudad, se vistió de silencio el ambiente, comenzaron a sonar unos agudos tambores que anunciaron el principio de la ceremonia vestida de muerte.
Cuando la chica subió la escalinata de la piedra conformada por cinco pálidos escalones todos observaron la fragilidad de su cuerpo en flor que se transparentaba al contacto de la luz del día tras su vestido suntuoso. Fue colocada con cautela sobre la roca rectangular que mustia permanecía al centro de la piedra circular, el sol caía en completa plenitud, eran las doce del día. Retumbaron con más fuerza los sonidos de los tambores, el vestido de la joven fue desgarrado frente a su pecho para dejar descubierta su inocencia de niña, unas ásperas manos le levantaron con una daga en todo lo alto, su filo dormía entre el resplandor del sol para arrancar la vida de la virgen joven, fue entonces cuando el joven lanzo un alarido de negación que retumbo entre los respiros del cielo y se abrió paso entre la muchedumbre para ascender al santuario, todos guardaron entre sus vistas el asombro mientras callaron los tambores.
Después con voz más suave expresó: -¡no le quiten la vida porque yo la amo!-. Insurrección, insurrección fueron las articulaciones emanadas de entre los labios del sacerdote supremo quien ordeno apresar al intruso, fue entonces cuando la fuerza nacida del amor lo llevó a emprender una lucha, pero al final sometido fue y al estar de rodillas completamente inmóvil por la fuerza superior de múltiples guardianes el sacerdote con lanza en mano le traspasó el corazón. En ese instante la doncella ya de pie, con lágrimas entre sus ojos corrió hacia él pero los guardias detuvieron sus pasos. Se ordeno retirar el cuerpo del joven y sobre la piedra circular quedo un charco de sangre, Esperanza logró escapar de sus opresores e hincada con sus tersos labios beso la sangre de su amado, después lentamente se incorporó y abrió sus brazos hacia el cielo, fue en este momento cuando se desprendió de entre el azul claro de los cielos una inmensa luz radiante que envolvió el cuerpo de la chica y poco a poco desapareció su esfinge sobre la faz de la tierra ante la vista plena de toda la tribu.
El silencio fue quebrado por la fuerza del viento mientras pequeños destellos de luz viajaron de entre los cielos para posarse entre las misuras de los labios de todas las mujeres y heredaron un color rojizo, vivo de esperanza, era el sacrificio de amor reconocido por el Dios eterno y el vestigio de perdón para la raza humana.
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