Un escándalo de corrupción se toma toda América latina y de este no se salva nadie

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En cuanto a Colombia no se conocen con claridad cuántas personas ni desde cuándo se venían recibiendo beneficios ilegales que garantizaban que Odebrecht ganara las licitaciones para poder ejecutar la gran cantidad de obras de infraestructura y pues, con el alto grado de corrupción institucional del país, la verdad completa no se conocerá nunca, y peor aún, se teme que los nombres de los culpables difícilmente lleguen a ser conocidos por la opinión, por los cual no es fácil que sean efectivamente judicializados ni condenados para reparar los perjuicios que causaron a la población. Pero con todo esto si se puede afirmar que la corrupción ha legado a superar al Estado, no solo al Colombiano, gran parte de Latinoamérica se vio afectada con estos procesos y apenas después de años, se empiezan a descubrir y a sentir las consecuencias políticas y judiciales de estas acciones. A mi parecer, además de este caso de corrupción, es inaudito que en este y en muchos países de América Latina nos hayamos dado cuenta de todo lo que sucedía con Odebrecht gracias a los Norteamericanos, quienes en primera instancia fueron los que destaparon este asunto de corrupción tan grande que se estaba dando en America Latina.

Una de las confesiones que ha hecho Odebrecht indica que han pagado sobornos por casi 800millones de dólares en 12 países. Un hecho es que 6.5millones de dólares en soborno fueron pagados en el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, y otros 4.5millones de dólares de esos sobornos, se pagaron en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. También existen rumores y señalamientos entre Colombia y Brasil que indican que un dinero de Odebrecht se destinó para la campaña presidencial de Oscar Iván Zuluaga y de su vicepresidente Carlos Holmes Trujillo; y entre esos rumores también se incluye que al igual se hizo un aporte importante a la campaña del presidente Juan Manuel Santos y su vicepresidente German Vargas Lleras. Con esto queda claro que uno de los puntos más débiles de la democracia son las campañas políticas; además de poder concluir que todas las ramas del poder público son susceptibles en todos los niveles. El poder corrupto también se extiende partiendo desde el punto más alto y busca apoyarse en un referente presidencial.

En Colombia hay una gran batalla entre quienes queremos la verdad y los inmensos poderes económicos y políticos que obviamente lo que quieren es tapar las cosas. Se repiten una y otra vez las mismas cosas que vienen de la misma gente, hasta tal punto que el soborno y la corrupción parece ser ya una parte más del funcionamiento de los Estados, además que normalmente al final no termina pasando nada, ese es un hecho y la ciudadanía tiene toda la razón en tener una actitud de repugnancia a lo que está ocurriendo. Los corruptos parecen estar un paso (o muchos) delante de la ley. Por eso es necesario hacer reformas al sistema, promoviendo una vigilancia activa de los procesos electorales y no letra muerta que reposa en resoluciones y decretos.

Y por parte de la ciudadanía, además de quejarse, lo que hay que hacer es enfrentar este problema y dar la batalla, derrotar la corrupción e impedir que sigan tapando todos los delitos que cometen, esto solo puede ser logrado si en vez de guardar silencio, la ciudadanía se moviliza y exige que la verdad abra paso, y además asumir la actitud de entender que si no se cambian las maneras de pensar de los ciudadanos, aquí seguirá pasando lo mismo, porque finalmente gobiernan los mismos porque los ciudadanos, así sean engañados, los han respaldado… entonces el cambio en este problema de la inmensa corrupción que hay en el país solo es posible si todos nosotros, cada uno en su puesto, se moviliza para derrotar a esas fuerzas que llevan al menos medio siglo en el poder, llevando al país a la circunstancia en la que estamos.

“La corrupción como un cáncer se ha enquistado en América Latina, las soluciones no aparecen a la vista; pensar que solamente un endurecimiento de las leyes generaría cambios es como creer que agregando aceite al automóvil este rodará mejor sin cambiar las llantas. Es necesaria una apropiación efectiva de lo público, permitiendo que la representación ejercida por nuestros políticos se haga en doble vía y que el cuestionamiento ético sea el medidor de las acciones en las corporaciones latinoamericanas.”- Guillermo Henao (politólogo)