Ética empresarial: ¿moda o demanda imparable? Bernardo Klilsberg
Enviado por Jerry • 6 de Noviembre de 2018 • 1.499 Palabras (6 Páginas) • 364 Visitas
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tercer término, un rol decisivo es el de la opinión pública. Una encuesta realizada en 2005 en 18 países, encontró que tres de cada cuatro personas dicen que su respeto por las empresas subiría si se asociaran a la ONU para enfrentar los problemas sociales. Estas fuerzas, y la acción de empresarios de punta con alta preocupación social, han impulsado una evolución rápida de la idea de RSE.
Podrían esquemáticamente identificarse varias etapas en este proceso, y ubicarse en cada país en qué etapa están la mayoría de sus empresas. La primera fue la etapa en que dominaba la idea de que la empresa tiene como única obligación generar beneficios a sus accionistas. Choca de frente con las nuevas y generalizadas demandas sociales. Debe generar beneficios pero preocupándose como lo señala el Consejo Mundial de Desarrollo Sostenible “por los empleados, sus familias, la comunidad local, y la sociedad en general, para mejorar su calidad de vida”.
De allí se pasó a la filantropía empresarial, con donaciones en aumento a una rama variada de actividades en muchos casos culturales y educativas. Esos aportes son sin duda valiosos, pero las demandas sociales piden mucho más que eso. Se espera que la empresa además de aportar dinero, ayude a grandes causas de interés
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público con su denso caudal de alta gerencia, tecnologías de punta, canales de distribución, conocimientos financieros.
En la nueva y actual etapa, la de la RSE, se pide a las empresas: buen gobierno corporativo, buena relación con su personal, juego limpio con el consumidor, preservación del medio ambiente pero, junto a ello, compromiso social efectivo. Reich critica las desgravaciones que se usan solo para apoyar “cosas como escuelas de élite, salas de concierto, etc.”. Señala que “hay que dejar de autoengañarse de que este tipo de filantropía hace mucho por ayudar a los pobres”.
Un último pedido es el de que las empresas globales de países desarrollados ejerzan “un liderazgo global responsable” y practiquen en sus inversiones en países en desarrollo el mismo código de buen comportamiento que aplican en sus exigentes medios nacionales.
Las empresas de punta están ingresando rápidamente en el terreno del compromiso social efectivo. Las iniciativas se suceden. IBM termina de preparar y poner a disposición de las instituciones públicas de salud un sofisticado software para ayudarlas a predecir con más exactitud y prepararse para la gripe aviar y otras enfermedades infecciosas. Es el primer producto de la ”iniciativa de epidemias globales” que ha suscrito con la Organización Mundial de la Salud, y 20 instituciones públicas de salud. Google está preparando iniciativas para entregar masivamente computadoras a niños en África. Cisco está entrenando en el uso de internet en los países menos desarrollados. El Grupo Santander ha realizado un gran y reconocido esfuerzo en fortalecer la educación superior a distancia en Latinoamérica.
Sin embargo, a pesar de los avances la fijación en las viejas visiones, o la actitud de que la cuestión es simular que se hace RSE mientras la supuesta “moda” pasa, siguen vigentes. En el caso de Latinoamérica hay importantes esfuerzos en marcha, como los que está liderando la Fundación Carolina, institución pionera en tantos campos, pero también resistencias significativas. Los costes son altos. Las empresas atrasadas en RSE lo pagarán cada vez como indican múltiples fuentes, con
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menos competitividad, baja productividad del personal, y rechazo de consumidores e inversionistas.
Un frente clave es el de la educación en RSE. Se deben abrir en la región iniciativas sistemáticas de formación para los empresarios actuales, y para las nuevas generaciones que se forman en las escuelas de administración, economía, ingeniería y otras. Como enfatiza van Schaik, presidente de la Fundación Europea para el Desarrollo Gerencial, “las escuelas de negocios también tienen que adoptar el concepto de que el bien común es parte de sus responsabilidades, y como las empresas, tienen que alejarse de proteger modelos obsoletos de pensamiento empresarial”.
El tiempo apremia. En un continente como el latinoamericano, con enormes potencialidades pero con tanta pobreza (41 por ciento de la población), exclusión social (uno de cada 4 jóvenes fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo), y la mayor desigualdad de todas las regiones, el rol de la RSE en asistir a las políticas públicas en concierto con la sociedad civil, para enfrentar esos problemas cruciales y alcanzar un desarrollo sostenible es crítico. Es hora de materializarla en compromisos sociales cada vez más exigentes e innovadores.
Washington DC, junio de 2006
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