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Comentario de Ortega y Gasset.

Enviado por   •  13 de Mayo de 2018  •  1.852 Palabras (8 Páginas)  •  449 Visitas

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Ortega vivió una época convulsa. La España de finales del S. XIX está inmersa en el caciquismo, consecuencia de la restauración borbónica y, al mismo tiempo, tiene lugar la perdida de las últimas colonias. Esta situación sume a la sociedad española en el pesimismo, que el regeneracionismo trata de superar. A este movimiento se adhiere Ortega, junto a la generación del 98 (Azorín, Baroja, Unamuno, etc.) y Joaquín Costa. La principal intención de este movimiento es la renovación intelectual y política, la reconstrucción social y la apertura de España a Europa. En 1914 se desata la Primera Guerra Mundial y el totalitarismo se extiende por diferentes países de Europa, incluido España, donde se desencadena la Guerra Civil que termina en la dictadura de Franco. Otros acontecimientos importantes son el crack de 1929 y la Segunda Guerra Mundial.

En el contexto cultural de España, a pesar del alto índice de analfabetismo, emergen una serie de generaciones intelectuales de enorme prestigio y proyección internacional: la generación del 98, la del 14 y la del 27. También ocupan un lugar importante el krausismo y la Institución libre de enseñanza.

Las influencias más notables que recibió la filosofía de Ortega fueron: la fenomenología de Husserl, que pretende hacer del saber filosófico una ciencia estricta; el existencialismo de Heidegger y Sartre, que guardan clara afinidad con la descripción de los atributos de la vida orteguianos,(con Sartre comparte además la idea de que el hombre carece de naturaleza, siendo para ambos el ser humano un “naúfrago” en la existencia, que continuamente tiene que decidir la vida que vivirá); el vitalismo de Nietzsche en varios aspectos ―por un lado, la crítica que hace a la razón pura y a la defensa de los valores vitales y, por otro lado, el concepto de perspectiva de la verdad, que a su vez ya aparecía en la “mónada” de Leibniz―; el historicismo de Dilthey, en lo que se refiere al concepto biográfico de la vida de cada individuo (“el hombre no tiene naturaleza, tiene historia”); y la filosofía analítica de Russell. Además hay que señalar que sus años de universidad estuvieron marcados por las tendencias que impregnaban la época en España (krausismo) y en Alemania (neokantismo). Ortega no se situó en ninguna de estas corrientes mencionadas más arriba, cuyos planteamientos son a menudo opuestos, ni organizó su pensamiento de un modo sistemático. Sin embargo, se ha reconocido, hasta cierto punto, la originalidad de sus ideas que, en muchos casos, han sido absorbidas por alguna de las teorías citadas anteriormente.

Si comparamos a Ortega con Descartes, encontramos múltiples diferencias puesto que, con la aplicación del método cartesiano, la realidad es siempre la misma e idéntica. En cambio, para Ortega la realidad responde a la perspectiva y a la historia. En lo que respecta al conocimiento, para Descartes es verdadero todo aquello que la razón percibe con claridad y distinción. De esta forma, todo puede llegar a conocerse, lo que no ocurre en Ortega, para el que el conocimiento se produce a través de la vida y está condicionado por las circunstancias. Consecuentemente, ningún hombre de ninguna época histórica podrá alcanzar el conocimiento absoluto y definitivo. Descartes entiende el ser humano como un dualismo antropológico (sustancia pensante y sustancia extensa), un ser estático y atemporal. Lo contrario de lo que sucede en el pensamiento orteguiano, donde la realidad radical, que es la vida, está sometida al constante cambio, al desarrollo y a la historia. Si lo comparamos con el pensamiento de Nietzsche, encontramos que en Ortega la razón es un instrumento más para conseguir nuestro proyecto de vida. De este modo, la razón adquiere un uso práctico y teórico, cosa que no sucede en Nietzsche, donde el instinto y lo irracional cobran una mayor importancia. Para Ortega la existencia es el yo y las circunstancias, pero para Nietzsche el yo es solamente una ficción. Además, en Ortega vivir es necesariamente proyectarse en busca del bienestar y la verdad (“el hombre es un devorador de verdades”), mientras que en la filosofía de Nietzsche hay una carencia total de intención en el ser humano. Por último, hay notables diferencias con respecto al pesimismo que muestran Heidegger y Walter Benjamin hacia la técnica.

La repercusión de la obra de Ortega en la vida cultural española y latinoamericana ha sido enorme y, en buena medida, ha contribuido a crear una inquietud y preocupación por cuestiones tan diversas como la estética, la política y la filosofía, siempre desde un lenguaje accesible y cercano. Nuestro autor es considerado un precursor de la postmodernidad y entre sus numerosos discípulos se encuentran: José Luis Aranguren, José Gaos y María Zambrano pertenecientes a la denominada “Escuela de Madrid”.

La visión que Ortega ofrece sobre la técnica está llena de optimismo, un enfoque que cuadra muy bien con nuestra era digital actual y, en especial, con el ferviente entusiasmo de un sector de la sociedad por lo tecnológico. No obstante, esto es algo que yo no termino de compartir ya que, aunque esta genera un campo de libertad mayor, también acarrea limitaciones y peligros a nuestras vidas. Esto es así hasta el punto de que, en ocasiones, en lugar de ayudarnos a desarrollarnos, nos obliga a adaptarnos a ella, empobreciéndonos. Además, no hay que olvidar el uso opresor que de ella hacen las grandes corporaciones y estados, ni el daño que está provocando a nuestro entorno debido a su mala utilización.

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