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Evolución: fe, ciencia y razón

Enviado por   •  4 de Mayo de 2018  •  3.328 Palabras (14 Páginas)  •  509 Visitas

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George Lemaitre publicó en la revista científica Nature (1931) “El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica”. Años después publicaría un libro titulado “La hipótesis del átomo primitivo”. Fred Hoyle rebautizó la teoría del átomo primitivo llamándolo sarcásticamente “Big Bang o Teoría de la Gran Explosión” como la conocemos actualmente. George Gamour, físico ucraniano, le dio una validez definitiva.[5]

Este modelo afirma que la materia se encontraba concentrada en un estado de enorme densidad y temperatura, miles y miles de veces menor que la millonésima parte del núcleo de un átomo. Como consecuencia de la explosión se habría producido una expansión que iría acompañada de un enfriamiento progresivo. En el primer segundo la temperatura sería de unos 10,000 millones de grados centígrados; sólo entonces habría radiación de algunos tipos de partículas entre las que se darían interacciones muy violentas.

Algunos ven en el modelo “Big Bang” un recuerdo de la creación divina en el tiempo, por ende, un dogma de fe cristiano. Es probable que por ello Einstein la rechazó por motivos de índole religiosa, pues no podía admitir un universo que variaba con el tiempo debido a su pensamiento panteísta de Dios.[6]

Asimismo, cuando se piensa en esa explosión inicial, es a partir de “algo” previo que explosiona, no es auto creación. La creación a partir de la nada no puede ser obra de fuerzas naturales, pues la creación es obra propia de un ser superior, Dios. Por ello, resulta sorprendente que en la actualidad algunos científicos pretendan estudiar la creación del universo mediante las leyes de la física sacando conclusiones con métodos fuera de su escenario.

EL ORIGEN DE LA VIDA: LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN

“Existe en la actualidad un amplio consenso entre los biólogos acerca del hecho de la evolución aunque también existe discrepancias, a veces serias acerca de su explicación” MARIANO ARTIGAS, Filosofía de la Naturaleza, EUNSA, Pamplona, 2011, p.260

La teoría de la evolución pareciera que es contradictoria u opuesta a la explicación de los relatos de la Biblia o a la visión religiosa del origen del hombre y la vida. El evolucionismo, más allá de ser una teoría científica, se convierte en una explicación filosófica del mundo que toma como base algunos datos científicos, aunque de ellos surjan otro tipo de explicaciones que no se oponen a la visión religiosa y hasta son coherentes con ella.

Las implicancias teológicas que se deducen, afectan principalmente a dos grandes cuestiones: la acción de Dios en el mundo y la singularidad humana. El mensaje cristiano sobre esos temas ha sido siempre y continúa siendo el mismo. Ante esto, el evolucionismo ha sido empleado y continua usándose, como un arma para combatir el cristianismo, como si las teorías evolucionistas, por si mismas, hicieran innecesario admitir la existencia de Dios, del gobierno divino del mundo, de un plan divino acerca del ser humano y de la existencia de dimensiones espirituales en la persona humana[7]. Por otro lado este estudio permitiría abrir nuevas perspectivas que ayuden a profundizar en la acción divina en el mundo y en la naturaleza del ser humano.

Francisco Ayala, uno de los principales representantes del neodarwinismo ha escrito que la creación a partir de la nada es una noción que por su propia naturaleza, queda y siempre quedará fuera del alcance de la ciencia “y que otras nociones que están fuera del ámbito de la ciencia son la existencia de Dios y de los espíritus y cualquier actividad o proceso definido como estrictamente inmaterial”.[8]

Por otro lado, Ayala recoge la opinión de teólogos según los cuales “la existencia y la creación divinas son compatibles con la evolución y otros procesos naturales. La solución reside en aceptar la idea de que Dios opera a través de causas intermedias que una persona sea una criatura divina no es incompatible con la noción de que haya sido concebida en el seno de la madre y que se mantenga y crezca por medio de alimentos (…) También puede ser considerada como un proceso natural a través del cual Dios trae las especies vivientes a la existencia de acuerdo con su plan.”

Ayala menciona que la mayoría de los escritores cristianos admiten la teoría de la evolución biológica y que el papa Pio XII en su encíclica Humani Generis en 1950 reconoció que esta es compatible con la fe cristiana al igual que el papa San Juan Pablo II lo repitió en un discurso en 1981.

La evolución ha sido definida “como un proceso en el tiempo, irreversible, en una sola dirección, que durante su curso genera innovación, diversidad y niveles más altos de organización.”[9]

En el campo específico de la biología el término significa “un proceso por el cual los organismos recambian con el paso del tiempo, de tal forma que sus descendientes difieren de sus antecesores”[10]. Esto quiere decir que las especies animales no siguen patrones inmutables y eternos, sino que se encuentran emparentados con sus antepasados comunes de los que proceden.

Fue Charles Darwin quien realizó una serie de observaciones que le llevó a sostener que las especies actuales proceden de otras anteriores gracias a variaciones graduales al azar y selección natural. Algunas especies, por una causa no explicada, gradualmente van cambiando con el tiempo. Esos variaciones dejan a unas menos aptas y se extinguen, mientras que otras, en cambio, terminan por estar mejor preparadas y permanecen.

Su libro “El Origen de las especies” en 1859 fue una verdadera conmoción pues muchos creían que se socavaba las bases mismas de la cosmovisión teológica y religiosa. La Iglesia Católica nunca condenó la doctrina evolucionista, a pesar de que en un inicio se presentó como antagónica a la religión, quizás por este motivo numerosas instituciones se opusieron a ella en un inicio.

Esta postura se mantiene hasta hoy en algunos sectores como en el estado de Texas, Estados Unidos, en el cual encontramos una gran oferta de textos escolares, la junta de educación aprobó una resolución en la que se decía “que los textos que tratan de la teoría de la evolución harán notar que sólo es una de las varias explicaciones de los orígenes de la humanidad y evitarán lo que limite a los jóvenes en su búsqueda del sentido de la existencia humana”[11] limitando así el espacio dedicado a la evolución.

Tal vez se comprenda mejor la polémica desatada si se analizara el contexto original. El siglo XIX estaba influenciado por el positivismo y el racionalismo, por ese motivo se pensaba

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