Resumen sobre Empirismo Británico

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De esta exposición se sigue la relación de dependencia de las cualidades secundarias con respecto a las cualidades primarias: en la medida en que aquellas “no son nada en los objetos”, y dependen del volumen, forma y movimiento de las partes “reales” de un cuerpo.

Y aún de la anterior distinción Locke saca la siguiente observación: “que las ideas de las cualidades primarias de los cuerpos son semejanzas de dichas cualidades, y que sus modelos realmente existen en los cuerpos mismos; pero que las ideas producidas en nosotros por las cualidades secundarias en nada se les asemejan”.

Realismo crítico (parágrafo 17)

De la precedente exposición se siguen dos grandes conclusiones que permiten caracterizar la doctrina de Locke como “realismo crítico”: (1) sólo el volumen, el número, la forma, y el movimiento, particulares de las partes de los cuerpos existen realmente en los cuerpos, es decir, con independencia de que yo pueda o no percibirlas. (Por tanto las cualidades primarias pueden en este sentido ser denominadas “cualidades reales”); por esta razón (2), reduciendo a sus causas “primeras” (jejeje) la totalidad del contenido de nuestra mente, solo nos encontraremos en posesión “real” de ideas de cualidades primarias.

Libro II, capítulo 32

Ninguna idea, en cuanto apariencia en la mente, es verdadera o falsa. Esto solo podrá ser atribuido con propiedad para la emisión de juicios, es decir, “siempre que la mente refiera cualquiera de sus ideas a cualquier cosa extraña a ellas”.

Libro IV, capítulo 11

Esta sección versa sobre nuestro conocimiento[8] de la existencia de otras cosas. En síntesis la argumentación de Locke se reduce a cinco puntos a favor:

- No podríamos tener ideas si no fuera por el concurso de nuestros sentidos. En otras palabras, las ideas de sensación son una justificación suficiente de que hay cosas independientes del entendimiento.

- La inevitabilidad de las ideas de la sensación con respecto a las ideas de la memoria, evidentemente distintas[9] de las primeras.

- El placer y el dolor que acompañan las ideas de sensación no se produce, por ejemplo, junto con las ideas de la memoria.

- Ayuda de los distintos sentidos para predecir la existencia de cosas externas.

- Aceptando las limitaciones del pensamiento (objeciones cartesianas), pero nuestras ideas son suficientes para sobrevivir.

EL IDEALISMO DE GEORGE BERKELEY EN “PRINCIPIOS DEL CONOCIMIENTO HUMANO”[10]

I. Locke determina a las ideas como el objeto del entendimiento humano[11]. La palabra “cosa” viene a significar en este arranque “conjunto de ideas de sabor, textura, color, etc.[12]”.

II. “La existencia de una idea consiste simplemente en ser percibida”[13]. Lo que implica la necesidad, aparte de las ideas, de la existencia de un ser activo sujeto de la percepción, llámese mente, alma, espíritu, o yo.

III. Berkeley desarrolla la idea del parágrafo anterior[14]: “Cuando digo que había un olor, quiero decir que fue olido; si hablo de un sonido, significo que fue oído, etc.”

IV. Concebir la existencia de cosas que no sean percibidas implican contradicción.

V. El autor habla de la causa de la persistencia de este pensamiento contradictorio: la doctrina de las ideas abstractas. Aquí Berkeley entiende abstracción en el sentido de “separación”: separar una idea en su existencia mental y su existencia independiente de la mente. Los esfuerzos de este tratado se orientan en gran medida a evitar la existencia de ideas abstractas (separadas), o ideas sin-sentido.

VII. “De lo dicho se sigue que no hay otras sustancias sino las espirituales, esto es, las que son capaces de percibir”. Estos términos replican la fórmula del argumento anterior: es una contradicción la existencia de cualquier sustancia no-pensante.

VIII. Las semejanzas solamente pueden ser de ideas. De lo que se sigue que no existen cosas externas “semejantes” a tales ideas. Pues estas: ¿Son perceptibles por sí mismas? Si lo son, entonces son ideas; si no lo son, desafío a que se me diga si tiene sentido afirmar que un color es semejante a algo que es invisible, o que una cosa dura o blanda es semejante a algo intangible”[15].

IX. Berkeley objeta la noción lockeana de ideas de “cualidades primarias”, las últimas cuales, como ya hemos visto, existirían con independencia del sujeto de la percepción. En palabras de B.: “con independencia de la mente en una sustancia no pensante a la que llamamos materia. De donde se sigue que por materia debemos entender una >”. Por tanto, conforme a lo ya expuesto, la materia implica contradicción.

X. [1° Argumento ad hominem][16]. Para Berkeley la dependencia de ideas de cualidades secundarias (ver realismo de Locke), implica a su vez la dependencia de ideas de cualidades primarias con respecto al entendimiento, en la medida en que no es posible disgregar en la experiencia de ambos tipos de ideas: “No está en mi poder el forjarme la idea de un cuerpo extenso y en movimiento sin atribuirle algún color y alguna de las otras cualidades que se admite existen sólo en la mente.

XI. [2°Argumento ad hominem]. Nociones admitidas como relativas a la perspectiva del sujeto (rapidez-lentitud, grande-pequeño, etc.) son tan dependientes de la mente como aquellas tenidas por absolutas, como la extensión, de otro modo “la extensión que, según se afirma, existe con independencia de la mente, no es ni grande ni pequeña; y de igual modo el movimiento no es ni lento ni rápido; es decir, no son nada en absoluto[17]. Pero se dirá que existen extensión en general y el movimiento en general…” –esto es, extensión y movimiento abstractos.

XIV. [3°Argumento ad hominem]. Las ideas de cualidades primarias resultan tan relativas al sujeto como las ideas de cualidades primarias (el color depende tanto de la disposición del sujeto como la extensión).

XV. Es de notar en este punto de que Berkeley nunca afirma la inexistencia de objetos externos. Más bien, tiende como consecuencia de sus bases epistémicas a argumentos escépticos: “este modo de argüir no es decisivo en cuanto al color y extensión de los objetos, porque los sentidos no nos dan a conocer qué cosa sea el color o la verdadera extensión de los objetos externos”.

XVI. La materia no tiene