Analizar historias de vida

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La entrevista empieza con Don Gerardo comentando sobre como inició su gusto por la lucha libre y comienza con su relato a los 12 años a sus doce años, época en la cual menciona, “mi papá, un hombre de campo, no es que sabía nada, ha oído con amigos que va a haber lucha libre, en ese tiempo en la Plaza Arenas, (…) ese era el mejor escenario de Quito: para los toros, para cualquier espectáculo era la Plaza Arenas. Entonces me invita y nos lleva a mí y a mi mamá (…), mi papá temblaba. A mí también me impresionó, unos tremendos musculados que se pegaban, me impresionó y me gustó, dije – Yo si quisiera ser así-” (Torres, entrevista 2017). Tanta fue la emoción de esta experiencia que empezó a asistir constantemente, sin faltar a ni una sola de ellas, no recuerda bien los nombres de todos sus antepasados de la lucha pero lo que si recuerda bien, es que al finalizar toda la presentación, subía al ring con otros tantos niños que querían emular esta experiencia pero haciendo su propia versión de cada lucha. Así fue formándose su afición y además que se dio a conocer entre los luchadores por ser “el guambra[1] que se sube al ring”.

Este show es el primero que vería de los muchos que vendrán después, mientras lograba su sueño de convertirse en un luchador profesional. Durante todo su relato, sus manos no dejan de moverse, gesticula e imita todo lo que puede, tanto para llamar la atención como para recordar mejor, por ejemplo cuando menciona su primer encuentro con los luchadores: “unos amigos, que eran mayores que mí, me dicen – flaco, vamos al Sena- ahí era una piscina (…) aquí en la Recoleta, una piscina de agua helada. Pero tenía pesas, pesas de piedra, no como ahora. Entonces vamos a ver, pero por burlarse de mí, me llevan allá; como era flaco. (…) entonces vi como una pesa la alzaban y como por burlarse de mí, me dicen – a ver flaco, álzate esa pesa- ¡Ha sido de 100 libras y yo no sabía!, pero como les vi como alzaban, cogí la pesa y acá (poniendo sus brazos a la altura de sus hombros) y arriba” (Torres, entrevista 2017).

Los “pum!” no faltan cuando a un golpe se refiere y ríe recordando ciertos momentos que él considera en los que ha hecho movimientos arriesgados o de las anécdotas graciosas que recuerda, tanto en su época de aprendiz como de luchador profesional. Tampoco faltan los modismos quiteños, además que incluye palabras en quichua y en español durante todo su relato.

Cuando pregunté sobre cómo llega el catchascan a Quito, cierra los ojos y trata de hacer memoria sobre los pioneros de este deporte y trata de hacer memoria sobre estos y la práctica del deporte en sus inicios quiteños. Sólo recuerda los nombres de luchador de todos ellos, más no los verdaderos, cuando habla sobre este tema es constante el movimiento de ponerse la mano en la que sujeta su cigarrillo, sobre su cabeza y frente para poder recordar todos los eventos de su pasado, pero en caso de que no recuerde, con su frase -¡Vaya pues! La edad me hace ya olvidar- con esta frase pasa del tema y sigue con su relato.

Una de las dificultades de esta entrevista, fue que en algunas partes el entrevistado, recordaba ciertos eventos, dejaba el tema que estábamos tratando y hablaba sobre lo que había recordado, aunque para regresar a la conversación ocupaba la frase – Pero como te iba diciendo-.

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