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EL IMPERIO SOBRE LA INTELIGENCIA EN UN ESTADO SOCIAL DEMOCRÁTICO

Enviado por   •  15 de Diciembre de 2018  •  2.938 Palabras (12 Páginas)  •  304 Visitas

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En los siglos de igualdad, como se refiere Tockerville así a la nueva era democrática que aparece, sucede lo contrario porque al gozar todos de una igualdad disminuye la inclinación de creer ciegamente en otro hombre o en una clase “superior”, la opinión de la mayoría es la que tiene mayor relevancia.

UN LEVIATÁN MODERNO: ¿QUIÉN TIENE EL PODER DE LA INTELIGENCIA EN LA DEMOCRACIA?

La igualdad que hace a un hombre independiente de otro es la misma que lo entrega aislado y sin defensa a la acción de la mayoría, estamos hablando de actos para efectos de emitir verdades. Surge un poder que las naciones aristócratas no tenían ni siquiera idea; la mayoría no persuade con sus creencias, las impone y las hace penetrar en los ánimos e inteligencia de cada uno, esta es la opinión pública.

La democracia está en un movimiento continuo por eso no apoya opiniones de clase pero tampoco se puede asir a las ideas de sus abuelos o generaciones anteriores porque el lazo que une las generaciones entre ellas se afloja o se rompe, y cada uno pierde fácilmente el rastro de las ideas de sus abuelos o se fija muy poco en ellas.[3]

Si los hombres en este estado social norteamericano no tienen raíces fuertes con las ideas que les anteceden ¿Cuál es su método filosófico? ¿Cómo se relacionan con el marco teórico de ideas que posibilitan su existencia como sistema democrático instaurado en la modernidad?

GÉNESIS: MÉTODO FILOSÓFICO DE NORTEAMÉRICA.

La mayoría de los habitantes de Estados Unidos de Norteamérica dirigen sus actividades intelectuales bajo los mismos principios. Poseen en su cotidianeidad un método filosófico sin ser necesario el estudio de tal.

Tocqueville nos da las características de este método: escapar al espíritu del sistema, al yugo de las costumbres, de las máximas de familia, de las opiniones de clase y hasta cierto punto de las preocupaciones nacionales; los hechos del presente se estudian desde una perspectiva utilitaria que les permita obrar de forma diferente y mejor, buscan sobre todo en sí mismos la razón de las cosas, se enfocan en los resultados sin detenerse en los medios. Sólo recurren al esfuerzo individual de su razón.

“En el XVII, Bacon, en las ciencias naturales y Descartes, en la filosofía propiamente dicha, anulan las fórmulas recibidas, destruyen el imperio de las tradiciones y trastornan la autoridad del maestro.”[4]

¿Pero qué hizo que el método filosófico pudiera instalarse en el s. XVIII y no en el XVII que fue donde se generalizó? Las leyes políticas y el estado social del XVII se oponían porque apenas los hombres comenzaban a igualarse, en el XVIII el método filosófico no sólo es francés, es sobretodo democrático y el país que asume mejor esta democracia donde todos los habitantes gozan de igualdad es Estados Unidos de Norteamérica.

En esta nueva sociedad norteamericana no se estudian los preceptos cartesianos pero es la nación donde éstos se siguen con mayor exactitud. Un método filosófico con muy poco estudio en la teoría pero cuyas ideas tomaron cuerpo en los habitantes, en su forma de vida, he ahí las principales características filosóficas del estado moderno y democrático.

Sin embargo los hombres no pueden estar sin creencias dogmáticas y en materia de religión éstas son las más convenientes para el Estado. Las creencias dogmáticas son aquellas opiniones que reciben los seres humanos sin cuestionar, son necesarias para la humanidad porque es imposible buscar la verdad aislada de todas y cada una de aquellas cosas que damos por ciertas. Las sociedades prosperan con ideas comunes y creencias iguales a la mayoría de sus habitantes. Incluso la labor del filósofo también busca fundamentarse en otras verdades ya establecidas; son estos motivos los que le dan su carácter de necesarias a las creencias dogmáticas presentes incluso en la democracia donde las novedades son pautas a alcanzar.

En el Estado social existe siempre la autoridad que radica en esa entrega de libertades de los individuos para mantener el orden común y así gozar de los beneficios de sus cualidades naturales, existe la autoridad intelectual que está en la opinión pública y la autoridad moral que asume la religión, por eso es en parte que sus dogmas además de inofensivos son convenientes para el Estado. Por otra razón y tal vez de mayor importancia es que la mayoría de los actos humanos parten de las ideas que los hombres tienen de Dios, de su relación con el género humano y con la naturaleza de su alma, estas ideas son fuente de las demás, por eso la importancia de que estén fijas porque de lo contrario el ser humano estaría en la desventura, el caos, el desorden e impotencia. Por lo tanto, esto le da ciertas ventajas a la religión ya que ella presenta a estas cuestiones una “solución clara, precisa e intangible para la multitud y muy durable”.[5]

Las autoridades entonces asumen sus respectivos roles, no se atropellan entre sí y en conjunto dan marcha al sistema social democrático.

UNA NUEVA ALIANZA: LA RELIGIÓN Y LA OPINIÓN PÚBLICA.

Tomando como punto de partida el método filosófico de los norteamericanos se puede concluir que al espíritu humano en condiciones de igualdad choca con las fórmulas ya hechas. Los símbolos ya parecen más artificios porque en esta nueva época la verdad ya se puede presentar con mayor sencillez y claridad no necesita de tanto adorno por lo mismo las ceremonias se miran con indiferencia y los detalles en el culto pasan a una importancia de nivel secundario.

Hay una pasión que surge en este estado de igualdad, ya se había mencionado en el primer apartado que en esta unión o convenio de hombres libres se procuran fines en común, esta pasión que surge le es común a todos y es el amor al bienestar.

Ahora bien, este rechazo por las fórmulas gastadas podría haber significado el fin de la religión cristiana (quien fue portadora de la Verdad durante todo el Medioevo) en el sistema democrático, sin embargo no fue ni es así, por el contrario, supo muy bien instalarse y precisamente en el placer del bienestar que es carácter distintivo e indeleble de la era democrática. La religión no buscó separar por completo a los hombres modernos de los bienes de este mundo pero sí encontró un papel regulador y purificador para este nuevo deseo ardiente, los hombres pueden amar la riqueza, la religión sólo orienta y persuade a que se enriquezcan por medios honrados, decorosos, “buenos”.

La religión está viva, o religiones como lo

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