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Evangelio según San Marcos.

Enviado por   •  17 de Mayo de 2018  •  3.721 Palabras (15 Páginas)  •  423 Visitas

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EVANGELIO DE MARCOS

Como he mencionado antes, la principal diferencia del evangelio de Marcos con el resto, es que este narra la vida de Jesucristo desde su bautismo. Así es que el relato empieza con el escenario del rio Jordán, donde Juan el Bautista bautizaba a los ciudadanos que querían eximirse de sus pecados. Es aquí donde aparece por primera vez Jesús proveniente de Nazaret de Galilea y tras su bautismo y la famosa teofanía, es decir, la aparición del “Espíritu Santo”[7], es enviado al desierto cuarenta días y cuarenta noches, donde será puesto a prueba por Satanás[8].

La parte donde Satanás se encarga de tentar a Cristo, está cargada de simbolismos y al parecer, a diferencia del evangelista Mateo, Marcos decidió no entrar en detalles en su evangelio, por lo que este episodio queda poco explicado.

“Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Más Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”[9]

Posterior a esto, Jesús comienza a predicar la buena nueva de Dios y poco a poco va reuniendo seguidores que, según él, serán importantes para hacer llegar a los ciudadanos la palabra divina.

“Y Jesús les dijo: «Seguidme y haré que seáis pescadores de hombres.»”[10]

Una vez en la vida pública, la fama de Jesús se extendió cuando, en la sinagoga[11], un ciudadano con un “espíritu inmundo” increpó a este que, seguidamente, le ordeno callar y ordeno que el espíritu inmundo saliese de aquel ciudadano. Esto causo que el ciudadano estremeciéndose se librara de aquel mal espíritu, lo que dio lugar al asombro de los demás y así, la noticia del enviado de Dios se extendió con rapidez. No solo esto, si no que, en casa de Simón y Andrés, Jesús curó a la suegra del primero, quitándole la fiebre. Con esto no se termina la faceta medica de Cristo, ya que, al correr la noticia, los ciudadanos aquejados acudían a él y este les curaba.

Una vez que era tan sumamente grande, los ciudadanos de las ciudades de los alrededores que padecían dolores se le echaban encima para tocarlo. Es entonces cuando Jesús designo a doce hombres, para que le acompañasen y predicasen la buena nueva. Estos doce son conocidos como los doce apóstoles.

Es importante añadir que los apóstoles, seguidores de Jesús, tardaron en confiar en su palabra, pues en momentos difíciles su inseguridad denotaba incredulidad:

“Y ellos se atemorizaron con un gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?»”[12]

Jesús, viajando y haciendo milagros para quien lo necesita, deja claro que, aunque esta para salvar a la humanidad, ha sido mandado para salvar primero a las “ovejas perdidas”, es decir, a los judíos. Así pasa con la mujer cananea de Tiro, que, no siendo judía, pidió ayuda a Jesús y este le deja claro que primero van los judíos y después el resto. Es aquí donde, como se ve durante los discursos de Jesús, solo la fe puede salvar a la humanidad y viendo que la mujer cananea poseía una fe enorme, le ayuda y cura a su hija enferma.

Es así, que Jesús no solo enseñaba y curaba a los desconocidos que tenían fe o necesitaban su ayuda, sino que también enseñaba y curaba (las mentes y corazones) de sus discípulos, los apóstoles. Tal es la ignorancia con que estos miraban a su “maestro”, que Jesús les tenía que explicar a escondidas el significado de las parábolas que contaba a los ciudadanos.

Durante el viaje que emprende Jesús difundiendo la palabra divina (que estamos relatando), cuenta a sus discípulos que el Hijo del Hombre, será entregado a los pecadores y este sufrirá y morirá, resucitando tres días después. El desconcierto, unido al asombro por los milagros hechos por el protagonista, surge en sus apóstoles, impidiendo la compresión de estas palabras profetizadoras.

A medida que Jesús gana protagonismo entre los ciudadanos normales, por sus enseñanzas y sus curas, los sacerdotes y escribas le temían y odiaban, así que, debido a esto, pensaban como acabar con él.

Llegó un momento que Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles, fue a hablar con los sacerdotes para entregarles a Jesús, pues quiso venderlo por dinero.

Celebrando la cena de Pascua, Jesús hace saber a sus discípulos que uno de ellos le traicionará. Y escandalizados sus discípulos, siguieron comiendo y Jesús, cogiendo un pan lo partió en trozos y lo fue dando a cada uno de sus discípulos afirmando que ese pan, era su cuerpo. Lo mismo hizo con una copa, pero esta vez afirmaba que era su sangre, y todos bebieron de ella.

Los discípulos, contrarios a lo que su maestro decía, afirmaban su lealtad hacia él, pero la palabra de Jesucristo no es suya, si no de Dios, y lo que afirma el primero, escrito esta por el segundo.

Una noche, llegó Judas, el que lo había vendido a los sacerdotes, con una multitud de gente con palos y espadas para atrapar a Cristo. Frente a esta situación, sus discípulos le abandonaron y huyeron todos.

Una vez atrapado, lo interrogan y afirmando que es el Hijo de Hombre, es considerado blasfemo, es agredido por los presentes y finalmente condenado a la pena de muerte. Pudiendo ser soltado (pues Pilato, encargado de las ejecuciones, concedía la libertad al preso que eligiese la multitud), fue condenado a la crucifixión y en su lugar, liberaron a Barrabás[13].

En el proceso antes de su muerte, lo visten de purpura y lo ciñen con una corona de espinas, le escupen y golpean mientras camina. Y al final lo crucifican junto con otros dos sentenciados a la misma pena, en el lugar llamado Gólgota (Lugar de la Calavera).

Cuando Jesús hubo muerto, José de Arimatea fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo del difunto y este se lo concedió. Tapando el cuerpo con un lienzo de lino y lo deposito en un sepulcro que estaba excavado en la roca e hizo rodar una piedra ante la entrada del sepulcro.

El primer día de la semana, Jesús resucito y nadie creía que hubiera podido hacerlo. Una vez se encontró con los Once apóstoles (excepto Judas, que le traicionó), les regañó por no creer su resurrección y les ordeno viajar por el mundo para difundir la buena nueva. Quien crea y sea bautizado, será salvado y el que no, condenado. Después de hablarles se elevo al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Así es como concluye la parte histórica más importante de la vida de Jesucristo, relatada

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