LITURGIA GRIEGA DE SAN MARCOS
Enviado por Sara • 3 de Marzo de 2018 • 1.912 Palabras (8 Páginas) • 438 Visitas
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Los puntos característicos de este rito son los nueve Kyries al comienzo, las oraciones del Ofertorio dichas ante el altar en lugar de ante la Prótesis, y especialmente el lugar de la gran Súplica antes del Sanctus. Esto último hace que, en esta liturgia, la consagración tenga lugar mucho después que en ninguna otra. Deberá hacerse notar que el lugar de la Súplica constituye una dificultad en la Misa Romana. Rezamos una parte de ella antes (por la Iglesia, el Papa y el Obispo, el Memento Vivorum y Communicantes), y otra parte (memento Defunctorum, Mobis quoque peccatoribus) después de la consagración. En el uso de Antioquia, y todos los que se derivan de él, toda la Súplica viene después de la Epíclesis. Se ha sugerido que la explicación de todas estas diferencias es que originariamente, en todas partes, el diácono empezaba a leer en voz alta las cláusulas de la súplica tan pronto como el sacerdote hubiera comenzado la Oración Eucarística. Entonces, seguirían recitando sus partes juntos, siendo el diácono interrumpido por las palabras dichas en voz alta por el sacerdote. El momento en que debía terminar la súplica dependía de su extensión; y si, eventualmente, en dicho momento ( durante el cual el sacerdote uniría sus intenciones en una colecta) ocupara su lugar en la liturgia, podría ocurrir antes de la Consagración (como en Alejandría), o después (como en Antioquía), o todavía podría decirse una parte antes y otra parte después (como en Roma). El uso romano, entonces, podría representar un paso intermedio de desarrollo (cf. A. Gastoué in Carbol, Diet. D’arch. Chrét. et de liturgie, París, 1904). Pero los paralelismos entre los usos romano y alejandrino son demasiado obvios como para que no sugirieran una fuente común para estas liturgias. Está el Kyrie Eleison, repetido nueve veces en grupos de tres, en cuanto el sacerdote se pone de pie ante el altar justo antes del Trisagio que, más o menos, corresponde a nuestro Gloria in excelsis. Existen, además, cláusulas e incluso oraciones enteras cuyo origen común con aquellos de nuestro Canon no puede ponerse en duda. Como ejemplo, comparemos la oración rezada después de la lectura de los dípticos de los difuntos con nuestro Supra quae y Supplices te rogamos. La liturgia de San Marcos reza: “Recibe, oh Dios, el Sacrificio, las ofrendas, y la Eucaristía de tus siervos en Tu altar santo, celestial y espiritual en las alturas del Cielo por ministerio de tus arcángeles… como aceptaste las ofrendas del justo Abel y el sacrificio de nuestro padre Abrahán…” Hay otros pasajes paralelos no menos notables; así que, a pesar del parecido entre el Canon Romano y la Anáfora Siria, se supone generalmente que esta liturgia egipcia tiene que haber tenido con la nuestra una fuente común (Duchesne, Orígenes, pág.54). Sócrates y Sozomen señalan algunas peculiaridades del Patriarcado de Alejandría en el siglo V. No se celebraba la liturgia los miércoles ni los viernes (Socr., V, xxii, que asegura que ésta es una antigua costumbre). También en este caso, Alejandría y Roma siguen la misma práctica, mientras que la de todas las otras Iglesias Orientales es diferente (Duchesne, Orígenes, pág. 220). Las primeras dos sedes también acordaron no celebrar la misa los sábados; en otras regiones de Egipto existía una Liturgia de Presantificados, y los fieles recibían la Sagrada Comunión los sábados por la tarde, sin ayuno previo (Socr., ib., Soz., VII, xix, mysterion metechousi).
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