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INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO PENAL.

Enviado por   •  29 de Abril de 2018  •  3.207 Palabras (13 Páginas)  •  438 Visitas

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María Teresa Landa era la novia de México. Su fotografía aparecía en todos lados. Los celos atormentaban al general Vidal por lo que entonces le propuso matrimonio, a sabiendas de que este es un anzuelo infalible con muchas mujeres. Ella le prometió que se casarían a su regreso. Los celos de Moisés no se aliviaron, pero la promesa apaciguó un poco su tormento interior.

El día 3 de junio de 1928 tuvo lugar la inauguración con el sugestivo anuncio del desfile de traje de baño. La triunfadora fue la representante de Estados Unidos. Tras el certamen, María Teresa y su madre se dedicaron a pasear por varias ciudades estadounidenses. María Teresa recibió propuestas en todas partes las cuales rechazo por la promesa que había hecho a Moisés Vidal.

De nuevo en su casa varios pares de ojos la seguían a todas partes. Era una manifestación de amor un tanto desagradable pero que a la vez llenaba su vida de ilusiones y de pasión. Estaba enamorada y es bien sabido que el amor nos hace soportar muchas cosas no gratas.

Se casaron ante un altar y un cura el 1° de octubre. Se instalaron en una casa de la calle de Londres. María Teresa era feliz pero extrañaba a su madre. Moisés fue ganándose la simpatía de sus suegros y su cuñado. Los recién casados viajaron a Xalapa para que María Teresa conociera a la familia de Moisés. El hermano de éste Buenaventura, era cura, e hizo que los cónyuges se postraran ante la imagen del Divino Crucificado para enlazarlos como en las ceremonias nupciales.

El domingo 25 de agosto de 1929, los padres de María Teresa salieron muy temprano, ella de compras a la Merced y él a atender la lechería de su propiedad. Tampoco estaba su hermano, que había ido a pasear a su perro.

María Teresa empezó a beber en el comedor, tomo un ejemplar de La Prensa, de inmediato se reconoció ahí estaba su fotografía, una de las cientos de fotografías que le fueron tomadas. Leyó con espanto el titular: Miss México a las puertas de la cárcel. Angustiada continuo leyendo la nota. Se anunciaba que ineludiblemente iría a prisión junto a su esposo. Ya que se le acusaba a su esposo Moisés Vidal de adulterio y bigamia.

Quiso escuchar de los labios de su amado la aclaración, el desmentido. Salto de la silla, que crujió al caer al suelo. Indignada llego hasta la salita donde Moisés tranquilamente leía su libro.

-¿Qué has hecho de mi? ¡Mira lo que has hecho! Si estabas seguro de mi cariño, ¿Por qué me engañaste? Has destruido nuestro amor

En abril de 1923 se habían casado María Teresa Herrejón y Moisés Vidal. En Cosamaloapan, Veracruz procreando a sus hijas. La mujer acudo a un abogado, su cuñado Victoriano Morales. El licenciado Morales tuvo frecuentes encuentros con el general Moisés Vidal para convenir los términos de un divorcio por mutuo consentimiento.

-No hagas caso de esas cosas. No te fijes.

María Teresa Landa solo acertó a descubrir sobre la mesilla de centro la pistola Smith & Wesson. Como autómata la tomo en sus manos, y con voz enérgica, mientras se apuntaba al pecho o a la sien, aviso:

-No puedo resistir más yo me mato.

En ese instante se produjo el primer disparo. El gatillo del arma era muy sensible. Entonces la mujer aprisiono la pistola con las dos manos y volvió a disparar y volvió a disparar…… hasta vaciar la carga.

Lo vio abatido, ensangrentado. Entonces intento darse un tiro. Pero las balas se habían acabado. Una fuerza superior a la suya le arrebato el arma. Abrazando al hombre mal herido quizá ya muerto, gritaba

-¡Perdóname. Mi amor! ¿Qué he hecho? ¡Auxilio! ¡Te amo! ¡No te mueras!

María Teresa probaba el trago mas amargo, la desesperación, la desesperanza, la culpa, el martirio de contemplar toda la vida de ilusiones y amor deshecha por el infortunio. Y lloro hasta quedar sin una sola lagrima.

Conmocionada, aun con su bata cubierta de sangre, María Teresa Landa salió de su recamara

-¡Yo lo mate, yo lo mate!

En la comisaria, situada frente al mercado de la Merced María Teresa fue objeto de una curiosidad malsana.

Al anochecer se le ubico en una celda. Pregunto por el lugar exacto en que se encontraba el cadáver de Moisés se le indico que estaba en la habitación contigua.

En el acta de la comisaria María Tersa respondió:

-Yo me imagino que cuando quise matarme amartille la pistola, no recuerdo como dispare. El arma es excesivamente suave, con ella he tirado muchas veces, casi sin sentir que se dispara.

Los tres diarios escribieron la llegada de la detenida a la estación de policía. Excélsior apoyo en todo momento a la reina de la belleza. Pidió a uno de sus abogados penalistas más exitosos de México, José María Lozano que la defendiera.

María Teresa Landa acusaba físicamente los estragos de la pesadilla. Las ojeras se le habían profundizado. Sufría insomnio y desmayos. Había perdido varios kilos de peso. Aun así su belleza seguía siendo impresionante.

Un juicio penal por un delito grave es siempre dramático y atrae poderosamente la atención de todo mundo, aun de quienes dicen no interesarse en el.

Un juicio penal por un delito grave es seguido por el publico con la misma efervescencia que los grandes acontecimientos deportivos; el publico lo vive como un espectáculo y toma partido. Sin conocer el expediente dividiéndose entre los que creen que el acusado debe ser condenado y los que consideran que debe ser absuelto.

El jueves 28 de noviembre de 1929 se iniciaría, a las nueve de la mañana, el juicio que mas pasión despertó en el siglo XX en México. Una multitud de todas las clases sociales, mujeres y hombres, acudió desde muy temprano al portón del Palacio Penal de Belén con la ilusión de entrar al salón de audiencias.

Fueron llegando a la sala los ministros y el presidente del jurado, el fiscal, el defensor… Y por fin llego María Teresa Landa. El impacto que causa la belleza deja sin aliento. Y María Teresa Landa era tan bella que solo mirarla provocaba estrecimiento. Cuando tomo asiento en un amplio sillón que la cortesía de los empleados coloco en lugar del incomodo banquillo de los acusados, el publico y los miembros del jurado ya estaban embrujados.

En la tarde del jueves 28 de noviembre de 1929 se inicia la primera audiencia.

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