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LIBRO PRIMERO DE LA FELICIDAD

Enviado por   •  30 de Enero de 2018  •  2.460 Palabras (10 Páginas)  •  377 Visitas

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LIBRO SEGUNDO: DE LA VIRTUD.

CAPÍTULO PRIMERO: IDEA GENERAL DE LA VIRTUD.

Los bienes del hombre, cualesquiera que ellos sean, están, o fuera obras exotéricas, porque la sabiduría, la virtud y el placer están en el alma, y son las tres únicas cosas que a juicio de todo parecen ser, ya separadamente, ya juntas, el fin último de la vida. Observemos que la obra es tanto mejor cuanto mejor es la facultad, y que la relación de unas facultades con otras es igualmente la relación de las obras que aquéllas producen y salen de ellas. Y Esta claro, por tanto, que la obra está por encima de la facultad y de la simple aptitud. Ahora vamos a hablar de la virtud. Hay dos clases de virtudes, la una moral y la otra intelectual; porque no alabamos sólo a los hombres porque son justos, sino también porque son inteligentes y sabios. Antes dijimos que la virtud o las obras que ella inspira son dignas de alabanza, y si la sabiduría y la inteligencia no obran por sí mismas, provocan, por lo menos, los actos que proceden de ellas. Las virtudes intelectuales van siempre acompañadas por la razón, y, por consiguiente pertenecen a la parte racional del alma, la cual debe mandar al resto de las facultades, en tanto que está dotada de razón. Por lo contrario, las virtudes morales corresponden a esta otra parte del alma que, sin poseer la razón, está hecha, por naturaleza, para obedecer a la parte que posee la razón; porque, hablando del carácter moral de alguno, no decimos que es sabio o hábil, sino que decimos, por ejemplo, que es dulce o ardiente. En cuanto a su uso, se aplica a las mismas cosas mediante las cuales ella se acrece o se destruye, y con relación a las que da también al hombre la mejor disposición que pueda tener.

CAPÍTULO II: DE LA VIRTUD.

Evidentemente, la virtud moral se refiere a todo lo que pude causar placer o dolor. Lo moral, como lo indica su nombre, viene de las costumbres, es decir de los hábitos; y el hábito se forma poco a poco, como resultado de un movimiento que no es natural e innato, sino que se repite frecuentemente; sucediendo lo mismo con los actos que con el carácter. Las costumbres se referirán a esas facultades de las pasiones, en cuya virtud se dice de los hombres que son capaces de tales o cuales pasiones, y a estos estados de pasiones que hacen que se designe a los hombres con el nombre de estas mismas pasiones, según que las sienten o se manifiestan impasibles ante ellas. Llamo pasiones a los sentimientos, tales como la cólera, el miedo, el pudor, el deseo y todas esas afecciones que tienen en general por consecuencia un sentimiento de placer o de pena.

CAPÍTULO III: ENUMERACIÓN DE ALGUNAS VIRTUDES Y DE

LOS DOS VICIOS EXTREMOS.

Sentado esto, es preciso recordar que en todo objetó continuo y divisible se pueden distinguir tres cosas: un exceso, un defecto y un medio. El movimiento, en efecto, es una continuidad, y la acción no es más que un movimiento. En todas las cosas, el medio, con relación a nosotros, es lo mejor y lo que nos prescriben la ciencia y la razón. Resta, pues, que indaguemos qué término medio es la virtud y a qué medios se refiere. Por lo demás, inútil sería definir cada uno de los caracteres y demostrar que estos rasgos no son en ellos accidentales, porque, ninguna ciencia teórica ni práctica dice ni hace cosa análoga para completar sus definiciones; pues nunca se toman tales precauciones, como no sea contra el charlatanismo lógico de las discusiones. Nos limitaremos, pues a lo que acabamos de decir, y daremos explicaciones más detalladas y precisas cuando hablemos de las maneras de ser morales que son opuestas entre sí.

CAPÍTULO IV: DE LAS VIRTUDES INTELECTUALES Y MORALES.

Después de todas estas consideraciones, es preciso decir que teniendo el alma dos partes diferentes, también las virtudes se dividen en dos clases, según que pertenecen a una de estas dos partes distintas. Las virtudes de la parte que posee la razón son las intelectuales, su objeto es la verdad, y se ocupan ya de la naturaleza de las cosas, ya de su producción. Las otras virtudes pertenecen a la parte del alma que es irracional, y que no posee más que el instinto, porque por más que el alma e esté dividida en partes, no todas ellas poseen el instinto. Resulta de aquí y de los principios anteriormente expuestos, que toda virtud moral hace relación a las penas y a los placeres que el hombre experimenta, porque el placer sólo puede dirigirse a las cosas que hacen naturalmente al alma humana peor o mejor, y sólo en ella se encuentra.

CAPÍTULO V: DE LA VIRTUD.

Después de haber reconocido que la virtud es esta manera de ser moral que nos hace obrar lo mejor posible, y que nos dispone lo más completamente que puede ser para hacer el bien; después de haber reconocido que el bien supremo en la vida consiste en conformarse con la recta razón es imprescindible reconocer también que la virtud moral es para cada individuo en particular un cierto medio o un conjunto de medios, en lo que concierne a sus placeres y a sus penas, a las cosas agradables y dolorosas que pueda sentir. El hombre que incurre en un exceso de alegría, por esto mismo siente un exceso de placer, y el que tiene un exceso de pena peca en el sentido contrario.

CAPÍTULO VI: DEL HOMBRE CONSIDERADO COMO CAUSA.

Tomemos ahora, para el estudio que vamos a hacer, otro principio, que es el siguiente: todas las substancias, según su naturaleza, son principios de cierta especie, y esto es lo que hace que cada una de ellas pueda engendrar otras muchas substancias semejantes. Pero, además de esta ventaja, el hombre tiene entre los animales el privilegio especial de ser el principio y la causa de ciertos actos, porque de ningún otro animal puede decirse, como del hombre, que realmente obra. Luego, el hombre es causa responsable de todas las cosas que depende de él hacerlas o no hacerlas, y sólo de él dependen todas las cosas de que es causa. Por otra parte, la virtud y el vicio, lo mismo que los actos que de ellos se derivan son dignos unos de alabanza y otros de reprensión.

CAPÍTULO VII: DE LO VOLUNTARIO Y DE LO INVOLUNTARIO.

Ocupémonos, en primer lugar, de lo voluntario y de lo involuntario. Un acto, al parecer, sólo puede tener uno de estos tres caracteres; o procede del apetito, o de la reflexión, o de la razón. Es voluntario cuando es conforme a una de estas tres cosas; es involuntario cuando es contrario a una de ellas. Pero

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