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LOS PLIEGUES DE LA MATERIA.

Enviado por   •  8 de Febrero de 2018  •  857 Palabras (4 Páginas)  •  384 Visitas

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Los puntos de vista son un segundo tipo de singularidades en el espacio, y constituyen envolturas según relaciones indivisibles de distancia.

No es el sitio o el lugar, no es el punto de vista, sino lo que se instala en el punto de vista, lo que ocupa el punto de vista, y sin lo cual el punto de vista no sería tal. Necesariamente es un alma, un sujeto.

Un alma siempre incluye lo que capta desde su punto de vista.

Así pues, el alma tiene pliegues, está llena de pliegues. Los pliegues están en el alma, y no existen actualmente más que en el alma.

El alma es la expresión del mundo (actualidad), pero porque el mundo es lo expresado por el alma (virtualidad)

¿QUE ES EL BARROCO?

Desde hace mucho tiempo existen lugares en los que lo que hay que ver está dentro: célula, sacristía, cripta, iglesia, teatro, gabinete de lectura o de grabados. El Barroco inviste esos lugares para extraer de ellos la potencia y la gloria.

La arquitectura barroca puede definirse por esa escisión de la fachada y del adentro, del interior y del exterior, la autonomía del interior y la independencia del exterior.

Wolfflin lo dice a su manera (“El contraste entre el lenguaje exacerbado de la fachada y la paz serena del interior constituye precisamente uno de los efectos más poderosos que el arte barroco ejerce sobre nosotros”).

Hay esos pliegues en el alma, justo donde la inflexión deviene inclusión; ya no se ve, se lee.

El Barroco es inseparable de un nuevo régimen de la luz y de los colores.

El Barroco inventa la obra o la operación infinitas. El problema no es cómo acabar un pliegue, sino cómo continuarlo, hacer que atraviese el techo, llevarlo hasta el infinito. Pues el pliegue no sólo afecta a todas las materias, que de ese modo devienen materias de expresión, según escalas, velocidades y vectores diferentes, sino que determina y hace aparecer la Forma, la convierte en una forma de expresión.

El pliegue infinito separa, o pasa entre la materia y el alma, la fachada y la habitación cerrada, el exterior y el interior. Pues la línea de inflexión es una virtualidad que no cesa de diferenciarse: se actualiza en el alma, pero se realiza en la materia, cada cosa en su lado. Ese es el rasgo barroco: un exterior siempre en el exterior, un interior siempre en el interior. Una “receptividad” infinita, una “espontaneidad” infinita: la fachada exterior de recepción y las cámaras interiores de acción.

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