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Meditaciones Metafísicas de René Descartes

Enviado por   •  23 de Marzo de 2018  •  4.235 Palabras (17 Páginas)  •  686 Visitas

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Además, demuestra la existencia del espíritu, distinguiendo lo que pertenece a la naturaleza intelectual de lo que pertenece al cuerpo, siendo el cuerpo divisible mientras que el espíritu, es decir, el alma del hombre y que es indivisible, siendo ambas naturalezas no sólo diversas sino incluso en cierta forma contrarias. El cuerpo no es más que un medio usado por el alma para interactuar con Dios.

Se desarrolla la idea de que una cosa engendra otra cosa, y por esto concibe la existencia de un Dios como perfecto e infinito, siendo nosotros seres creados por él y causa de ello es que podemos tener ideas acerca de lo infinito y lo inmortal. También nos dice que él tiene la idea de Dios antes que la de sí mismo, ya que Dios posee más realidad y mayor perfección; aduciendo que para sentirse imperfecto, ha de sentir algo más perfecto que él con lo que compararse.

Meditación Tercera (De Dios, que existe)

Para realizar esta tercera meditación, Descartes nos dice que primero ha de mantener apartados sus sentidos para así sostener un coloquio consigo mismo. Establece como criterio de verdad la claridad y la distinción, ya que todas las cosas que concebimos de forma clara y distinta son verdaderas y se presentan al espíritu.

Puede ocurrir que de una idea nazca otra idea, ese proceso no puede ser infinito, sino que hay que llegar finalmente a una idea primera, cuya causa sea como un arquetipo, en el que esté formal y efectivamente contenida toda la realidad o perfección que en la idea está sólo de modo objetivo o por representación. Por ello, Descartes nos dice que la idea por la que él concibe un Dios supremo, eterno, infinito, inmutable, omnisciente, omnipotente y creador universal de todas las cosas que están fuera de él, tiene en sí más realidad objetiva que las que le representan substancias finitas.

Descartes demuestra la existencia de Dios diciendo que los humanos somos una sustancia que desea, y si desea es porque le falta algo, y si le falta algo es porque hay algo mejor, completo, perfecto. Aduce para ello que el hombre capta las cualidades de los objetos sin saber si son las auténticas. Para ello distingue entre dos tipos de cualidades; las primarias que son claras y distintas, y las que captamos a través de la razón. Y las secundarias, que son las que nos pueden llevar al error y dan a través de los sentidos.

También nos dice que, aún pensando que fuéramos seres perfectos y autosuficientes, se nos plantearía la duda de quién nos creó. Es evidente que debe venir de un ser superior, Dios; sólo él es capaz de unir el cuerpo con el alma. De esta manera Descartes argumenta la existencia de Dios. Y ya que la idea de la existencia de Dios no puede percibirse a través de los sentidos, sólo queda pensar que él mismo nos pudo introducir esa idea de forma natural. Descartes basa toda la fuerza de este argumento en reconocer que sería imposible que él tuviese la idea de Dios, si Dios no existiera realmente.

Meditación Cuarta (De lo verdadero y lo falso)

Se nos dice en esta cuarta meditación que habiendo demostrado la existencia de Dios, se aprecia también que nosotros somos imperfectos, una imperfección que se demuestra a la hora de realizar juicios, ya que aunque podamos distinguir entre lo verdadero y lo falso a través de la razón, a veces nos equivocamos. Descartes añade que al separar su espíritu de los sentidos se advierte tener más certeza de las cosas del espíritu humano, e incluso más aún de Dios que de las cosas corpóreas. Nos aclara la idea tiene del espíritu humano, como una cosa pensante incomparablemente más distinta que la idea de una cosa corpórea.

Por otro lado, establece la verdad de que Dios es perfecto. Para ello Descartes nos dice que Dios es un ser completo e independiente. Mientras que su propia existencia depende de Dios, lo cual lo hace incompleto y dependiente, descubriendo así un camino que le conducirá, desde esta contemplación del Dios verdadero, al conocimiento de las restantes cosas del universo. Para ello, Descartes reconoce que es imposible que Dios lo engañe alguna vez, porque al ser perfecto y al ser el engaño imperfecto, no puede proceder de él. Asimismo en esta meditación Descartes considera que la potencia para juzgar la ha recibido de Dios, reconociendo que cuando no piensa más que en Dios, no descubre error o falsedad; pero que volviendo luego sobre sí mismo la experiencia le enseña que está sujeto a infinidad de errores.

También se pregunta cómo, si somos producto de de Dios, podemos ser imperfectos. Al buscar la causa, percibe que a su espíritu no se presenta sólo una real y positiva idea de Dios sino también cierta idea negativa de la nada, o sea, de lo que está infinitamente alejado de toda perfección; Descartes nos dice que somos como el punto medio entre Dios, que está entre la perfección y la nada. Es por esto que tenemos tendencia tanto a la verdad como al error. De ese modo, se entiende que el error no es nada real que dependa de Dios, sino sólo una privación o defecto, y que si él yerra es por la falta de un conocimiento debería poseer. De ahí que, a la hora de distinguir entre lo verdadero y lo falso, utilizamos de inmediato el entendimiento y la voluntad.

A través del entendimiento captamos nuestro entorno sin afirmar ni negar nada, por lo que el error tiene que proceder de la voluntad, al realizar juicios sobre cosas que no conoce, lo que nos conlleva a errar, es por esto que debamos usar la razón antes que la voluntad. Además, para realizar buenos juicios debemos ver si la idea viene de Dios y si es clara. Debemos evitar las ideas confusas que probablemente son creadas por un Dios que nos engaña.

Meditación Quinta (De la esencia de las cosas materiales: Y otra vez de la existencia de Dios)

En la quinta meditación Descartes nos da otro argumento a favor de la existencia de Dios: “del hecho de no poder concebir a Dios sin la existencia, se sigue que la existencia es inseparable de él, y, por tanto, que verdaderamente existe.”

En primer lugar nos dice que antes de averiguar si puede ser conocido algo cierto sobre las cosas materiales, y si existen tales cosas fuera de sí, debe considerar sus ideas en tanto que existen en su pensamiento, y ver cuáles entre ellas son definidas y cuáles son confusas. Al tener la certeza de conocer que la verdad de toda ciencia depende sólo del conocimiento del verdadero Dios, tiene el medio de adquirir una ciencia perfecta acerca de infinidad de cosas, y no sólo acerca de Dios mismo, sino también de la naturaleza corpórea, en cuanto que ésta es objeto de la pura matemática,

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