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PLANTEL ORIENTE.

Enviado por   •  26 de Febrero de 2018  •  1.359 Palabras (6 Páginas)  •  330 Visitas

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En 1933 Diego Rivera comenzó a pintar un mural para el Centro Rockefeller de Nueva York. La obra, inconclusa, fue destruida pues Rivera introdujo un retrato del líder comunista Vladimir Lenin, un hecho que despertó el rechazo de la familia Rockefeller. Diego Rivera retomó muchos de los motivos que estaban presentes en este mural cuando recibió el encargo de decorar uno de los muros del segundo piso del Palacio de Bellas Artes. Trabajó en él entre enero y noviembre de 1934.[pic 5]

- Carnaval de la vida mexicana, Diego Rivera (1936).

En este mural me sentí identificada ya que es mural que representa las festividades mexicanas y un toque de liberación y nacionalismo. En este La dictadura, el gigante que sostiene una bandera con los colores de Alemania, Italia, Estados Unidos y Japón combina rasgos de Hitler, Mussolini, Roosevelt e Hirohito, al tiempo que sugiere la fisonomía del ex presidente Plutarco Elías Calles. En Danza de los Huichilobos, el dios prehispánico de la guerra, Huitzilopochtli, surge con rasgos mestizos, ataviado con uniforme militar, una alusión a la conquista española, teñida de violencia. En México folklórico y turístico aparece un grupo de viajeros con rostros de asnos, que observan a los danzantes de la fiesta de los chinelos, una tradición que pretende ridiculizar a los conquistadores españoles. Finalmente, la Leyenda de Agustín Lorenzo retrata el enfrentamiento entre el legendario bandido-héroe del siglo xix y las tropas francesas durante la guerra de Intervención.

Inspirado en el carnaval de Huejotzingo, este políptico consta de cuatro paneles transportables, que Rivera pintó en 1936 para decorar el Hotel Reforma. Por su fuerte carga política, fue retirado y guardado hasta 1963, cuando se trasladó al Palacio de Bellas Artes.[pic 6]

- La Katharsis, José Clemente Orozco (1934-1935).

Esta alegoría sobre la guerra es una crítica a la sociedad de masas y denuncia los peligros del desarrollo tecnológico; muestra la anarquía general y la degradación social. Plantea que la redención es posible a cambio de una destrucción renovadora. La composición caótica, el dramatismo de la escena y los colores brillantes contrastan con las figuras serenas que Rivera estaba pintando al mismo tiempo en el otro extremo del edificio.

El historiador Justino Fernández anotó en 1942, en su ensayo Orozco. Forma e idea, que el fuego de la parte superior simboliza la catarsis, única posibilidad de salvar y purificar a la civilización. A partir de esta interpretación, el mural adquirió el nombre que lleva hoy en día.

Tras concluir los murales de la Biblioteca Baker, en el Dartmouth College de New Hampshire, Estados Unidos, en 1932, Orozco fue invitado por la Secretaría de Educación Pública para pintar un mural en el Palacio de Bellas Artes. Corría el año de 1934.

En estos murales se toma en cuenta el realismo “la sensación pertenece a la vida: la sensibilidad a la estética” (Katya Mandoki) pero, esto no significa que la estética este separada de la vida o la vida de la estética; son, más bien, dos niveles de aproximación a la realidad externa como en el caso del mural se basa en la realidad, es decir en la vida cotidiana.

Así pues el sujeto estético no nace sin embargo se hace ya que este se constituye sensorial, social e histórica y culturalmente. Al relacionarse el sujeto y el objeto existe una relación peculiar, similar en la cual el sujeto realiza un paréntesis para poner en pie una nueva realidad y de este modo el objeto en este caso los murales encarnen otra realidad ya que estos son el papel principal de la vida social debido a que en ellos no deja de estar presente fases históricas por las que la sociedad ha atravesado.

De este modo, cualquier otra persona al percibir sensorialmente u observar los murales pone en juego todas sus capacidades, facultades, memoria e intelecto para así observar y dar una interpretación desde una perspectiva “El modo de sentir la vida, la sensibilidad del sujeto o la interpretación de un arte… la vida no se siente igual a los 3 años que a los 80, mexicano o japonés, musulmán o taoísta… La vida no se vive igual siendo uno que siendo otro” (Katya Mandoki, 1994)

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