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TRAGEDIA GRIEGA: UNA INDIVIDUALIDAD HEROICA, UNA COLISION TRAGICA

Enviado por   •  12 de Noviembre de 2018  •  2.352 Palabras (10 Páginas)  •  343 Visitas

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Evidentemente, al aludir al Edipo Hegel no está queriendo rescatar directa y particularmente el tema de los efectos no intencionales de la acción como tales. Sus intereses teóricos son otros. Hegel argumenta en torno a ellos y, lo hace, muchas veces en relación a la tragedia sofoclea, dándole un significado muy interesante que no pretendemos desarrollar en profundidad en este contexto, más que interpretar su argumentación y relación con la obra de Edipo Rey como hemos expuesto.

Las diferentes potencias de una misma sustancialidad ética son las que, al asumirse en una unilateralidad para sí completa, propician la colisión de los caracteres individuales. Los fines de éstos son legítimos pero, en su oposición, cada uno sólo puede cumplirlo negando al otro. Hegel ve que la oposición que nos mostraron los griegos en sus obras trágicas no se establece entre un individuo colocado fuera de la ética y otro situado dentro de ella, sino que la confrontación acontece al interior de la eticidad 1 en la que cada uno de los caracteres afirma una de las potencias al mismo tiempo que cae en la culpa por negar otra 2.

El conflicto trágico, desde la convergencia entre el contenido sustancial y el carácter decidido libremente, es un conflicto de lo humano con lo humano al interior de lo que, como eticidad, es objetivación de la libertad y la razón. Por esto, los caracteres trágicos —afirmadores y transgresores a la vez de potencias éticas— suscitan compasión: hay una legitimidad ética en el desdichado porque es culpable de infringir una ley cumpliendo otra, y por consiguiente, afrontando las consecuencias de sus actos, los caracteres son destruidos por la unilateralidad de sus fines, y la tragedia impone la justicia alcanzando la conciliación. Así entonces, “Edipo puede ser culpable al infringir una ley y deberá afrontará las consecuencias de sus actos debido a la tragedia como justicia.”.

Hegel asocia esta circunstancia heroica al mundo helénico y lo opone, primero, a las circunstancias definidas en la antigua roma y, después, a las según él «prosaicas circunstancias de nuestro mundo moderno». Dos son los elementos que, según interpretamos, Hegel identifica con la circunstancia heroica del mundo. El primero es el que aquí venimos desarrollando y que se refiere directamente a la posesión que esta circunstancia mantiene de la figura de la individualidad y que se manifiesta en la preponderancia de la subjetividad frente a órdenes externos e internos que la anulan. De acuerdo a ello, la circunstancia heroica del mundo consiste en la «unidad inmediata entre lo sustancial y la individualidad de la inclinación, de los impulsos, del querer, (que) está implícita, de modo que la individualidad se es a sí misma la ley... Así, p. ej. —agrega Hegel, perfilando la concepción de un mundo social pre institucional, tal como posteriormente se concebirá en utopías políticas anti institucionales— los héroes griegos aparecen en una época pre-legal, o bien devienen ellos mismos fundadores de Estados, de modo que derecho y orden, ley y costumbre, emanan de ellos y se realizan efectivamente como obra individual, la cual queda asociada a ellos». La preponderancia de la subjetividad está dada porque lo que emana de su interior queda asociada a ella, no alcanzando la exteriorización que luego se le opone como algo externo, ya sea que ello se configure efectivamente como una externalidad legal ya sea que lo haga en términos de patrones estabilizados de conducta que la normen. En la Filosofía de la Historia Universal puede verse más de cerca este aspecto pre institucional como debilidad de las relaciones interpersonales en algún sentido exteriores, objetivadas y coercitivas; ahí señala: «... en las tragedias... los héroes son en cierto modo independientes y tienen su propio derecho. Sólo existe una muy libre relación personal fundada en la general necesidad de llevarse bien y obedecer al señor sin envidia ni mala voluntad». Por otro lado, en esta circunstancia heroica, podríamos decir con otros términos, se viviría bajo el primado de la acción por sobre el del comportamiento; es decir, donde la actuación humana no llega a envolverse en el juego de la normalización que la transforma en conducta objetivada y estabilizada por la regla en tanto régimen del hacer.

Adentrándonos en concluir lo expuesto por Hegel encontramos entonces tácitamente dos elementos fundamentales con que Hegel se refiere a qué caracteriza la condición heroica.

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Como observamos, para Hegel, una de ellas es la individualidad, de esa voluntad de querer, que viene implícita, de modo que la individualidad se es a sí misma la ley, ley que emana de ellos de esta forma individual y queda estrechamente asociada a ellos mismos. Por otra parte, la individualidad heroica asume el todo de su acción, sean cuales sean los resultados de ésta, tanto los intencionales como los no intencionales, y eso es Edipo, efectivamente, resulta ser un modelo heroicismo.

Edipo es un héroe trágico, en los términos que Hegel plantea esto. La eminencia está dada por el cómo carga con su culpa asumiendo «el todo de su acción»; esa es su hazaña. Es eminente frente al pueblo de Tebas que se limita a apelar a los dioses. Éste participa de los sentimientos pero no de la acción. «El pueblo aparece separado de las estirpes regias y estas son consideradas como algo extranjero, como algo superior, que lucha y padece en sí mismo sus destinos. Esta es la razón —dice Hegel en sus Lecciones sobre Filosofía de la Historia Universal— de que semejantes individualidades puedan ser principal objeto del arte, señaladamente del arte dramático; son individualidades completamente extraordinarias, que resuelven autónomamente, por sí, y soportan el destino de manera individual...». Podemos decir que Edipo enfrenta o asume consigo mismo la falta de transparencia de la realidad y no achaca su destino aciago a lo opaco de ella. Si por un lado, la circunstancia heroica del mundo es tal que no hay un orden externo capaz de excluir a su entorno a la subjetividad, pues la individualidad del sujeto se es así la legalidad en general; —cuestión evidente en el juego recíproco de efectos no intencionales que narra la leyenda—, sino porque es la propia subjetividad la que desbarata la opacidad de dicho mundo mediante su carácter heroico que se hace cargo de todas las consecuencias de su actuar.

Al concluir nuestra hipótesis planteada, podemos desde nuestro perspectiva discernir claramente entre la intención, el acto objetivo y sus consecuencias— Edipo es objeto de una tragedia y es absolutamente inocente pues en su conciencia nunca radica

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