Carnaval de Oruro: tradiciones entrelazadas, permisos, prohibiciones y engaños decisivos.

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La batalla

Al adentrarnos al segundo cuarto, debemos continuar utilizando la misma metodología para seguir el orden del relato. De este modo, en el primer muro que se nos presenta y en los dos muros laterales podemos observar un alborotado y multitudinario combate, fechado en el 2 de agosto de 792. El relato continúa con una escena en que los señores de Bonampak celebran el triunfo castigando a los prisioneros desde la cima de una construcción, en cuyas escalinatas se sitúan algunos de los vencidos, suplicantes y con señales de tortura, y algunos ya sacrificados. En estas dos situaciones se puede apreciar cierta particularidad en los vencedores, que es lo rico y ostentoso de sus vestiduras: grandes tocados en sus cabezas, algunos con representaciones zoomórficas, hechos con plumas verdes y piel de jaguar, también presente en sus lanzas y pecheras, y demás adornos con piedras y metales completan su indumentaria. Esto se contrapone fuertemente a la forma en que están representados los otros combatientes, casi desnudos y en una condición de clara inferioridad en lo que a armamento y preparación estética se refiere. Sin duda, esto refleja la importancia que tenía el combate como rito, para el que los señores no escatimaban esfuerzos ni recursos, y que luego celebraban “creando” con sacrificios (para los Mayas el sacrificio humano representaba una reproducción del momento de la creación, y era una acción vital para el correcto funcionamiento del orden cosmogónico).

La celebración de cierre

La última escena, situada esta vez en toda la extensión de los muros del tercer cuarto, llama la atención por una característica muy especial: en ella se halla representada la totalidad del templo, pero visto desde afuera. Se repite la visión que se tiene cuando se dispone a subir a la edificación, con la escalinata situada en la parte inferior de los muros con que se enfrenta el espectador, y con el espacio aéreo en la parte superior, indicando una clara intención de utilizar perspectiva (algo muy extraño entre las expresiones artísticas arcaicas, circunscriptas casi exclusivamente a la solemnidad y exactitud que requiere el rito). El mural muestra al gobernante y demás miembros de la nobleza en una ceremonia festiva de conclusión de los sucesos previos, en la que se observan nuevamente gran número de bailarines y músicos. Los atavíos de los bailarines se encuentran modificados con respecto a los del primer cuarto, probablemente por necesidades propias del nuevo rito, con una gran diferencia en el tamaño de los tocados de plumas y agregados de estelas textiles decoradas con diseños muy elaborados. Sin duda los gobernantes mayas eran grandes amantes de lo espectacular y las fiestas populares, y sus artistas se encargaron de dejar en su camino hermosas huellas de una cultura multifacética.

Una mínima reflexión

Las obras murales de Bonampak son un registro histórico de enorme riqueza y valor, realizado con el grado de detalle y cuidado estético que un evento de semejante importancia política y ritual amerita. Por fortuna conservado hasta nuestros días, constituye un tesoro a partir del que podemos llegar a vislumbrar algo de lo magnífico y creativo de nuestros antepasados Mayas.