Ciencias Políticas y Administración Publica. Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni
Enviado por Albert • 4 de Septiembre de 2018 • 1.428 Palabras (6 Páginas) • 424 Visitas
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totalmente diferente, en la que las preocupaciones e intereses no coinciden con los de la sociedad.
Marcar una finalidad para la modernidad le resulta complicado a Bauman pues nos explica el decir que una era o época está tocando fondo exige un punto de vista a futuro, cosa que en realidad siempre miramos al pasado; vivimos en un tiempo que proclama el final a todo y sufre el impulso de añadir el prefijo “post- “a los nombres de cualquier parte o aspecto de la realidad.
Situación que lejos de llevarnos a ponerle un fin a la modernidad, nos sitúa esperanzados a recoger aun los frutos de las promesas, esperando verlas un día ya cumplidas.
Bauman se expresa totalmente incomodo a usar el término “posmodernidad” para denotar un cambio sociocultural; principalmente porque implica que ya se ha dejado atrás la era moderna, algo que como ya se ha mencionado el autor afirma que no ha sucedido. Entendemos con Bauman que la posmodernidad fue un acontecimiento interno en la historia de la era moderna, fue el momento de enterarse de cuales de las promesas de la modernidad eran pretensiones fraudulentas o ingenuas; la posmodernidad fue un estadio crucial en el camino que iba desde “la modernidad en si” hasta la “modernidad para sí”; una razón más para sentirse incomodo era el contenido negativo que sugería el término.
Para concluir Bauman nos menciona que lo que es verdaderamente inmortal en la historia humana, es la idea de un final inminente, sin embargo, las cosas perduran; perviven en lo que hacemos y en como lo hacemos.
La modernidad vive, como también vive la posmodernidad.
Reyes Catalán Diana Laura
Ciencias Políticas y Administración Publica
Los patios interiores de la democracia.
Ese desencanto llamado posmodernismo
La presente lectura nos lleva a las primeras cuestiones sobre ¿Qué se entiende por posmodernidad? Dándonos como respuesta diferentes postulados que van desde el inicio de una nueva época, hasta una totalmente contraria que refiere a una inexistencia de tal época; una crítica al interior de un proyecto inconcluso de modernidad.
Entendiendo por modernidad al proceso de desencantamiento de la religión con el resto del mundo, la modernidad consiste en esa ruptura trascendente y de reivindicación de la realidad social, de la seguridad de una identidad.
Un elemento que sin duda caracteriza a la postmodernidad es el desencanto surgido de la época que antecede, un fenómeno recalcado en varios países latinoamericanos. América latina nace bajo el signo de la modernidad, su descubrimiento plasma un pensamiento occidental moderno; junto a la cual nace la política moderna que cumplía anteriormente la religión; esta sustitución del fundamento divino por el de una soberanía instruye la centralidad de la política.
Si la modernidad se caracteriza por la ruptura con la tradición, la cuestión de la identidad, en cambio, es proyectada al pasado; el resultado es una identidad ficticia, porque está basada en un pasado artificial, con el fin de legitimar el presente.
El desencanto posmoderno es la pérdida de fe en que existía una teoría que posea la clave para entender el proceso social en su totalidad, el desencanto se presentaba como la perdida de fe en el Estado desvaneciendo esa dimensión simbólica que el Estado presentaba; esto nos expone la lectura, no quiere decir que se tenga un disgusto total y pleno a todo lo que involucra el Estado y la política, si no, más bien exclusivamente a un Estado y una política que no sea capaz de crear una identidad colectiva, situación por la que latinoamericana siempre ha estado atravesando; por una desconfianza de la pluralidad en tanto cuestionamiento indebido de la unidad nacional.
El desencanto puede ser políticamente muy fructífero, la sensibilidad posmoderna fomenta la dimensión experimental e innovadora de la política, el problema no será el futuro que nos depare, si no la concepción que tengamos de el.
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