Modernidad y Ambivalencia - Zygmunt Bauman
Enviado por tomas • 26 de Noviembre de 2018 • 2.628 Palabras (11 Páginas) • 489 Visitas
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De todo esto el autor concluye que una explicación a la modernidad y su intento por establecer un mundo ordenado deben buscarse en la ambición de conquistar a la naturaleza. La ciencia moderna es producto del intento de subordinar a lo que es natural, a configurarlo de acuerdo a clasificaciones humanas. Siendo así, plantea que en la época moderna la naturaleza se instituye como “lo otro” de la humanidad, es un objeto dúctil que es transformado por el poder del ser humano, quien la armoniza y extermina lo que no va acorde a sus necesidades. Es entonces la ambivalencia producto de la lucha del hombre por subordinar a la naturaleza.
Ahora bien, estas ideas sobre la modernidad no son exclusivas de Bauman y son planteadas y ampliadas por otros autores, quienes tratan el fenómeno de la modernidad principalmente desde la esfera política, planteándola como un cambio radical que se manifiesta con el arribo de la “biopolítica”, llevada a cabo por los “estados jardineros” expuestos por Bauman. Según Giorgio Agamben, esta biopolítica nace, más que de la inclusión de la vida (como zoe o vida natural) en la polis, de la indiferenciación que empieza a producirse entre esta nuda vida y la vida política (bíos). Con esto, la nuda vida pasa a ser el objeto y el sujeto de la ordenación política y de los conflictos derivada de ésta. Esto puede ser producto de la secularización de la vida mencionada por Bauman, pues durante siglos fue la institución de la Iglesia que defendió al Dios creador como el único con injerencia en la vida natural, en el nacimiento, muerte y demás procesos naturales del hombre. Cuando se rompe con la influencia de la Iglesia en la sociedad, es el Estado el que pasa a encargarse de todos los ámbitos de la vida humana, tanto la vida política como la natural, con lo que surge la indiferenciación mencionada por Agamben.
Ahora bien, esta secularización de la organización política y social se da como producto del desencanto que empieza a vivirse con respecto a la religión, con el cual los pueblos poco a poco van perdiendo sus esperanzas de salvación gracias a esta y el temor y respeto que inspiraba. La causa de dicho desencanto puede ser en gran medida la cada vez mayor influencia intelectual que tuvo la idea de la razón legisladora, es decir, la idea ilustrada de que las sociedades podían y debían ser mejoradas gracias a la razón, con lo que la religión (que por principio se muestra como opuesta a la razón debido a que la sustenta la fe en lo que no podemos ver), no tendría cabida en estas nuevas construcciones intelectuales y en las sociedades que empezaban a reformarse a partir de estas.
Así, como escribe Norbert Lechner en Ese desencanto llamado posmoderno, “La modernidad es ante todo un proceso de secularización: el lento paso de un orden recibido a un orden producido.”[6] Este proceso conlleva a que el orden social deje de ser una noción indiscutible, por lo que la sociedad moderna se encuentra en una constante autorreferencia. Así, de dicha autorreferencialidad nace la biopolítica moderna, ya que ésta reemplaza a la función integradora de la sociedad que cumplía la religión.
El autor Michel Foucault también se encuentra de acuerdo con dicho planteamiento de la biopolítica como el establecimiento del Estado como regulador no sólo de la vida social sino también de la vida natural. Para Foucault la biopolítica, desde un punto de vista práctico, no busca implantar una disciplina particular en los individuos, sino tomar medidas de regulación de la población. Este elemento de población es nuevo y va más allá de las nociones de individuo o sociedad.
Es así como se inician las medidas que buscaban regular los procesos biológicos de la especie humana, tales como la natalidad, la mortalidad, la morbilidad o la vejez. En el caso de las dos primeras se llevan a cabo estadísticas demográficas que a su vez conllevan a medidas de control. La morbilidad se estudia desde una perspectiva que considera a las endemias, a las enfermedades permanentes que se presentan en la población, introduciendo la higiene pública como aspecto fundamental en las sociedades modernas.
Continuando con la idea de la biopolítica, Agamben se encuentra de acuerdo con Bauman en el hecho de que esta se caracteriza por su afán de “limpiar” a la sociedad y que por ende es en la biopolítica o estado jardinero en que debemos buscar el nacimiento de los estados totalitaristas del siglo XX, a lo que Agamben le agrega la idea de que las democracias modernas tienen también su origen en el establecimiento del Estado como el poder que debe controlar a la nuda vida.
En primer lugar, para Agamben estos estados totalitarios surgieron de la cada vez más fuerte implicación de la vida natural en la política, como sujeto de control, protección y omisión. Según dicho autor, esto se manifiesta en “las declaraciones de derechos [que] representan la figura originaria de la inscripción de la vida natural en el orden jurídico-político del Estado nación”[7], pues con ello los derechos del hombre, cuya protección es la base del poder de los estados modernos, se fundamentarían en el principio del nacimiento, de la nuda vida como tal. El que no se necesite de una vida política para estar incluido en los derechos humanos ocasiona que surja una nueva noción de ciudadanía, ya no como la sujeción a un poder soberano, sino como producto del nacimiento en un territorio y de unos padres ciudadanos. Lo anterior es causa de que los estados totalitarios se dieran a la tarea de una continua búsqueda y redefinición de lo que era ser ciudadano, basándose desde entonces en principios biológicos y genéticos.
Con respecto a las democracias modernas, Agamben explica que los intentos por reivindicar la nuda vida dieron origen tanto a la primacía de lo privado sobre lo público y las libertades individuales, en las democracias burguesas; como al control estatal de cada aspecto de las funciones biológicas y fisiológicas de los individuos, en los estados totalitarios. Es así como las democracias y los estados totalitarios modernos tienen un origen en común: la reivindicación de la nuda vida.
Finalmente, es importante mencionar la manera en que Agamben amplía la noción de Bauman respecto a que el estado jardinero tiene un sustento intelectual y científico. Como anteriormente mencionaba, para Bauman este sustento proviene del nacimiento de la idea de la razón legisladora como la llamada a salvar a las sociedades y de las ideas expuestas por biólogos, zoólogos y políticos, basadas en el planteamiento darwinista de la selección natural y que sostenían la necesidad de limpiar a la sociedad. Para Agamben en la modernidad surge la noción de la existencia de una vida
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