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Commines hace consideraciones sobre el equilibrio político a principios de la Edad Moderna..

Enviado por   •  13 de Abril de 2018  •  1.321 Palabras (6 Páginas)  •  526 Visitas

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Felipe de Commines entiende la historia como una obra moral, que necesariamente debe inspirar unos principios sólidos para cualquier Hombre de Estado. Entiende Commines que el gobernante debe de ser muy cauto con todo aquello que pueda torcer su juicio exacto: amigos o los avatares de la fortuna. Mejor la diplomacia y la argucia que no la violencia como norma de gobierno.

Felipe de Commines (1447-1511) en este texto parte de una idea principal y que luego irá desarrollando a medida que vayamos profundizando en este fragmento: “Dios no ha creado en este mundo hombre ni bestia sin hacerle su contrario, y así hacerlo sumiso y temeroso”.

Sin embargo el autor se presta pronto a elogiar lo que él considera un buen modelo de gobierno, como es el de la ciudad de Gante, en donde sus gentes se aprestan a servir y honrar a Dios de la mejor manera posible como buenos cristianos, y que son correspondidos por el Altísimo con suerte y fortuna.

Aunque, claro está, todas aquellas naciones cristianas cuyos gobiernos no sirven a la voluntad del Señor, son aguijoneados laceradamente por voluntad divina, mediante gentes y gobiernos contrarios, con la sabía decisión de hacerlos entrar en los postulados cristianos de la sumisión y el temor a Dios. Enumera el autor a continuación toda una retahíla de príncipes y gobernantes protagonistas de malas prácticas: violencia y crueldad para con sus gobernados, y como son acuciados por enemigos sin fin, que a modo de plagas bíblicas que se acometen contra ellos.

Como asimismo y del mismo modo, Dios autoriza y protege a todos aquellos que oponiéndose a las fuerzas malignas emplean la violencia, pues terminan teniendo su favor. En razón a su máxima de solo comentar aquellos datos de los cuales posee información, cesa en un momento dado de hablar de otros reinos cristianos, entonces Commines cita, ahora a partir de terceros, como es la situación en Asia o África, lugares aunque no cristianos, también torturados por el mismo principio divino, llevados en este caso, al extremo de: “venderse unos a otros a los cristianos” en calidad de esclavos.

Es importante conocer, que el momento en que Felipe de Commines decide escribir su Memorias, es un forzado paréntesis después de una carrera pletórica en el mundo de la diplomacia y la política europea. Un paréntesis amargo, precipitado por su caída en desgracia en la corte francesa. Tal vez un cierto resentimiento hacia sus antiguos protectores pudo en algún momento, hacer cargar más las tintas hacia algún que otro poderoso jefe de estado, pero su juicio no vaciló más que en rara ocasión. Conocedor de los entresijos de la Alta Política, supo en todo instante calibrar el ambiente en que se movía, transmitiendo juicios acertados en sus escritos que perduraran en el Arte del Buen Gobierno.

En un momento clave para el paso de la Baja Edad Media al Renacimiento, este autor supo dejar un legado de excelentes consejos que harían propios posteriores reyes y príncipes europeos. Intentó, tal vez con menor fortuna conjugar los principios éticos renacentistas con los propios del Cristianismo, dándoles un toque moral y ético, que distinguiera a los buenos soberanos.

Es triste que al igual que Maquiavelo, para el vulgo solo halla transcendido aquello de “El fin justifica los medios”, cosa que jamás ni dijeron ni pretendieron hacer entender dichos autores. Es esta y no otras, las malas interpretaciones posteriores de mediocres historiadores, que ensucian con el barro de la ignorancia el arte de la política con letras grandes, que tantos hombres de la historia supieron poner en el lugar más adecuado.

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