El Aborto: Perspectiva histórica y social

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Con la aparición de la modernidad las preocupaciones demográficas empiezan a socavar en otros problemas más importantes como ser la Epidemia de Sífilis en Europa, las relaciones sexuales pasan a otro plano, la anticoncepción y se desplaza al aborto como “prioridad social”, y comienza el uso del preservativo preconizado por el cirujano Gabriel Falopio y ampliamente difundido en el siglo XVIII. En 1798 T.R. Malthus publica su ensayo sobre la población en el que establece la tesis que las poblaciones, si no encuentran obstáculos, crecerán de manera desmedida, condenando así desde el nacimiento a personas a la enfermedad, muerte prematura y miseria, y surge la pregunta ¿acaso pueden exhibir mayores derechos los embriones no nacidos, que las personas adultas que mueren todos los días de hambre? Parece no haber una respuesta en consenso, ni a favor del nacimiento desmedido ni del control natalicio por razones demográficas y económicas, pero aun a mediados del siglo XIX las leyes en América y Europa siguen rechazando el aborto libre y aprobando solo en casos extremos el aborto terapéutico.

La despenalización del aborto comienza en la Unión Soviética a inicios del siglo XX en pro de “razones sociales”, en especial por la planificación familiar, y consecutivamente de manera paulatina comienza la legislación a favor del aborto en varios países del mundo: Escandinavos, Estados unidos, Gran Bretaña, Polonia entre otros, en el caso particular de Latinoamérica, Cuba y México son los únicos países en los que es legal el aborto. Siendo particular las luchas en Sudamérica para la aprobación del mismo. Teniendo un mejor acceso a servicios de aborto de cualquier las personas con mejores alcances económicos, y muchas mujeres de escasos recursos practicándoselos en la clandestinidad bajo riesgos de la propia salud y en condiciones deplorables por el hecho de no ser legal y ser de condiciones socioeconómicas bajas, los mismos riesgos que acontecen en un parto normal, acontecen en un aborto, así que no se puede argumentar los riesgos del aborto como un freno para la realización del mismo, siempre y cuando las mujeres sepan a qué se enfrentan, no se trata de una opinión personal sino de ver el aborto desde un punto de vista más equilibrado.

“El aborto no es el tardío invento de una sociedad decadente y moralmente relajada, es una realidad cotidiana de todas las sociedades históricamente conocidas, es incluso una realidad inevitable en nuestro tiempo, ya que ningún medio anticonceptivo es absolutamente infalible y siempre habrá mujeres que tomen la opción de interrumpir un embarazo no deseado” (Cifrián y cols.1986)